CAPÍTULO 19

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LOS ECKVAN SIEMPRE GANAN

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DIANA AYLEEN

La base principal de la elite en Francia están en la costa, a cuatro horas del castillo y de capital de la Alianza.

Era el edificio más grande y lujoso que había visto, con ventanas enormes que daban un mar y una playa que no estaban en el mapa humano. Sus aguas eran del azul marino más oscuro, que no dudo que de noche solo era un manto negro. La arena de la playa era tan clara y pura, se nota que ningún humano ha tocado un grano de ella.

Volteo la mirada a la mesa ovalada nuevamente, viendo una maqueta a escala de color blanco de la isla del Tratado Triqueta y el mar, de esta no había indicio en ningún libro humano o de la Alianza, para muchos licántropos y vampiros jóvenes era una leyenda.

Pero está más cerca de lo que se imaginan, a solo dos horas en barco u helicóptero de la costa de la Alianza, una hermosa isla circular con un bosque completamente construido de magia se asoma y que, justo al medio de él, está la fortaleza del Tratado.

Los brujos no llegan ni en barco, u helicóptero, nadie sabe como lo hacen, pero aquellos brujos que reciben la citación a un juicio, basta con cerrar los ojos unos segundos para encontrarte frente a las enormes puertas de hierro.

Si me lo preguntan, ese lugar debe estar más repleto de demonios que el inframundo mismo. Jessica cumplió su promesa y en la sala no había ni un solo licántropo. Nos encontrábamos, ella, Amina, Atlas, mi hijo, Kira, la hija de Nara y los dos jefes de las tropas.

Y claro, Lili, que descansaba en algún rincón de mi cabello. Ella no soporta estar en las tierras de la Alianza, quizás la magia Blanca la repele y se refugia en mí. Pero es simplemente hermoso verla feliz y jugando entre la naturaleza de los sitios que Jessica no ha conquistado.

—Con todo respeto, Alfa— Exclamo uno de los vampiros, era un pelinegro de 100 años y se llama Scott. — Pero en tres días no se planea un ataque así y menos si se trata de uno hacía al tratado que gobierna a todos los brujos, es prácticamente un reino completo.

—¿Sabes qué pasará en dos días?—Le pregunto, por fin el vampiro se digna a mirarme, en la hora que llevamos solo se ha dirigido a Jessica o Cyprian. Él niega ante mi pregunta.—Habrá luna llena, navidad para ellos. El tratado estará ausente de brujos inocentes y solo quedarán aquellos que no necesitan de la luna para hacer hechizos, los de magia demoniaca y negra. No quiero derramar sangre de inocentes —El vampiro me mira como si fuera una niña. —Pero la próxima luna llena es en dos meses y no hay tiempo.

—Esto requiere más de una planeación rigurosa, son escasas las veces que hemos peleado contra la magia. Además, las armas de fuego no sirven ahí, y las armas blancas son fáciles de arrebatar con magia.—No si son de onyx— ¿Entiendes, pequeña humana?

Tenso mi mandíbula, visiblemente ofendida, sé que era verdad, mi cuerpo es humano y aun lado de las imponentes híbridas parecía que me había quedado en la adolescencia, pero el tono que usó fue de burla y eso hace hervir mi sangre, porque no he sido más que amable con todos, pero siguen viéndome como a una niña.

Amina lleva la mirada oscurecida a él, haciendo que el pelinegro se remueva de la silla, incómodo. Jessica iba a reprenderlo al ver mi rostro, pero me adelanté.

—Te pido que de ahora en adelante me llames Diana, porque no es denigrante como “Pequeña humana” ¿Entendiste, vampiro?—Mi tono fue fuerte y serio, tal y como el de Jessica.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now