CAPÍTULO 4, PARTE UNO

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¿ERES DE LA ALIANZA O DE LOS TRAIDORES?

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La mañana siguiente.

AMINA BELANGER

—¿Estás segura de esto?—Cuestiona Atlas. —Creo que quedo claro que ella nos quiere muertos.

—¡Ay, si tuviera una moneda por cada persona que me quiere muerta! —Solté con un suspiro.

Subimos al ascensor.

—Somos fugitivos de la Alianza y nos dirigimos con la perra más chismosa de la prensa—Exclama él. —¡Genial!

Las puertas se abren y entramos a un largo pasillo. Los departamentos estaban lejos de ser lujosos, pero se ubicaban en el lugar fuera de la jurisdicción de la alianza. Perfecto para la reportera rebelde que es Mikaela Shan.

—Gracias a Logan, sabemos que la carta es una invitación para un aquelarre diabólico y solo conozco a una persona que pudo meterse al parlamento del tratado y salir viva: Mikaela—Refute mi idea. —Además ya pasaron cincuenta décadas, no creo que siga guardando rencor.

La puerta de su departamento se abre, y lo primero que veo es una estaca en una ballesta apuntando directamente a mi corazón. Me hago un lado cuando aprieta el disparador y se le incrusta la estaca a Atlas en el estómago.

Suelta un alarido, cayendo al suelo y retuerce de dolor.

—Au, Au—Se queja sin aire.

—No puede ser, falle—Exclama la castaña, licántropa de pies a cabeza. Saca otra estaca y me apunta.—Mi zorrametro se volvió loco cuando pisaste el edificio, Belanger.

—Vengo en son de paz, Shan.

—¡Yo venía en son de paz!—Grita Atlas con indignación. Se levanta con la estaca en la mano.— Pero tú te pasaste.

Intenta atacarla, y ella lleva la ballesta a su cabeza. Me interpongo entre ambos, sabiendo que si quería me llegaba una estaca en el corazón.

—Te propongo un trueque de información—Dije.

Ella frunció el ceño.

—¿De qué se trata?

—El límite esta colapsando.

Baja la ballesta. Supe que ya la tenía. Nos hace entrar, era todo lo que había imaginado, mapas y fotografías pegadas a la pared, hojas de papel tirados por el suelo.

Tomamos asiento en el sofá color vino, y ella frente a nosotros en un sillón a juego. No aleja la ballesta pera al menos ya no nos apunta.

—Quiero que sepan que si Jessica derriba esa puerta, caeré de rodillas, le diré que me estaban torturando de las formas más crueles posibles y suplicaré piedad —Dijo toscamente. Rodeé los ojos— Entonces...¿Qué paso?

—¿Sabes como entrar al parlamento del tratado triqueta?—Pregunto.

—Sé cómo entrar hasta al vaticano— Dice. —¿Por qué la alfa está cortando las carreteras cerca del límite?

—Una a la vez—Ordené. Ella rueda los ojos. —¿Cómo lo hacemos?

—¿Por qué los ayudaría sin antes que me den la información?—Cuestiona con ironía.—No confío en ustedes. Tú te follaste a mi novia. Y Atlas mató a mi hermano.

Atlas suspira, y endereza su postura.

—Lo siento mucho, no tenía la menor idea de cuanto dolía la partida de un hermano, de todo corazón, ruego que me perdones—Fue totalmente sincero, y su tono se tornó apenado.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now