Capitulo 20

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¿Qué tanto dolor puede experimentar una persona en su vida? ¿Qué tan desgarrador tiene que ser para sentir una opresión en el pecho? ¿Para que te quite la respiración y sientas que morirás en cualquier segundo? Los científicos dicen que las emociones son pasajeras, simples funciones que realiza nuestro cerebro a través de reacciones químicas para experimentar lo que llamamos dolor, pero ¿Que es el dolor? Una emoción fuerte que puede ocurrir en un instante, es tan fuerte como ser golpeado por una roca y tan fugaz como una estrella que surca el azul del cielo hasta perderse, lo que en verdad queda es el sentimiento después de la emoción, es la tristeza después del dolor, esa sí que es permanente. Entonces... ¿Qué es el amor? ¿Una emoción pasajera? O ¿Un sentimiento eterno? Aun no hay quien lo haya descubierto, es una de las mas grandes incógnitas del mundo, pero lo que si es seguro es que, tras el amor viene el dolor, porque no hay amor sin sufrimiento.

Al llegar al lugar se encontró con el escenario de su película de terror perfecta, la casa completamente en llamas, los bomberos intentando apagar semejante monstro de fuego que amenazaba con esparcirse por los adentros del bosque y arrasar con toda vida, y dentro... en lo más profunda de esta absurda historia, el amor de su vida siendo cubierto por el rojo de la lumbre.

- ¿El rojo combina muy bien conmigo no crees? – sonrió mirándole a través del espejo para luego voltear en dirección a su novio y mecerse presumiendo su nueva playera.

- El rojo junto al dorado de tu cabello me hacen pensar en que eres una pequeña chispa de fuego que quiere causar un incendio – este empezó a reír, como amaba su risa, se acercó montándose en su regazo.

- Entonces apágame antes de me queme – dijo sutilmente plantando un suave beso en los labios del moreno.

El recuerdo le provoco un escalofrió que recorrió todo su cuerpo haciendo que ciña sus facciones, sus ojos estaban comenzaban a aguadarse, pero las lágrimas no salían debido al shock, la opresión del pecho volvió y ya no sabia si estaba respirando o no, eso no importaba de todos modos.

¿Por qué cada vez que tenia que salir corriendo lo único que su cuerpo hacia era quedarse congelado esperando lo peor?

Cobarde, no quieres enfrentar la verdad.

Con la mirada perdida se fue acercando poco a poco, intentando asimilar lo que tenía ante sus ojos, paso al lado de uno de los oficiales, le dio una mirada rápida y se disponía a entrar, pero este le detuvo.

- ¿A dónde va?

- A ver a mi novio – murmuro dirigiendo su mirada al frente para seguir su camino, pero volvió a ser detenido esta vez con un agarre mas fuerte.

El toque le hizo perder el control y le dio un recio golpe que lo dejo tendido en la dura tierra. Ya no razonaba, la furia empezaba a apoderarse de su cuerpo y nadie iba a detenerlo.

- ¡Suéltenme! – gritaba desesperadamente, intentando librarse del agarre de los oficiales, sintiendo la impotencia recorrer todo su cuerpo – ¡Tengo que verlo! ¡tengo que sacarlo de ahí! – el dolor empezaba a colarse en lo mas vasto de su corazón, subiendo por la garganta formando ese clásico nudo que te quema y que sin embargo no deja salir el suplicio que se va acumulando.

- Señor... se reviso todo el lugar, no queda nada vivo allí dentro.

Esas palabras le cayeron como un balde de agua fría y sin poder hacer nada más, cayó rendido impactando sus rodillas contra el suelo, dejando a las lagrimas caer con libertad de sus ojos y a su cerebro, el mas sucio y traidor órgano del cuerpo, dejando correr la cinta de todos los recuerdos junto a Mateo, junto al pequeño Matthias.

–No quiero que nada nos separe

Los recuerdos iban golpeándolo uno por uno, uno con un impacto mayor al otro, sentía ahogarse en ellos, el ruido del exterior fue bloqueado, no escuchaba ni sus propios sollozos, sus ojos se nublaron y ya no le permitían ver.

