21 El sonido de... un gemido

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Al principio, Elizabeth se había preocupado mucho. Desde que conoció a Meliodas, siempre fue consciente de lo complicado que era para él el contacto físico. No saludaba con la mano, no dejaba que lo tocaran en la calle, y no parecía recibir bien las muestras de cariño. Le angustiaba la idea de no poder controlarse y un día terminar haciéndolo sentir mal. Era un alivio comprobar que no tendría que preocuparse de eso en absoluto.

—Mmm... —gimió en sus brazos, y ella se derritió al escuchar un sonido tan dulce, sincero y sensual. Estaban solos en casa, sentados en el sofá, besándose. Y él lo estaba disfrutando tanto que tenía la expresión de estar borracho de felicidad.

«Es porque eres tú, Ellie», le había explicado cuando preguntó sobre su cambio. «Solo puedes ser tú». Pensaba aprovechar al máximo el privilegio de ser la única persona a la que él le permitía tocarlo.

—Abre la boca —susurró sabiendo que sería escuchada, y él obedeció docilmente mientras ella comenzaba una lenta, suave y húmeda exploración tentando su lengua con la suya. Meliodas inhaló con fuerza echándole los brazos al cuello y cerrando los ojos, y se inclinó de forma inconsciente permitiendo que el beso se profundizara cada vez más. Tanto fue el empuje de la albina que terminó recostando a su novio en los cojines, y solo cuando finalmente absorbió el último aliento que le quedaba, lo soltó.

—Ellie... —dijo el rubio tras recuperar el aire—. Mi sangre está muy caliente —declaró dándole la encantadora visión de su rostro completamente rojo—. Escucho mis latidos retumbar en los oídos.

—¿Quieres que pare?

—¡No! —La abrazó más fuerte mientras su respiración se agitaba—. Quiero más.

—Pues entonces, te daré más —sonrió, y acto seguido abrió la cremallera de sus pantalones.

—¡Aaaah! —gimió alto al sentir como lo tomaba y acariciaba—. Ungh... —Mientras lo apretaba deslizaba la mano por su largura—. Uff... Mmm... —Cada vez más rápido, cada vez más fuerte, y Elizabeth sentía que ya tampoco podía detenerse. Simplemente se había hecho adicta al delicioso sonido de sus gemidos—. ¡Ahh... ahhh... ahhh!

—¡Meliodas! —Sus piernas estaban temblando, pequeñas convulsiones lo recorrían y parecía al borde del desmayo. Sabía lo que venía, pero igual la hizo muy feliz oírlo.

—Ellie, siento... estoy por...

—Hazlo —le ordenó, y de inmediato sintió como su palma se llenaba de un líquido cálido y resbaladizo.

—Perdóname —se disculpó—. No debo ensuciar. —Trató de tomar un pañuelo con urgencia. Aquello le pareció un poco extraño, igual que cuando se mordió para no gemir, pero al final no importó. Porque lo que hizo a continuación fue lamer la mano con la que le había hecho todo eso, montarse sobre él, y reiniciar los besos que su novio aceptó gustoso. Ya habría tiempo de escuchar la historia. Por ahora, lo único que los dos querían era tener en sus oídos los gemidos del otro. Y eso fue lo que recibieron el resto de la tarde.


***

Uff, ¿está haciendo calor, o qué? >///< 💕🔥 Hola a todos, aquí Coco, que concluye este domingo con un clip super candente, preparándolos para la inminente llegada del mes del amor, fufufu. ¡Falta exactamente un mes para San Valentín! ^0^ Muchas gracias por seguir conmigo mientras esperamos. Les mando un beso, un abrazo y, si las diosas lo quieren, nos vemos la próxima semana para más. 



Sonidos del AlmaWhere stories live. Discover now