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Hay que averiguar qué pasa sin importar a qué idea estúpida recurramos para lograrlo

—Ayer, alrededor de las 10:50 un apagón oscureció una cuarta parte del pueblo. Según los trabajadores de la central hidroeléctrica del estado, fue causado por una pequeña explosión de fusiles. Sin embargo, el problema logró resolverse rápido al sustituir...

Nolan apagó la televisión que transmitía el canal local y se volvió hacia mí.

—Sabe que se llama Ax pero no sabe quién es —repitió según lo que le había contado, tal y como si expusiera un tema ante una clase—. Es como si yo supiera que me llamo Nolan pero no sé que en realidad soy Nolan, un chico que aún no entra a ninguna universidad y que es una vergüenza para su madre.

Nolan se paseó pensativo por la cocina, sosteniendo una taza de café recién hecho. Sus pantalones de pijama tenían algunas manchas de sangre seca, pero aún no se había dado cuenta de eso.

Había amanecido un par de horas atrás.

El cielo estaba nublado y el ambiente frío.

Era sábado y seguíamos con la incertidumbre de qué rayos hacer con Ax antes de que mi madre llegara de su conferencia en Seúl.

—No, es como si él sabe que se llama Ax, pero no sabe su apellido, su edad o de dónde viene —le corregí. Tomé un sorbo de mi café y luego exhalé—. Y yo tampoco me decido por lo de la universidad. Mamá me permitió el año sabático por lo de papá, pero ya pasó y debo encajar en algún sitio...

Nolan soltó una risa irónica.

—¿Hace un año creerías que eso de encajar no iba a ir con nosotros? —comentó entre dientes—. Te habría dicho que es una reverenda estupidez.

—Tenemos que intentarlo —admití—. De nuevo.

Bueno, sí. Hubo un tiempo en el que Nolan y yo éramos cool. Cool de verdad, como toda la gente de Hespéride, la urbanización privada en la que vivíamos. Pero prefería no pensar en cuanto habíamos tratado de retomar eso y fallado.

Graduarnos de la prepa había sido genial, pero también como dar un paso al vacío. Ahora no sabíamos qué hacer, a dónde ir o cómo definirnos finalmente. Y era exhaustivo. El pasado nos pesaba tanto... Ya no éramos los mismos.

—Bien, dejemos los problemas existenciales para más tarde —suspiró Nolan—. ¿Qué haremos con Carrie?

—¿Carrie?

Nolan reprimió una sonrisa friki.

—Sí, es que nos lo encontramos cubierto de sangre y de repente nos mira con los ojos bien abiertos... —Se mordió el labio inferior con emoción—. Me recuerda a Carrie de Stephen King.

De acuerdo, aquello me hizo reír.

Ambos nos recargamos en la isla de la cocina, casi en un movimiento coordinado. Desde allí se podía ver hasta la sala. Ax seguía dormido sobre el sofá. Se le había salido una pierna y la sangre ya se le había secado por todas partes.

—Bueno, sí que debemos admitir una cosa —comentó Nolan de repente sin apartar la vista de él—. Aun con las capas de mugre y sangre, es guapo.

Le golpeé el hombro con el mío.

—Te habías tardado muchísimo en decirlo.

Me devolvió el golpecito con su hombro.

—¿Así que lo notaste?

—No es como si se pudiera ignorar —musité con la taza a pocos centímetros de mis labios.

—Está bueno —admitió Nolan, ladeando la cabeza—, y esos ojos le dan como un aire intrigante y misterioso.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora