19 El sonido de... una cuenta regresiva

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Ya todo estaba listo. En casa, con una copiosa cena y el televisor encendido, Elizabeth y Meliodas esperaban la cuenta regresiva hacia el año nuevo. Solo los dos, disfrutando de la mutua compañía y de la recién descubierta intimidad que habían creado como pareja. No era la fiesta más fastuosa ni la más bulliciosa. Sin embargo, era perfecta. Y lo era, porque solo se necesitaban el uno al otro. Entonces comenzó el conteo.

Diez. Los dos tomaron sus copas de champaña y se aproximaron a la sala.

Nueve. Se sentaron en el sofá, sonriendo como un par de niños mientras se miraban mutuamente.

Ocho. Ver el televisor, imágenes de las personas alrededor del mundo que compartían el mismo momento.

Siete. Un suspiro sincronizado, tan lleno de amor que les dolía el pecho mientras exhalaban.

Seis. Un segundo de silencio. Solo uno, pues ninguno podía contener la emoción.

Cinco. Tomarse de las manos, estrechar al otro mientras esperaban lo que vendría.

Cuatro. Pensar en sus amigos, familia, las personas que los hacían fuertes y los mantenían juntos.

Tres. Un recuerdo. De cómo un muchacho peculiar llegó al edificio y saludó a su vecina.

Dos. Y todo lo que estaba por venir. Tenían un brillante futuro juntos. Incierto, misterioso, tal vez. Pero juntos, y eso era lo que importaba de verdad.

Uno. Mute. Elizabeth presionó el botón silenciador mientras fuegos artificiales estallaban en la pantalla y se oían amortiguados lejos, muy lejos de ahí.

—Feliz año nuevo —dijo a su novio, y lo encontró con unos ojos brillantes de lágrimas.

—Solo tú —susurró—. Solo tú podrías entender. Feliz año nuevo, Ellie —Chocaron las copas con el cristalino líquido dorado, y tras darle solo un par de sorbos, se lanzaron sobre el otro besándose con pasión.

Aprendió rápido, bastante. Habían estado practicando el besarse durante esa semana, y ahora el rubio no solo se sentía cómodo, sino que constantemente buscaba un motivo para hacerlo. ¿Qué mejor razón había que el inicio de un nuevo año juntos? Se aferraron mutuamente sin ser capaces de alejarse. Entonces, él hizo algo que cambió las cosas por completo. Liberó su mano, la colocó en su pecho. Y apretó con fuerza.

—Aaaaah... —gimió la albina sin poder evitarlo.

—¡Lo siento! —se apartó avergonzado—. No quise... no sé lo que me pasó. ¿Te dolió? ¿Estás bien? —Por respuesta tomó la mano con que había apretado, la guió por debajo de su suéter, y la colocó directamente sobre su pecho, piel con piel, pues no llevaba sujetador. El rubio inhaló con fuerza, sus pupilas dilatándose con un placer tan intenso como el de ella, y apretó de nuevo, siendo recompensado por otro celestial gemido.

—Con suavidad, así... mmm... —Lo guió, y de pronto aquel instante de tranquilidad se había transformado en un encuentro erótico. Su mano en su entrepierna, los labios de él en su cuello mientras sus dedos se deslizaban sobre sus curvas como sobre un piano. Antes de darse cuenta ella estaba sentada a horcajadas sobre su novio, y el rubio temblaba, completamente afiebrado mientras la ayudaba inconscientemente a encontrar el lugar correcto. Solo había algo que le parecía extraño—. Cariño, ¿por qué te muerdes el labio de esa forma?

—Es que... —jadeó, apenas controlándose mientras ella se quitaba definitivamente la ropa—. Sé que a tí no te gustan los ruidos que hacen los hombres cuando se excitan. 

—Eso no es cierto —Debía referirse a cuando la escuchó con Mael. Sin embargo, con él las cosas eran diferentes. Le desagradaban los sonidos que hacía su exnovio porque eran falsos. En cambio...

—¡Aaah! —exclamó cuando ella por fin liberó su miembro del apretado encierro de sus pantalones, y su voz la hizo vibrar hasta lo más profundo. Meliodas emanaba un sonido completamente sincero. Estaba feliz, estaba extasiado de que le hiciera eso. Estaba enamorado—. Ellie...

—Déjame escucharte —le pidió con los labios en su oído—. No te reprimas. Gime, grita, llora. Cada sonido que quiera salir de ti, déjalo libre.

—¡Aaaaaah! —sollozó temblorosamente mientras sentía cómo lo iba absorbiéndolo en su interior—. ¡Elizabeth!

—¿Listo para esto? —preguntó con una enorme sonrisa y abrazándose a su cuello.

—Sí —correspondió mientras abrazaba su cintura—. Te amo, Ellie.

—Y yo a tí, Meliodas. —Hasta que salió el sol del primero de enero, la inusual pareja se amó liberando todos los sonidos de sus almas. Un emocionante 2024 acababa de empezar. 


***

Fufufu UwU Hola a todos, aquí Coco, quien les desea buenas noches, felicidad, y un muy feliz año nuevo. Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos el próximo año para más. 💕✨🍾🥂🌟



Sonidos del AlmaWhere stories live. Discover now