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El chocolate un poco burbujeante; el vapor subiendo lentamente en un espiral interesante, hasta que terminaba perdiéndose a medida que ganaba altura

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El chocolate un poco burbujeante; el vapor subiendo lentamente en un espiral interesante, hasta que terminaba perdiéndose a medida que ganaba altura. Poca azúcar, justo como le gustaba y lo suficientemente caliente para no necesitar soplar a medida que sorbe de la taza.

Luego de otra de las citas a ciegas —fallida— de Kazutora, se había dirigido hacia su cafetería favorita: Pink Coffee.

Ya comenzaba otoño y el clima gélido no era su favorito, por lo que llevaba su chaqueta negra favorita y un gorro de lana a juego mientras miraba fijamente el dorayaki frente suyo. Estaba levemente mordisqueado; igual y ni tenía tanta hambre.

Debido a la hora, la cafetería estaba un poco vacía, pero realmente no era algo que le importara. Keisuke no era especialmente una persona muy paciente y mucho menos alguien que disfrutara estar rodado de una cantidad exagerada de personas. Le gustaba su espacio y poder sentarse sin tener que esperar al menos 20 minutos a que una persona se dignara a levantar su trasero del cómodo mueble.

Baji era exageradamente puntual; para el cada segundo sugería una perdida.

Quizás algo compulsivo y que —según la noble opinión de su mejor amigo— le impedía tener una amplia vida social.

Pero para Keisuke eso no suponía un verdadero problema. No es como si al final del día prefiriera una noche de copas con amigos por encima de su espacio personal. No es como si conseguir una pareja o formar una familia realmente le quitara el sueño.

Y no, no es que eso significara que nunca había amado a nadie, es solo que la gente si no se sentía en un pedestal, entonces eso solo significaba que tu amor no valía nada. Para Baji su crecimiento personal era tan importante como para un niño su paleta y solo desearía que alguien lo comprendiera tanto como él.

— Amigo, tu vida es tan deprimente.

— Maldito bastardo, ¿Hasta dónde tengo que soportar tu cara? —Gruñe Baji dándole un pequeño sorbo a su taza de chocolate ya casi tan helada como el clima allá afuera— A veces me pregunto si me has puesto un GPS en el jodido trasero.

— Ya te he dicho que controles tu vocabulario —Reprende y toma descaradamente el dorayaki a medio terminar del plato, para acabar con el de un bocado— Y un "Kazutora, amigo, ya extrañaba tu dulce voz" no estaría mal. Soporto tu genio de mierda, deberías adorarme.

— Nadie te lo pide.

— Ese trabajo tuyo no es solo peculiar, sino que además se lleva tu buen humor.

— Tú te llevas mi buen humor —Corrige, pero tan pronto como la cara de Kazutora se deforma ante su sinceridad, se permite soltar una honesta carcajada.

— Eres un toca pollas, ¿Lo sabías? —Refunfuña y Baji solo se alza de hombros, a lo mejor dándole la razón— ¿Cómo estuvo tu última cita?

— ¿Hablamos de mi trabajo o de tu triste intento de conseguirme pareja?

— Olvidaré que dijiste lo último —Refunfuña de nueva cuenta— Y hablo de tu trabajo, Inupi ya me paso el registro. La has sacado llorando.

— Su vestido era anticuado, no podía dejar que su espejo la siguiera engañando.

— Era un regalo de su abuela.

— No es mi culpa que su abuela fuera victoriana o algo.

— Tú siempre encuentras la forma de desesperarme —Kazutora murmura entre dientes, pero logra articular bastante bien como para que Keisuke no se pierda ni un solo detalle de su débil frase— ¿Qué harás esta noche?

— Ni siquiera lo pienses. Mi agenda está saturada.

— ¿Es así? ¿Tu trabajo de nuevo o con que saldrás esta vez? Venga, sé que puedes hacer un espacio.

— Imposible, a las cinco en punto encontraré la cura al cáncer sin decírselo a nadie. De cinco y media a seis haré ejercicio. A las 7 es la cena conmigo, esa en definitiva no la cancelaré. Y de ocho a nueve haré skincare con Peke J. Estoy bastante ocupado.

— Necesitas vida social.

— Tú eres suficiente karma en mi vida —Acepta Keisuke sin remordimiento, obteniendo un pronunciado puchero de parte de Kazutora— Además, con la dosis extra que a veces recibo en mi trabajo, no veo por qué querría tal cosa.

— ¡No puedes catalogar tu trabajo como vida social! Esa cosa es... Es el aislamiento social hecho sueldo.

— ¿No es eso algo realmente bueno? —Baji sonríe mientras sorbe de su chocolate ya frío.

Keisuke no consideraba su trabajo el más moral de todos, sin embargo, también creía que todo el mundo en cada situación tiene un precio y él solo era un noble servidor.

En este trabajo todo era equitativo. Nadie ganaba de más, pero sobre todo nadie perdía si se cumplía el reglamento al pie de la letra. No había involucración sentimental, ni sexual, ni amistoso. Él solo era un trabajador cumpliendo su labor y la contraparte solo era el cliente en apuros que precisaba de sus servicios.

Al final del día básicamente Keisuke solo fingía por 24 h ser lo que quisieras, pero a cambio ambas partes debían de cumplir con el estricto reglamento que había de por medio.

Nadie sufría.

Nadie lloraba.

Para Keisuke era el trabajo perfecto, quizás dentro de todo lo que suena completamente ilegal.

— ¿Has escuchado algo de lo que dije?

— Parloteas dos mil palabras por segundo y la mitad de lo que dices no tiene sentido, así que no, con todo el criterio del mundo, me permito confesarte que no.

— Eres un toca pollas en serio.

Quizás a un paso de soltar la carcajada, su celular vibra matando el momento. Mira a Kazutora pensativo en sí observar, pero cuando este hurta su chocolate sin permiso, el mismo se obliga a ignorar que alguna vez estuvo ahí.

Desbloquea la pantalla, pero ese mensaje definitivamente cumple con todos los requisitos para ser único.

En serio, ¿Quién escribe a una empresa de esa forma?

«¿Buenas... tardes? Mi nombre es Chifuyu Matsuno y no sé si esto es legal, pero todo es culpa de mi mejor amigo —no es cierto (soy el amigo)—. Bueno, el punto es que necesito a un chico que quiera fingir ser el padre de mi bebe(?) —tiene 7 años la bebe (soy el amigo otra vez)— ¡Es solo por el día de los padres! Su padre biológico murió en el parto —no es cierto (hola otra vez)— y ella desea mucho que él asista a su recital. Prometo inventarme que realmente murió o algo. ¡Por favor, pido poco, necesito ayuda! ¿Alguien al menos si lee esto? ;-;»

Ese tipo estaba loco.

— ¿Keisuke? ¡Keisuke! ¡Deja de ignorarme!

— Pues deja de sentirte tan importante entonces.

¿Pero y que si estaba loco? Keisuke definitivamente le ayudaría, por qué la desesperación y la locura eran sus combinaciones favoritas.

¿Pero y que si estaba loco? Keisuke definitivamente le ayudaría, por qué la desesperación y la locura eran sus combinaciones favoritas

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Padre de Alquiler | BajiFuyuWhere stories live. Discover now