– Matthias... quiere que John lo abrace

Los momentos mas dulces y tiernos que pasaron en su momento ahora tenían el sabor mas amargo. El dolor en el pecho no hacia mas que incrementar empezando a consumirlo.

– Eres y serás mi persona especial, ¿sabes? he conocido a muchas personas que hablan de encontrar su par perfecto, ese que amaras con locura hasta la piel de tu cuerpo ya no pueda estirarse más, yo creía en un principio que era una estupidez, lo que viví me decía que así era, pero... creo... creo que soy afortunado... porque yo si lo encontré... porque yo te encontré.

El saber perfectamente que no encontraría a nadie como él, solo aumentaba su dolor, le hacía sentir sumamente miserable, preferiría que le claven mil estacas en el corazón, pisar vidrio roto con los pies descalzos, quemarse vivo a sentir la perdida del amor mas sincero y puro que había experimentado.

– Tu felicidad siempre será la mía

El era su felicidad y ahora que ya no estaba... ¿podría si quiera volver a experimentarla?

Los gritos empezaban a salir, pero no amenoraba en nada el sofocante ardor de su alma, empezó a golpear, a halarse el cabello y a rasguñarse creyendo que el dolor físico podría anular el dolor emocional, pero fallo, otra vez.

– ¿Tú no dejaras a Matthias, chieto?

Al final fue el quien lo dejo, tirado y con una herida enorme que estaba seguro nada ni nadie podía curar. Esa herida permanecería hasta el día de su muerte. El no debía irse, él tenía que quedarse con el a su lado para siempre. Fue un tonto por pensar que dejarlo ir iba a ser lo mejor, ya estaba experimentando el dolor que Mateo sentiría si es que era el quien se iba. Debió protegerlo y cuidarlo mejor. Ya era tarde para eso.

–¿Me das un beso?

Era una tortura saber que ya no volvería a escuchar esas palabras de sus hermosos labios, era un tormento saber que ya no volvería a tocarlos.

– S-se que estoy hecho mierda... pero Ámame y no me dejes ir. Sacrifícate y dame lo que queda... solo en tus ojos puedo encontrar el fuego que necesito para vivir

Le dijo que le daría hasta su último aliento, que daría todo por él, pero al final se lo llevo todo consigo, definitivamente su ultimo respiro se lo estaba arrancando en este mismo instante.

– Te amo

Sintió que fue susurrado en su oído, para que no olvidara que seria el ultimo que escucharía, sería lo último que tendría de él, al igual que sus besos, sus abrazos, sus caricias, sus miradas, sus sonrisas, ya no se lo daría nuevamente.

- ¡Mateo! – le ardía decir su nombre, le quemaba saber que ya nadie respondería a ese llamado, porque el dueño de tan hermoso nombre no abriría sus ojos para verlo de nuevo – ¡Te dije que no quería que acabara así! – sentía su garganta desgarrarse, ya no podía más, el dolor en sus mejillas era atroz, el ardor en sus ojos infernal, pero las lágrimas no paraban de salir.

- ¡Vuelve, por favor! ¡No me dejes solo! ¡Prometo cuidarte mejor esta vez! – seguía gritando, aunque sabia perfectamente que no conseguiría nada de ello, Mateo no volvería por sus suplicios. Quería engañarse pensando que estaba viviendo un sueño, un horrible sueño, quería negarse a aceptar que esta era la realidad, que se encontraba en una vil pesadilla de la que no podía salir.

¿Cuántas promesas le había hecho? Y de todas aquellas ¿Cuántas pudo cumplir?

- ¡Por favor!

Para cuando perdió el conocimiento las intensas llamas del fuego fueron apagadas, pero las que lo estaban consumiendo a él, jamás lo estarían.  

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Este... Fin.




Na mentira. 

Oculto bajo un suspiroWhere stories live. Discover now