CAPITULO 31

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Avisooo: esta larga esta vaina....

Hace 5 años.

AMINA BELANGER

Me bajo de la Audi negro, y le lanzo la llave al guardia que me espera en el último escalón de la entrada del castillo. Él me saluda con una reverencia. Vicente me espera en las puertas, con su ceño fruncido y su cara de mandilón. Él observa como se llevan mi auto al estacionamiento y luego me mira con una ceja alzada.

—¿Creí que no te gustaba ese auto? Tienes unos mejores—Cuestiona, como si usara el mismo auto todos los días fuera un complot para acabar con la Alfa Suprema.

A Vicente jamás le agradé, desde niño y como desde niño, aún me tiene un horror tremendo, así que solo confabula contra mí en secreto, y frente a mí, solo muestra los dientes para sonreírme.

—No es el auto, son los recuerdos en él— Le murmuro antes de entrar al castillo.

A Diana le encanta ese auto, porque fue el lugar de nuestro primer beso y muchas cosas más, que ponen una sonrisa en mi rostro recordar.

Al llegar al segundo piso, mis sentidos se agudizan al escuchar una risa conocida dentro de la habitación del principe  Carlos. Pongo los ojos en blanco y me dirijo hacia la puerta que  abro sin problema.

—Te amo, A...— Carlos de un salto sale del arriba de Abel, gritando. Se tapa su cuerpo con toda la sabana, dejando a mi hermano completamente desnudo. —¿¡QUÉ TE PASA, PSICÓPATA?!

Me apresuro a lanzarle el pantalón a la cara a Abel, porque ya sentía náuseas. Él se los pone con prisas, mientras voy abrir las ventanas para que se vaya el olor  sexo.

—¡No tienes derecho alguno a meterte en mi vida y en mi habitación así, Amina!—Carlos me sigue gritando, mientras se aferraba a las sabanas.

—Jessica ya te lo advirtió, Carlos— le digo. —¿Quieres que Abel termina sin cabeza?

Carlos baja la cabeza, y sus ojos se llenan de lágrimas. Cuando Abel toma su camiseta, lo tomo del brazo y lo arrastro hasta la puerta.

—Valió la pena cada segundo—Le grita Abel a Carlos. —Así me quede sin cabeza, terminamos lo de hoy, precioso.

Le estampo contra la pared, cerrando de un portazo la puerta de Carlos.

—¿Eres tonto, Abel?—le pego en la cien. —Jessica ya tiene el destino de Carlos escrito y créeme que ninguno de sus candidatos, como Alfa del príncipe, eres tú.

—Dame esa lista y una estaca y haré que el único candidato que quede sea yo—Escupe con rabia.

—Jodido imbécil. —Lo empujo al suelo y le doy la espalda.

—Ambos lo somos—Me grita. —Solo que tu sí puedes mantenerla oculta… ¿Pero por cuánto tiempo? —Aprieto mis puños. —Sabes muy bien que su destino es Jessica, ella es su lu...

No dejo que termine esa maldita frase y lo tomo del cuello.

—Aléjate de Carlos, ¿Me oíste?—Escupo con rabia. —No quiero perder otro hermano por un Favre.

Lo dejo solo y camino hasta el estudio, los guardias de la puerta la abren haciendo una reverencia. Jessica está en el escritorio, en una mano sostiene una hoja y en la otra un vaso de whisky.

—Por fin paras en el castillo—Me dice con seriedad.

Me lanzo al sofá, poniendo mis pies en su mesita de noche. Ella no tardó en fulminarme con la mirada. Ruedo los ojos, y bajo los pies.

—Estoy en la misión imposible que me mando hacer la mandona de Liayh—Suelto un suspiro. —Espero que esté escuchando.

—Ya ha pasado un año y lo más cercano que hemos estado de tu hermano, es su gemela—Dice. —Y acaso.

Sword Onyx [3]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt