8 El sonido de... una tormenta

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Era una tormenta como no veía hacía mucho. Elizabeth se encontraba en su casa, envuelta en cobijas tratando de dormir, pero sin importar cuánto lo intentara, no podía. Los relámpagos sonaban cada pocos minutos, y ella no conseguía relajarse. Las tormentas le habían aterrado desde que era niña.

Pensó en llamar a Mael, pero supo que eso no sería buena idea. Luego pensó en Diane, su mejor amiga, pero no podía arriesgarse a que se alocara e intentara ir a verla con esa lluvia. ¿Debía llamar a su padre? ¿A sus hermanas? ¿A quién engañaba? La verdad es que la única persona a la que quería llamar se encontraba del otro lado del pasillo, así que dejó atrás la negación y tomó el móvil en el acto. Sin embargo, él no contestó.

«¿Meliodas estará bien?», se preguntó. «Después de todo, él detesta los sonidos fuertes». Y entonces un relámpago sonó con tal fuerza que la hizo saltar de la cama. «Solo voy a ver cómo está, me preocupa», se justificó, mitad verdad, mitad mentira. Se puso su bata rosa más esponjosa para ir a verlo, atravesó el pasillo, y usó su llave de repuesto para poder entrar.

—¿Mel? —preguntó, pero no había nadie a la vista. Su celular estaba en la mesa, y fuera de la tormenta, no se percibía ningún sonido—. ¿Mel, dónde estás? —Llamó, cada vez más angustiada. Revisó cada puerta dando con un armario, el baño y su alcoba, pero él no estaba ahí. Solo quedaba una misteriosa puerta blanca, y al darse cuenta de que no abría, golpeó con más fuerza—. ¡¿Meliodas?! —Llamó una última vez, y esta vez sí escuchó un pequeñísimo sonido. Él abrió tras unos cuantos segundos.

—Elizabeth —dijo con expresión asombrada, pero un instante después sonó un trueno, y ambos se metieron al cuarto, que en cuanto se cerró, los aisló por completo del sonido de la tormenta.

—¿Qué es esta habitación?

—Es mi lugar seguro —le sonrió—. A veces los sonidos me abruman, se quedan en mi cabeza, y me lastiman. Mi hermano me mandó hacer este cuarto a prueba de sonido para que pudiera calmarme. —Elizabeth sintió que se derretía.

—¿En serio? Qué considerado —sonrió a su amigo. Luego se dio cuenta de que no tenía excusa para estar ahí, y se ruborizó, apenada—. Escucha, Mel. Espero no molestarte, pero... a mí también me lastiman las tormentas. ¿Podría quedarme un rato?

Él no contestó. Simplemente se quitó la cobija que traía, se la puso encima, y la empujó hasta el rincón donde había puesto colchonetas, almohadas y frazadas. Se quedaron dormidos con una película de Tim Burton ante un mini televisor en ese nido improvisado, y antes de darse cuenta, se estaban abrazando como niños pequeños. La tormenta pasó de esta forma hasta la mañana siguiente, y cuando despertó, Elizabeth sintió que nunca había dormido mejor en su vida. 


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La spooky season continúa 🎃💕 Hola a todos, aquí Coco, quien les desea un feliz ombligo de mes, y un fantabuloso inicio de semana. Ya viene, se acerca, Halloween esta a la vuelta de la esquina >u< Incluso esta tierna obra se está viendo influenciada, fufufu. Les dejé unos breves anuncios sobre esto en Coconoticias, les deseo lo mejor en estos días mágicos, y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más. 



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