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¿Qué es eso que sientes? ¿Miedo o presentimiento?


MACK

Yo apenas iba saliendo de mi habitación de darme una ducha decente, cuando de pronto Ax apareció por el pasillo.

Y no parecía nada contento, sino muy enfadado.

Es decir, yo no necesitaba analizar la forma en la que caminaba para saber que estaba muy cabreado, pero es que en esos casos siempre era muy obvio, porque el aura de la ira lo hacía lucir más intimidante de lo normal. Todos los detalles de su cara se realzaban por esa peligrosa emoción:  las cejas muy fruncidas, los labios apretados, los ojos heterocromáticos intensos, el entrecejo algo marcado, los puños tensos, algunas fibras de sus brazos ligeramente marcadas...

Toda su presencia hacía pensar que era capaz de aplastar al mundo entero si quería.

Aun así, le dediqué una sonrisa. 

—Hey, ¿qué sucedió? ¿por qué estás enojado? —le pregunté apenas nos acercamos.

Pero él pasó junto a mí, directo hacia la puerta, con una clara actitud de que no quería hablar.

Sin entender por qué no me había dirigido palabra, estuve punto de volver a preguntar si necesitaba apoyo, porque tal vez había pasado algo que lo superaba. También porque apenas nos estábamos viendo después del incidente en el que la chica había intentado matarlo. Es decir, ¿qué estaba sintiendo? ¿qué pensaba sobre eso? ¿cómo debíamos proceder? 

Pero al girarme noté que algo raro pasó.

Ax se detuvo en seco justo cuando puso la mano sobre la manija de la puerta de mi habitación. Simplemente se paralizó. No entró ni se volteó, se quedó allí.

Fue tan extraño que busqué ver su rostro. Cuando lo detallé, otra vez me encontré con esa mirada ausente, disociada, en la que no pestañeaba.

Recordé de inmediato que también había pasado algo similar luego de que nos habíamos reencontrado en el escondite de Teodorus, antes de ir a la sala de inyecciones.

Y esta vez me quedó más claro que no parecía normal.

¿O... yo estaba exagerando?

—Ax, ¿estás bien? —le pregunté, muy extrañada.

—¿En dónde está? —Salió de su boca como un susurro casi desvanecido. Y sí, era la misma voz extraña, como si ni siquiera fuera procesada por su consciencia.

—¿En dónde está qué? —Me sentí perdida.

Tras mi pregunta, Ax pestañeó y me miró, abruptamente consciente de mi presencia a su lado, y en especial de que yo lo observaba con algo de preocupación.

Entonces, su expresión se suavizó para mí, quizás porque no quiso ser rudo, pero igual pareció algo conmocionado.

—Debo dormir —fue lo que dijo.

No me dio chance de preguntarle nada más. Solo entró en la habitación y cerró la puerta.

Quedé tan confundida que no supe si también entrar para comprobar su estado o dejarlo solo.

Aunque tampoco me dio tiempo de decidir, porque Nolan también apareció de repente. Me puso una mano en el hombro y me volteó hacia él con brusquedad.

—Mack, creo que debemos irnos rápido de aquí —me dijo con urgencia. ¿Había estado corriendo? Lucía algo sudado y agitado. Aunque de pronto notó mi cara de estupefacción—. ¿Pasó algo?

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora