Capitulo 8

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Un carro iba a toda velocidad a travesando los charcos de agua que se empezaban a formar en la autopista debido a la lluvia, quería llegar lo más rápido para impedir una tragedia, el puerto estaba a solo 10 minutos de su casa, pero no podía perder ni uno.

Todo termina en donde empieza, sin duda se refería al puerto, allí fue donde empezó todo y allí es donde Mateo quería terminarlo, pero John no lo dejaría, no permitiría que se vaya dejándolo atrás, no lo permitiría.

Estaciono el coche y bajo rápidamente, corriendo hacia los barandales al final del puerto en donde solían ir a ver el mar siempre, todos esos recuerdos al lado de Mateo invadieron su mente, pasaban uno por uno a través de sus ojos.

Este no era el final que el quería.

Al llegar, su miedo aumento por mucho al darse cuenta que no había nadie en aquel camino, el lugar estaba vacío. John tiro desesperadamente de su cabello considerando la idea de que pudo haber llegado tarde y de q Mateo...

Las lagrimas empezaban a caer hasta que a lo lejos pudo divisar una sombra sentada al borde del acantilado, aquel que se encontraba al lado de la salida del puerto, era Mateo, el aún seguía aquí.

Rápidamente subió hasta la cima deteniéndose a unos cuantos centímetros de él, lleno sus pulmones de aire antes de avanzar hacia el rubio y sentarse a su lado. Este estaba todo empapado y con la mira ida, embozando una sonrisa amarga dijo

– No pude – con voz temblorosa – soy un maldito cobarde, mi padre tenía razón no sirvo para na... – interrumpiéndolo John lo besaba y lo apretujaba desesperadamente, lo tocaba como si quisiera cerciorarse de que en verdad estaba junto a él, en sus besos solo se podía notar una cosa, miedo.

– ¿Por qué me haces esto? – susurro separándose, juntando su frente con la del rubio, sus respiraciones eran un desastre, sin duda la excitación y el miedo no eran una buena combinación – ¿sabes... lo infeliz que seria mi vida sin ti? – el moreno enterraba sus dedos en el mojado cabello del chico, acariciándolo, sintiéndolo – por favor no vuelvas a hacerme esto ¿de acuerdo?

El rubio asintió gimoteando, el moreno colocó las manos en sus frías mejillas, debido a la brisa de la lluvia, rozando la punta de nariz con la suya, poco a poco empezó a acercarse hasta cortar la distancia entre sus labios.






***






John abrió los ojos de golpe con la respiración agitada, era la tercera pesadilla que tenia en lo que llevaba de la semana – ¿o era la cuarta?, no lo sabía – el miedo y la ansiedad se estaban apoderando de él, ya ni dormir abrazando a Matthias funcionaba, eso lo aterrorizaba, el calor que emitía el pequeño cuando lo abrazaba solía calmarlo, pero esta vez ya no estaba resultando.

Regulando su respiración se levanto y tuvo que ahogar un grito cuando vio a Matthias sentado mirándolo fijamente, ¿Cuánto tiempo había estado observándolo?

Involuntariamente retrocedió no estaba seguro de quien lo estaba observando en este momento, desde hace días que no sabia si Matthias de pronto dejaría de ser el otra vez.

– M-Matthias no podía dormir – sintió que el aire volvía a sus pulmones, era una falsa alarma.

– Está bien bebe, ven aquí – hizo un ademan para que se acercara, acuno al rubio entre sus brazos, acariciando su espalda pasando a su nuca, masajeando, perdiendo sus dedos en los dorados cabellos del chico.

– ¿Tu no dejaras a Matthias, chieto? – la pregunta quedo en el aire.

Cerrando los ojos respiro hondo y humedeció sus labios antes de hablar – sí, no... no voy a dejarte.

El rubio sonrió vigorosamente satisfecho con la respuesta, confiaba en que decía la verdad, John nunca le mentiría, aferrándose mas al moreno hundió la cabeza en su pecho y cerró los ojos, escuchando sus latidos, dejándose perder en ellos, hasta quedar profundamente dormido.

