CAPÍTULO 25

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¿SOBREPOBLACIÓN? CULPA A LOS FAVRE.

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DIANA AYLEEN

Abro de la puerta del baño, lista e ignorando por completo la efímera visita de Eckvan ayer que parece no traer tanto caos como esperábamos. Me quedaba un día de descanso, pero está claro que no poder escapar de los problemas por mucho tiempo.

Parece que la mala suerte de medio mundo la absorbí solo para mí, así espero las cartas de agradecimiento.

Mis cejas se juntan cuando veo algo encima de la cama que no estaba cuando fui arreglarme. Un ramo de cinco girasoles y una nota. Me siento aún lado, admirando los hermosos colores de mi planta favorita, para luego leer el contenido del papel.

"Volví a Francia para que puedas gozar y disfrutar el día, y si lo quieres usar para despejar algunas dudas, hazlo. Sé que lo más que quieres en esta vida es ser feliz y yo quiero asegurarme de que lo sea, a pesar de todo.

Cuídate mucho.

Te amo.

Amina. "

Alzo una ceja, y las mejillas se me enrojecen ¿Despejar dudas? ¿Qué sea feliz? ¿Te amo? ¿Gozar el día? Lili baja de mi cabello para revolotear por la nota, casi puedo jurar que también estaba juzgando cada detalle de ella.

—Quizás ella no lo sepa, Lili—Le digo— Pero tu madre huele la culpa y perfumes ajenos como una experta. No fui novia de Jessica Favre por dos años en vano.

Lili sube a mi hombro, acariciando mi cuello con su cabecita.

—Ella apestaba ayer a mujeres de la peor calaña. Y eso me huele a Atlas Belanger, no debí de amenazarlo muy suave porque no le quedó claro, pero ya a ver, Lili—Entrecerré mis ojos, y arrugue mi nariz— ¡Los dos!

Luego de ir a esquiar, almorzar fuera en un restaurante bastante elegante. Quería mandar hacer trajes y abrigos para Cyprian, al igual que sus zapatos a su justa medida, fuimos al taller de la madrina de Jessica en su mansión antes de iniciar nuestras actividades.

Él está parado en la plataforma mientras personas lo miden minuciosamente sus extremidades, está con su mueca de aburrimiento y su ceño fruncido como el de Jessica cuando está leyendo o a haciendo cualquier cosa, la verdad. La rubia hablaba con su madrina, pero debes en cuando se volteaba a verme.

—Me estoy acalambrando, llevo diez minutos así ¿Podemos parar?—Se queja.

—No, no. Necesito precisión— Dice Agatha.— No confeccionaré ropa para cualquiera, sino para el heredero de la Alianza y el Tratado Triqueta.

Cyprian murmura algo que sin duda fue una grosería porque Jessica lo reprende. Él voltea los ojos.

—¿Y de dónde lo aprendí?—Le exclama él.

Fulmino a Jessica con la mirada, antes de acercar mi teléfono a la oreja.

—A ver, déjenme hacerlo yo, antes que el pobre niño se nos desmaye—Suelta Agatha.

La asistente me muestra otro hermoso vestido color azul, y perlas auténticas. Asiento y ella lo deja en el montón para que el mayordomo lo empaque. Observo las telas a detalles, tocándolas.

—Quiero un vestido de esta tela morada, de esta oliva y de jade ¡Ah, y de este hermoso carmesí! —Le digo, ella asiente y anota en su libreta. Mi llamada es contestada de inmediato. —Buenos días.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now