Capitulo 5

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Todo en la cocina era un desastre, la harina estaba regada por todos lados, un par de huevos estaban rotos en el suelo y ni hablar del estado en que se encontraba Matthias, el baño que le había dado antes no sirvió de nada, la ropa que le acaba de comprar fue en vano, el niño estaba todo cubierto de la mezcla para pastel. La señora Hawking intento ayudar, pero el rubio no dejo que se acerque así que John le dijo que no se preocupara que él se encargaba.

Obviamente no se hizo cargo de nada, se nota a kilómetros por el estado desastroso de la cocina que el que tenia el control era otro. Aunque unos momentos después logro dominar la situación y calmo al pequeño, quien destilaba emoción por doquier.

Ahora se encontraban sentados en uno de los bancos de la isla, el rubio en su regazo, ambos batiendo la mezcla.

Rita volvió a entrar a la cocina, y sonrió al ver la tierna imagen que tenia ante sus ojos.

– Le he dicho a mi sobrino que venga para que me ayude a acomodar las cosas, ha venido de visita por unos cuantos días y no quisiera dejarlo solo en casa, espero no te moleste

– Claro que no, señora Hawking, no tengo derecho a molestarme, después de todo esta es su casa – dijo soltando las manos de Matthias, dejándole el trabajo de mezclar a el solo.

– Perdón que sea entrometida, pero ¿Qué le paso a tu hermano para que quedara así? – la señora Hawking creía que el pequeño era hermano de John y este no tuvo la necesidad de desmentirlo. Si alguna vez la mujer llegara a ver semejantes cosas que hacían en esta casa, ella no volvería a creer que ellos eran hermanos.

– S-se lo detectaron cuando era niño, digo físicamente, ahora lo sigue siendo, pero solo es mental – hizo una pausa para pensar, ya llevaban casi un año aquí y nunca había hecho tal pregunta, quizás porque no tenía la confianza suficiente aun, debía ser rápido y pensar en algo pronto – Él ya había nacido con ello, pero se lo detectaron años más tarde y después de que nuestros padres murieron yo me tuve que hacer cargo de él – Dios como es que le daba la cara para mentirle a esta buena mujer.

– Perdona mi imprudencia, no sabes cuanto siento lo de tus padres – la mujer le daba una mirada llena de compasión y lastima, el remordimiento lo estaba carcomiendo por dentro.

El timbre sonó, librándolo de tal incomoda y engañosa conversación, la señora Hawking le regalo una sonrisa antes de irse. 

– Date prisa si no quieres quedarte sin pastel – agregó con una risilla. John no comprendió, pero al regresar a mirar a Matthias entendió el mensaje, el chico se estaba comiendo toda la mezcla.

– No Matthias, eso aún está crudo.






Después de hornear el pastel, decorarlo y bañar al rubio por segunda vez, salieron al comedor y la mesa ya estaba puesta, el olor de la comida era exquisito, como si hubiera sido preparadas por los mismos ángeles, y como no, si la señora Hawking era uno.

La mesa era chica y no había sillas, por lo que tenían que sentarse en el suelo, el pequeño se sentó encima de John, y esta vez, el mayor no protesto, lo entendía porque habían desconocidos en la casa y tal vez tuviera algo de miedo. Además de que una de las personas no era una cara familiar, era la primera vez que lo veían en sus vidas.

– Él es Thomas, vive en Canadá, pero está de vacaciones.

– Es un placer conocerlos – volteo a ver al rubio, quien se encogía hundiéndose en el cuerpo de John – esta bien no temas, soy buena persona – sonrió y le entrego un dulce.

Oculto bajo un suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora