Capitulo 26

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<< ¿No caí del edificio? >>

Todo lo que paso después de que el carro casi lo chocara ¿fue todo una ilusión? No era verdad. Tenia claro que el rubio que vio delante de si en ese momento no era real, pero el edificio, ese sí que lo sintió real, el reluciente suelo, el viento que golpeo su cara, estaba seguro de haberlo sentido de verdad.

Era por eso ¿Qué aquel edificio estaba vacío? ¿Por qué era parte de sus alucinaciones?

El carro sí impactó contra él, golpeando la dura acera, derramando chorros de sangre que salían detrás de su cabeza.

Se había salvado de milagro.

Si la ambulancia hubiera llegado solo unos segundos tarde, el quizás ya no estuviera entre los vivos.

Quizás no se habría encontrado al menor en su conciencia pidiéndole que se quede.

Mateo era la voz de su conciencia pidiendo que no se rinda, quitándole toda esperanza que tuviera de reunirse con él, incentivándole a seguir adelante y luche por su vida.

Solo mera supervivencia.

Ahora lo sabe, las almas, los fantasmas y las animas no existen, son solo ilusiones que creamos los mortales para aferrarnos a los que perdemos, para no aceptar que ya no tendremos nada de ellos, excepto sus recuerdos y las pertenencias que dejaron atrás. Para no aceptar que ya no estarán entre nosotros, porque el motor de su cuerpo se apagó, porque sí, somos maquinas en funcionamiento que en cualquier momento se malograran sin oportunidad de reparación, y que después de ello ya no existe nada.

Le rezan a la nada, le llevan flores solo a un cuerpo que esta siendo devorado por los insectos.

Que tan sucio y manipulador ha de ser el cerebro que nos hace vivir en puras mentiras, sucias, viles y crueles mentiras para protegerse.

El día del alta llegó, había pasado aproximadamente 2 casi 3 semanas en recuperación, pues tenían que realizarle constantes tomografías para descartar cualquier posible anormalidad en su cerebro debido al fuerte impacto.

Debió haber quedado en estado vegetal o postrado a una silla de rueda a lo mucho.

Pero nada de eso ocurrió, como se dijo en su momento fue un milagro, a pesar de saber que las deidades tampoco existen.

Thomas ayudaba a bajar a John del carro cuidadosamente.

Sí, Thomas... sin Mateo aquí... John ya no tenía motivos por los qué enojarse con él. Además, estaba ayudándole, no tenía permitido ser grosero.

–Con cuidado hijo, pon tu mano en su cabeza vaya a chocar al salir – decía doña Rita, ella estaba mas nerviosa que ellos dos – pero con cuidado.

–Tranquilícese Doña Rita, se supone que debe mantener calmado al herido, no ponga impaciente al paciente – bromeó John soltando una leve risa, que le hizo sentir dolor en su costilla derecha, llevando su mano inmediatamente a la zona soltando un quejido.

–Es tu actitud tan relajada la que me pone nerviosa – se quejo la anciana.

–Es normal que actúe de esa manera tía, peor hubiera sido que haya quedado paranoico – se pronunció Thomas obteniendo una mueca por parte de John, dándole por primera vez la razón.

–Ahora se ponen en contra de esta pobre anciana – se victimizo

El moreno rio negando, era verdad que se vuelve a ser niño otra vez.

El moreno cambiaba su vendaje frente al espejo del baño, era doña Rita la que lo hacía cada mañana después de proporcionarle un baño de esponja, pero se estaba sintiendo inútil al ver que no le dejaban hacer nada y que hacían todo por él.

Era frustrante.

Así que esa mañana no espero a que la arrugada mujer llegara.

Haría las cosas el mismo, como antes de todo.

Él solo contra el mundo.

Desataba lentamente la venda que cubría su torso, una vez desnudo miro atentamente percatándose de que había bajado bastante de peso, su abdomen ya no estaba duro como antes, la flacidez se había apoderado de él. Luego de ello, saco la que envolvía su rodilla, pues había tenido una contusión, y por último la de su cabeza con la que tenia que tener especial cuidado, pues por un mal movimiento los puntos podrían volver a abrirse y esta vez si que no correría con la misma suerte.

Había vendas que llevaba en los antebrazos y gazas en su rostro, pero las dejo de utilizar debido a que eran solo raspones y ya habían sanado.

Un rato paso desde que empezó a envolverse el solo en las vendas, ya le faltaba solo una vuelta más en el torso y cortaría el exceso dando por culminada la tarea. Pero el timbre lo interrumpió.

Sus ojos se cerraron por instinto lamentándose. Ya se habría preparado mentalmente para lo que venia ahora.

Una dura riña de la Señora Hawking.

Se dirigió hacia la puerta a paso lentos, no podía hacer mucho esfuerzo.

Giró el aun oxidado pomo de la puerta y las tijeras cayeron al piso. 

Oculto bajo un suspiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora