Sword Onyx [3]

La carta.

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CUANDO EL DÍA Y LA NOCHE SEAN UNO MISMO

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Hoy es un día para alegrarse.

Más de 10.000 vampiros se pasaron a nuestro lado, unos están en otro lado del infierno y los otros los he esparcido alrededor del mundo, fuera sirven mucho mejor. Pero no confió en su naturaleza, son seres que no siguen manadas, que no creen en un alfa.

Entonces, ya he convertido a la mitad en salvajes, donde sus genes licántropos jugaran a mi favor. La mayoría de ellos poseen fuertes colmillos negros que desgarran pieles de alfas y demonios.

Grábense este nombre: Jessica Favre.

Su ejército nos pueden superar en cantidad, pero nuestra fuerza y rabia no tiene como igualarla. Carece de experiencia y la motivación para ser la vencedora.

¡Ella no padeció 1600 años encerrada en el infierno mismo!

No está preparada.

¡El mundo entero no está preparado!

Uno de los dos pilares que sostiene la barrera que nos encierra ya fue eliminado.

Solo queda uno. Pero no es quien les había enseñado.

Ella ya no es el segundo pilar, yo lo vi con mis propios ojos.

Evamora pagó la deuda que me debía.

Ahora mismo, la última Eckvan, está portando la cuenta regresiva en su vientre.

Solo quedan 5 lunas llenas para que la noche y el día serán uno mismo.

En ese momento nacerá nuestra salvación, al mismo tiempo será su muerte que nos dejara vivir nuevamente.

Es una desgracia derramar sangre de mi sangre.

Pero será el recordatorio para ustedes qué los Eckvan somos los Dioses que han venido a liberarlos.

Por favor, entrégale esta carta a Diana Ayleen, ella debe saber estas palabras de Rhea. Dile que viva lo que más pueda, porque el límite se abrirá pronto.

Atentamente, Ziah Eckvan.

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Mi amiga la menos enculada.

Ahora