1 El sonido de... una puerta

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Hola a todos, aquí Coco, quien se complace en darles la bienvenida a su nueva historia UwU y se encuentra emocionada de poder traerles algo tan tierno y personal. Esta obra de microrelatos también está inspirada en muchas experiencias personales, espero les guste, y pueda traerles una que otra risita o lágrima ^u^- Quinientas palabras, todos los domingos, siempre cargados de amor y risas. Muchas gracias por acompañarme en un nuevo inicio ❤ Les mando un beso, un abrazo, y como siempre digo, ¡ya saben qué hacer! 

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Dedicatoria: con amor a mis amigos y a esas personitas que se parecen un poco a Meliodas en esta historia. No son extraños. Son especiales, gracias por ver el mundo de una forma que otros no podemos. Gracias por existir. 🌹

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Advertencia: este es un trabajo de ficción basado solo en mis experiencias personales, mi limitado conocimiento del espectro autista, y el amor que sentí por mi novio, quien padece Asperger. En ningún momento trato de romantizar este trastorno, es un asunto serio que requiere de la mayor de las empatias, así que recomiendo leer con discreción, y encomiendo a mis lectores más antiguos promover siempre el amor y el respeto. 💕

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Nota: a pesar de abordar temas serios, esta obra el realidad es una comedia romántica. Espero que se diviertan leyéndola tanto como yo escribiéndola, y que si también tienen un amigo así de especial, le den un abrazo bien fuerte (si se deja) ^u^ Ya saben qué hacer 💋

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Los sonidos se detuvieron. Eso es lo primero que Elizabeth notó mientras subía las escaleras de su edificio. Ya habían pasado varias semanas desde que las reparaciones en el departamento de enfrente habían comenzado y ese día, por fin, los martilleos, sierras y golpes habían terminado.

«¿Qué es lo que estarían haciendo?», pensó. «¿Cómo sería la persona viviría ahí? No lo sabía, pero la curiosidad que sentía por su nuevo vecino le tenía la cabeza tan saturada como si aún se oyeran martillos.

El lugar llevaba años vacío, se decía que estaba embrujado. Ahora por fin estaría ocupado nuevamente, y ella no podía esperar a conocer a la valiente o ingenua persona que había tomado la decisión de mudarse.

¿Sería del tipo amigable, o gruñón? ¿Todo seguiría como siempre, o su vida estaba por complicarse inesperadamente? Solo había una forma de averiguarlo.

Siguió subiendo, se ajustó su bolsa de compras pensando en maneras inteligentes para ir a saludar, y cuando finalmente terminó las escaleras para llegar al pasillo, súbitamente vió cumplido su deseo. Había alguien en el rellano de la puerta del departamento de enfrente.

Un muchacho rubio con los ojos cerrados se apoyaba en el marco de color blanco. Parecía profundamente concentrado, y por alguna razón que ella no comprendía, quedó fascinada por lo que hacía. Al parecer estaba escuchando.

Deslizó los dedos sobre la madera, empujó ligeramente la puerta para oír las bisagras. Sonrió al escuchar el viento colarse entre la pieza y el pasillo, y cuando parecía a punto de decidirse a entrar, quedó paralizado mientras abría los ojos y miraba hacia ella. Al parecer, también la había escuchado suspirar.

«Qué hermoso», pensó sintiendo que se ruborizaba. Pero no se refería solo a lo guapo que era. Algo en su expresión la conmovió profundamente, y el color verde de sus ojos la dejó tan cautivada que ninguno se movió por algunos segundos. Luego ella reparó en que estaba siendo grosera, así que finalmente sonrió mientras se le acercaba con la mano extendida.

—Buenas tardes, mucho gusto —dijo llena de energía—. Me llamo Elizabeth Goddess. Aún no nos conocemos, pero soy su vecina de la casa de enfrente.

—Mu... mucho gusto —sonrió él mirando a todas partes menos a ella. Y tampoco hizo ademán de tomar su mano, así que la fue retirando algo incómoda, tratando de no perder el tono amable.

—Claro, bien. Cualquier cosa que necesite, no dude en tocar. Bienvenido al edificio.

—Gracias —contestó el chico dándole la espalda. De nuevo, no supo qué pensar, así que hizo lo mismo y sacó las llaves de su casa. Justo cuando estaba por entrar, escuchó otra vez al joven. Su tono fue tan dulce que la volvió a conmover—. Soy Meliodas. Un placer conocerte, Elizabeth. —Y ella ya no pudo responder, pues un segundo después la puerta se cerró. 


***

Fufufu, ¿creían que los dejaría así? ^u^ Hoy por su estreno, ¡Ración triple! Nos vemos en unos segundos para más... 



Sonidos del AlmaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