CAPÍTULO 29

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UNA FAMILIA DISFUNCIONAL

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DIANA AYLEEN

Luego de una larga y exhaustiva jornada de cinco horas, donde me desmaye fugazmente y me puse a llorar de… placer varias veces, se lo conté: Atlas fue a buscar a Atlas. Pero me encargué de dejarle exhausta para que no tuviera fuerza de enojarse conmigo.

Ahora son las cinco de la mañana, hace tres horas, Atlas llamó para avisar que volvían victoriosos, no he dormido nada, y estoy terminando de glasear el pastel de Carlos, su favorito: bizcocho de naranja con crema de avellanas. Amina está a mi lado, decorando los cupcakes que hice.

La miro de vez en cuando, ella estaba concentrada y sostiene la manga pastelera de color naranjo lo mejor que podía. Toda la semana y desde que he vuelto a la vida, Amina ha estado conmigo, me ha consolado en toda las cosas que me han pasado en tan poco tiempo, me abraza cada vez que ve una pizca de tristeza en mí; me ha hecho reír y llorar.

Me hace sentir viva hasta el extremo de hacerme olvidar que soy inmortal, porque ese es el punto de vivir, saber que en cualquier momento puedes morir.

Pero puedo dar por sentado que no ha tenido la oportunidad de llorar la muerte de su hermano solo por estar pendiente a mí. Esa es la razón por la que Atlas y Amina pelean a veces.

Amina sacrifica al mundo y a todos en él por mí.

Dejo la manga pastelera aun lado y llevo mi mano a su mejilla, me pongo de puntillas y poso mis labios en los suyos. Ella me corresponde de inmediato, envuelve su brazo en mí y me sube a la isla. Abandono su boca cuando me falta el infeliz aire.

La admiro un momento, con una sonrisa embobecida. Admiro sus ojos, y mi detalle favorito, son de un color verde esmeralda espectacular, sus pestañas negras y con una perfecta curva hacia arriba los adornan para hacerlos más hipnótico.

Pongo mi frente con la suya, de modo que nuestras narices se acarician.

—Jamás te lo pregunté— Nos miramos. —Quiero que nuestros corazones latan al mismo tiempo, deseo sentir cuanto me extrañas cuando estamos separadas, y estoy lista a enlazar nuestras vidas como una solo ¿Quieres ser mi Alfa?

Esboza a una sonrisa hermosa, y sé muy bien su respuesta.

—¿Alfa consorte de la Reina del Tratado Triqueta?—Dice, asiento.— Será un honor.

Sus manos envuelven mi mandíbula, haciéndome suspira. Deja un besito en mi mandíbula, y sube a mis mejillas hasta besar mi frente.

—Mi reina— Su murmuro provoca en mí una oleada de choques eléctricos.

Los segundos en que nuestras respiraciones se mezclaron fue una eternidad que paso fugazmente; sin embargo, me dio la energía que necesitaba.

—¿Soy yo?—Le pregunto mirando el cupcake.

Es una mezcla de crema naranja, rosa claro, labios de caramelo rojo y ojos saltones. En los hombros, tengo a dos bolas negras con ojos brillantes.

—Sí, y ahí está Lili y Andras—Explica, toma otro cupcake.—Este es Cyprian y la crónica de Nara.

Ladeo mi cabeza, tratando de ver donde empieza mi hijo y termina la crónica.

—Aquí está Carlos, Atlas y yo—Dijo. Y toma el último cupcake.—Y este es… Abel.

Miro el pastelillo moreno y de ojos grises. Un nudo se forma en mi garganta rasgando mi piel por dentro. Intento guardarme las lágrimas, pero el dolor que me provocó el tono con el que pronunció el nombre de su hermano, me altero por completo.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now