23 El sonido de... una persona enojada

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Aquella llamada había sido extraña. Cuando Elizabeth contestó, pudo reconocer de inmediato la voz de Zeldris. Lo que no pudo identificar fue su tono. Desde que se conocieron, él había sido sorprendentemente amable, y no creía haberlo escuchado ser tan frío al dirigirse a ella. Llegó a donde estaba el edificio de artes de la universidad, y entró con la sensación de que estaba por presentar un examen.

No era como que la contactara seguido. De hecho, esa era la primera vez, pues solo le había ofrecido su número como respaldo de emergencia para contactar a Meliodas. ¿Qué podría haber motivado esa invitación? ¿Hizo algo para ofenderlo en navidad? Se encontró al pelinegro al final de la escalera del tercer piso, donde estaba el taller de pintura, y pudo relajarse un poco cuando le dedicó una tímida sonrisa.

—Hola, Elizabeth.

—Zel, qué gusto verte. Espero no sonar brusca, pero por favor ya dime, ¿por qué estamos aquí?

—Lamento mucho el misterio, solo... —inhaló lentamente—, quiero mostrarte algo —Empujó la puerta que abría a un espacioso y bien iluminado lugar, y avanzaron entre cuadros sin acabar y materiales de arte—. Creo que aún no he terminado de agradecerte lo mucho que haces por Meliodas.

—No es nada, para mí ha sido un placer. Sabes lo mucho que me importa.

—Sí, creo que sí. Lo has cambiado en los meses que llevan siendo vecinos —Una genuina sonrisa atravesó su rostro, y ella pudo relajarse por primera vez—. Ahora es más valiente, más decidido. Hace un esfuerzo consciente porque sus interacciones con los demás sean mejores, y aunque aún tiene problemas con el contacto físico, ya puede mirar de frente cuando saluda. Te lo agradezco.

—No tienes que. El logró es suyo y solo suyo.

—Sin embargo... —La cortó, usando el "pero" que ella había estado esperando—. También ha comenzado a hacer algunas cosas que me preocupan —Silencio, un intercambio de miradas, y su sonrisa lentamente se borró—. Sabes que mi hermano trabaja aquí.

—Pues sí. Da clases de música de manera remota, y solo viene de vez en cuando.

—Lo que tal vez no sabes es que la música no es el único arte con el que se expresa. Es muy bueno pintando, y suele dar clases privadas en este salón a los casos especiales. Francamente, creo que aceptó hacerlo porque también usa este lugar como una especie de taller personal. Mira, estos son algunos de sus trabajos —Paisajes de lugares hermosos, un templo en el cielo, un castillo, y hasta una pequeña taberna medieval.

—Son hermosos.

—Sí. Mi problema comienza con sus obras más recientes —dijo en un tono que le causó escalofríos. Acto seguido retiró la sábana que cubría uno de los cuadros, y Elizabeth tuvo que reprimir su sorpresa. Era ella. El cuadro era abstracto, lleno de colores y formas apenas insinuadas, pero esa era definitivamente ella, desnuda y sonriendo para él—. ¿Ahora entiendes mi preocupación? —Zeldris le hizo el gesto de que continuara, y pronto ella se vio en el centro de un círculo lleno de lienzos donde cada pintura le estaba dedicada.

Partes de ella en cuadros pequeños, retratos de cuerpo completo en los más grandes. La pintó como princesa, como guerrera, incluso como una diosa de alas enormes. Estaba representada en todas las corrientes artísticas que le gustaban, e imaginarse a Meliodas con los dedos manchados de pintura sosteniendo un pincel mientras pensaba en ella por poco logra hacerla llorar.

—No quiero insinuar nada —retomó el moreno—. El Asperger hace que Meliodas se obsesione con los temas que le gustan, así que podría estar acusándote en falso. Pero me alarma, la naturaleza de alguno de los cuadros es... —Entendía a qué se refería. Erótica. Algunas pinturas desbordaban tal sensualidad que la habían hecho ruborizar—. No voy a incomodarte preguntando más, pero sí tengo que advertirte. Si esto forma parte de las fantasías de mi hermano, te suplico que lo perdones. Pero si no es así, si de alguna forma has influido en que te mire de esa manera... —su voz tomó un tono acerado, y ella pudo identificar el sonido de una persona enojada—. Bueno, de cualquier forma la solución es la misma. Tienes que alejarte de él.

—¿Qué...?

—Al menos por un tiempo. Normalmente sus obsesiones remiten en uno o dos meses, y eso debería ser suficiente para ponerlos a ambos fuera de peligro.

—No entiendo. ¿Cómo que peligro? ¿A qué te refieres?

—Puede que mi hermano lidie muy bien con su situación —explicó—, pero eso no quiere decir que no la tenga. Una crisis emocional es algo serio para personas como él. Lo que sea que le pase, lo sentirá con mucha más intensidad que la gente normal, y eso podría llevar al desastre. Déjame ser tan explícito como pueda —La sombra de Zeldris la cubrió como un manto frío, y ella se puso a temblar—. Puede terminar queriendo hacer realidad lo que hay en sus pinturas. Y cuando lo rechaces...

—No, espera, ¿por qué lo haría? No entiendo.

—¡Elizabeth! —gritó, exaltandose por primera vez—. Mi hermano no puede tener una relación como las personas normales. La última vez que pasó, casi se muere. Y tampoco podemos arriesgarnos a que intente abordarte sexualmente —Todas aquellas revelaciones dejaron a la albina como si le hubieran golpeado la cabeza—. Escucha —Logró respirar y calmarse—, sé que tus intenciones son las mejores, eres una persona bondadosa. Pero esto simplemente no es algo que puedas manejar. Déjalo tranquilo por un tiempo. Estoy seguro que después podrán volver a ser amigos. —Había enfatizado la última palabra.

Las preguntas la desbordaron como una inundación. ¿Y ahora cómo podría confesarle a Zeldris que Meliodas y ella estaban saliendo? ¿En verdad lo lastimaría si continuaba a su lado? Si ya había estado en otra relación, ¿qué sucedió que fue tan grave como para que su hermano reaccionara así? Y lo más importante, ¿quién fue esa mujer? ¿Qué es exactamente lo que le había hecho? No obtendría las respuestas en ese momento, así que hizo lo único sensato que podía hacer para no levantar sospechas.

—De acuerdo Zel, lo... lo intentaré. —El pelinegro soltó un enorme suspiro de alivio.

—Gracias, Elizabeth. —salieron del taller en completo silencio, y para cuando llegó a casa, ella no estaba segura de si le había mentido o no al decir eso.


***

Oh-oh, se vienen los problemas 0_0 Hola a todos, aquí Coco, quien empieza fuerte esta semana que ya pisa el mes de febrero, y que espera que tengan un fabuloso domingo seguido de días de mucho éxito. Toda historia de amor requiere drama y toda historia buena requiere conflicto. A partir de aquí estamos entrando al segundo arco de la trama, ¿listos para lo que sigue? fufufu 💕 Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más 💋

Posdata: ahorita a las 7:45 hay una pequeña noticia en Coconoticias. No dejen de pasarse por allá para enterarse de todo. 



Sonidos del AlmaWhere stories live. Discover now