– Perdóname... – musitó después de asegurarte de que el pequeño no lo oía – pero es lo mejor – una lagrima cayó por su mejilla, la luz de la luna que se colaba por la ventana reflejándose en ella.

Compadeciendolo. 






***






Un cálido beso en su mejilla lo despertó por la mañana, estirando su cuerpo abrió los ojos para encontrarse a un moreno, piel blanca de ojos verdes, ojos que lo observaban con ternura – Buenos días, bebé – sonriendo levantó levemente la cabeza para depositar un beso en la punta de su nariz, amaba que las mañanas empezaran así.

–¿Me das un beso? – pidió dulcemente el rubio.

–¿Desde cuándo preguntas y no ordenas? – elevo el labio superior arqueando una ceja, haciendo soltar una risilla al pequeño.

Junto sus labios en un delicado – y sobre todo moderado – beso, Matthias envolvió los brazos alrededor de su cuello y John coloco ambas manos a los lados de su rostro, haciendo círculos con sus dedos, acariciándolo.

Después de unos segundos se aparto mirandole a los ojos, esos ojitos que parecían dos estrellas en el firmamento, esos en los que solía perderse con facilidad.

Le dio un ultimo beso antes de apretar sus cachetes y jalarlos, haciendo protestar al rubio. Sin duda extrañaría estos pequeños momentos de felicidad y plenitud que el amor del chico le otorgaba.

–Vamos, tienes que desayunar, saldremos a pasear un rato – el pequeño asintió entusiasmadamente, deshaciéndose de las sabanas y levantándose de la cama para empezar su día.

La mañana era perfecta para ir a la playa y alquilar una lancha, hace ya tiempo que quería hacer esto con su pequeño diablillo, ir a ver el mar y navegar en él, sintiendo la brisa en sus rostros, pero casi siempre se vieron interrumpidos por... calurosas situaciones.

El moreno le estaba colocando el chaleco al pequeño, cuando este de pronto se sorprendió y señalo algo que estaba detrás de él, volteo y se encontró a un Thomas sonriente saludando animosamente al pequeño.

Genial, se cago el día, pensó.

Se levanto pesadamente y cargo al rubio, sus celos y su necesidad de hacerle saber a todo el mundo de que ese rubio ojiazul era suyo era incontrolable en ciertas ocasiones, ocasiones como esta.

– Hey, ¿qué te trae por aquí? – trato de sonar amistoso y lo había conseguido, mas o menos.

–¿Lo mismo que hacen todos aquí? disfrutar la playa – dijo dejando al moreno como un completo idiota – ¿van andar en lancha? – el pequeño asintió chupando la curva de su dedo índice – genial, ¿te parece si vamos todos en una? Así nos ahorramos algo de dinero – pregunto, esta vez dirigiéndose a John.

– No lo creo – su respuesta fue inmediata, se dio cuenta del descortés tono que había usado y carraspeo para disimular su evidente molestia. No funcionó – Perdona mi desconsideración, tienes razón, ahorraríamos mucho, pero le prometí a Matthias pasar un tiempo solo los dos, espero puedas entendernos.

– Si, entiendo, por su puesto, no hay de qué preocuparse –dijo dándoles una sonrisa ladina – entonces nos vemos en otra ocasión.

Los vio alejarse hacia su destino y grande fue su respuesta cuando vio como el rubio le dio un beso en la comisura de los labios al mayor, frunciendo el ceño parpadeo varias veces para cerciorarse de que había visto bien, el pequeño ahora le daba un beso en la punta de la nariz, el moreno asustado mirando a los lados procurando que nadie los haya visto.

¿Qué carajo?, pensó.

¿Hacer eso era legal entre hermanos? ¿Cuál era su verdadera relación? 

Oculto bajo un suspiroWhere stories live. Discover now