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El pasado siempre fue parte del presente. Y tal vez será el causante de eso tan terrible que pasará en el futuro


MACK

Esperé sola a mi ex suegro, el señor Jael, en la sala de interrogación en la que me había citado.

Nolan no había querido apartarse de mi lado, claro, pero yo lo había convencido de que era mejor que fuera rápido a avisarle a Ax que el director principal estaría en una "conversación conmigo".

A ver, yo era consciente de que no era una muy buena idea aceptar hablar con el ex director de MANTIS, pero me sentía obligaba a enfrentar la situación.

Aunque tampoco sabía muy bien qué era lo que estaba a punto de enfrentar.

Es decir, el padre de mi ex novio Jaden era el director de la organización que nos había dado refugio y que también había alegado ser capaces de protegernos.

Pero, por desgracia, esa misma persona también había sido el director de MANTIS, la cruel corporación que mantuvo a Ax cautivo desde su nacimiento, lo torturó y usó como arma para alquilar...

Corporación que, cabía recalcar, estaba tratando de capturarlo de nuevo. Y no solo eso, sino que también estaba matando a los individuos restantes por razones que Ax no entendía.

Yo tenía demasiadas preguntas. La más importante, por supuesto: ¿cómo es que este hombre siempre estuvo relacionado?

Como fuera, mi lío mental se apagó de forma instantánea en cuanto se abrió la puerta de la sala en la que me encontraba esperando. El estómago se me apretó de nervios (de los malos), y la ansiedad que me tenía el corazón precipitado me mantuvo allí parada, a la expectativa.

Primero entraron dos guardias. Luego vi entrar, empujada por otro guardia, esa extraña silla de ruedas en la que estaba postrado el señor Jael, protegido por la cúpula transparente.

Mi cara al finalmente verlo de cerca, fue solo de un claro y fuerte pasmo.

—¿Qué? ¿Me veo muy aterrador? —me preguntó Jael con una voz débil, seca y carrasposa al notar mi expresión y mi perplejidad.

La verdad... sí, era horrible.

E inesperado.

Pero porque lo que tenía ante mí no coincidía en nada con mis recuerdos del padre de mi ex novio.

El señor Jael (que en definitiva no había sido así antes) ahora parecía lo que quedaba de un cuerpo que había sido desmembrado poco a poco:

Necesitaba la silla de ruedas, pero porque era casi solo un torso. Le faltaba un brazo. Había perdido las piernas. Sus labios estaban pálidos, sus párpados caídos, su cabello seco, delgado y escaso. Los pómulos huesudos se le marcaban de forma cadavérica y sus ojos estaban inyectados en sangre.

Vestía una chaqueta elegante y una camisa oscura debajo, pero podías notar en las pocas partes de su piel que eran visibles, que estaba opaca e incluso matizada por un enfermizo tono amarillento.

Era la tez que podía tener alguien que había pasado por muchos tratamientos médicos contra malignidad, y que de forma progresiva estaba perdiendo la vida.

¿Tal vez por esa razón estaba metido en esa extraña cúpula? ¿Estaba enfermo de gravedad?

Debía causarme tristeza que pareciera estarlo, pero por alguna razón solo me dio miedo...

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora