CAPÍTULO 22, PARTE 2

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MASCARAS PELIGROSOS

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Ese mismo día.

AMINA BELANGER

Exhalo todo el humo de mi boca, cuando Atlas se cruza frente a la pantalla plana de la sala por quinta vez. No escucho lo que dice, solo me quedo perdida viendo el programa en la televisión.

Seguramente la maldita de Agatha le está metiendo cosas en la cabeza a Diana.

—Ay, por favor, vamos— Pide. Niego nuevamente. —¿Te vas a quedar aquí frente al televisor fumando y bebiendo mientras Jessica y Diana...

Por primera vez levanto la mirada seria y fría hacia él, logrando que se calle abruptamente y apriete sus labios. Suelto un suspiro de alivio, y bebo un sorbo de mi cerveza para dejarla en la mesita frente a mí con brusquedad. Quiero estar sola, distrayéndome con este maldito programa de cocina, sin pensar que Diana, mi Diana, está con esa loba pulguienta a kilómetros de mí.

—Pasan días en familia con su retoño—Exclama con los brazos alzados.—Por eso no salgo con madres solteras.

—No me interesa la fiesta esa.

— Es la fiesta de vampiros de la década, Amina. Celebra que Jessica no los ha logrado derrotar, y ahora que ella no está, Versalles es completamente de los vampiros por dos días—Explica. — Tú más que nadie sabe lo jodidamente bien que se pasa. Sangre de todos los tipos y formas. Chicas. Alcohol que si un humano lo probara moriría al segundo. — Empuja mis pies de la mesita de centro para sentarse. —Y sabes muy bien quién es la creadora y anfitriona de la fiesta: Veronika Jakov, la vampira por la que has estado loca por más de 100 años y la que te dio su veneno para que te transformaras en vampira. Ella personalmente me dijo que te invitara, ya que ahora no estás en la Alianza y déjame decirte que está mejor que nunca.

—¿En serio?—Sonreí.

—Sí— Asegura, victorioso.

—¡Hazte a un lado, maldita sea, que quiero ver la puta tele!—Le grito.

Se levanta, con cara de ofendido.

—Sabes, que Diana se fuera con Jessica, no te da derecho que ser una perra con tu pobre hermano— Dice, fingiendo un sollozo. Pongo los ojos en blanco e intento tomar mi botella de cerveza, pero él rápidamente la da vuelta cuando se encamina a escalera. —Muy lenta.

Doy un largo y efectivo suspiro para calmar mis instintos de querer arrancarle la lengua y giro mi cabeza con lentitud para mirarlo.

—Atlas… perdóname—Le digo.

Saca su cabeza por el marco de la puerta, tenía una enorme sonrisa, era más que obvio que quería sacarme de quicio otra vez.

—¿Iras conmigo entonces?—Pregunta.—Como en los viejos tiempos.

—No quiero. Diana…

—¿Y si yo le marco para pedir permiso?

Diosa… jamás pensé llegar a este punto.

—No la metas en esto.

—Pero no perdemos nada con intentar. —Niego. —Mandilona.

Me levanto bruscamente y él sube corriendo las escaleras a carcajadas, al mismo tiempo que el timbre de la mansión resuena en todo el lugar.

—Abre tú, debo arreglarme para las vampiras—Atlas me grita del segundo piso.

Deslizo mi mano por mi mandíbula dos veces, para dejar mi expresión tensa de lado y voy hacia la puerta. Mientras esta se abre, observo más de cuatro guardias de la Alianza en el jardín. Bajo la mirada al porche, encontrándome con una pelirroja de rostro serio y frío. Lo qué más me llama la atención es el vestido que trae, los detalles sutiles de flores que tiene, pero la copia jamás superara a la original, más cuando es Diana Ayleen.

Sword Onyx [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora