26 El sonido de rechinidos en la cama... otra vez

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Era viernes, y como cada viernes, Elizabeth había ido a tomar el té con él. Por supuesto, no era todo lo que hacían. Meliodas estaba encima de ella embistiéndola con cuidado, y entre suspiros y gemidos, la albina se puso a pensar en las cosas que habían cambiado y las que no. Era extraño ser la misma y que, al mismo tiempo, nada fuera igual al año pasado.

Aún seguía siendo una persona de hábitos. Cuidar de sí misma, de su hogar, de sus amigos. ¿Qué era diferente? Tal vez, que ahora podía hacerlo en libertad. Sin celos, sin acoso, sin persecuciones. Meliodas confiaba ciegamente en ella, y la cuidaba de la misma forma en que ella lo cuidaba a él. Respetaba sus ideas, apoyaba sus prioridades y objetivos. La rutina no había cambiado. La forma de vivirla, sí.

—¡Ahhh! —gimió más alto, recibiendo una ola de placer con un espectacular movimiento de cadera que él hizo. Puede que sus "noches de citas" aún siguieran tratándose de sexo, pero la verdad, su tierno amante no dejaba de sorprenderla. No siempre eran los viernes. No siempre era en el mismo lugar o de la misma forma. Pero siempre le robaba el corazón, y eso hacía de su itinerario amoroso una completa aventura.

—Puedo oírte —murmuró sonriendo y acelerando el ritmo—. Ya casi estás lista.

—¡Meliodas! —Aún le impresionaba lo que dijo sobre todo lo que percibía de ella por sus sonidos. Sus latidos acelerándose, sus respiraciones volviéndose cortas, los sonidos acuosos de su vagina indicándole que se acercaba el clímax. Y su voz, sus gemidos haciéndose más agudos mientras más cerca estaban.

—Ellie... —Él también emitía algunos sonidos maravillosos, una enorme diferencia con la monotonía que vivía antes. Nada de bufidos y gruñidos falsos. Solo gemidos dulces, exhalaciones sinceras y gritos de deleite. Todo se sumaba en una sinfonía maravillosa, el sonido de sus cuerpos al chocar convirtiéndose en aplausos de algo que no era una actuación ni un performance, sino un concierto al amor.

—Oh, cielo, más. Más. ¡Más, por favor! —Tal vez aún había un ruido molesto de su pasado. Meliodas aceleró una vez más embistiéndola con ritmo desenfrenado, y ahí estaba. Los rechinidos de su cama se colaron en su canción como un violín desafinado, y ambos rieron un segundo antes de gritar mientras se venían juntos en un orgasmo sincronizado y musical. Luego él salió de su interior y se giró acostándose boca arriba a su lado.

—Ahm... ¿Ellie? —empezó. Era casi tan tímido como cuando le confesó que la había oído hacer el amor desde el otro lado del pasillo, pero ahora también era más directo y valiente. Se le acercó aún más, apoyó la cabeza en su hombro, y declaró lo que ambos ya sabían—. Tu cama rechina.

—Lo sé —volvió a reír—. Estoy pensando en cambiarla. —El silencio tras esas palabras de pronto pareció cargarse de electricidad, y ella giró la cabeza para mirarlo preocupada—. ¿Mel?

—O podrías... quedarte conmigo. —declaró. Y ella supo de inmediato que no se refería a por una noche. Estaba implicando algo mucho más grande, algo más que turnarse de casa o cambiar de muebles.

—Meliodas, ¿quieres...? —Pero no continuó la frase. Él se había quedado dormido, y ella lo abrazó llorando de felicidad en silencio. Si de verdad había implicado lo que creía, las cosas estaban a punto de cambiar. 


***

TuT Lagrimita de felicidad. Nos acercamos al final de temporada, y aún así, ¡los momentos de estos dos son más dulces que nunca! Hola a todos, aquí Coco, quién espera les haya gustado este pequeño y azucarado momento, y quien les desea un maravilloso inicio de semana de esta dulce primavera. No se espanten, les hablaré lo que se viene antes de mandar esta obra a descanso pronto. Por ahora, solo espero que hayan disfrutado este cap y que, como siempre, sigan aquí conmigo disfrutando del amor y del melizabeth, fufufu. Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos el próximo domingo para más. 



Sonidos del AlmaWhere stories live. Discover now