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Marylise.

Estar con él es algo agobiante, pero aun así divertido; aunque sea algo difícil de instruir, nunca antes la había pasado tan bien con un hombre, ya que mi única amiga es mujer. Bueno, también está Brent, pero no sé si aún sea mi amigo, no después de que lo rechacé. Es solo que mi mamá no me permite tener novio, no hasta que esté completamente segura que sea una persona de bien y no quiera hacerme daño. Brent nunca me haría daño, pero mi mamá no comprende eso. A mi si me gustaba Brent, aún me gusta, pero mi mamá no entiende eso.

A veces es demasiado sobreprotectora, cosa que no me gusta del todo. Por eso mismo es que no le conté que de ahora en adelante le enseñaré matemáticas a Harry, prácticamente un desconocido, porque sabría cómo reaccionaría si le contara, y claramente no me daría permiso.

El tiempo con Harry en su casa hasta el momento ha sido un tanto extraño para ser honesta, fue divertido de cierta forma ya que él es muy bromista y carismático, pero existen ciertas ocasiones en que se comporta de forma distinta. Realmente no sabría cómo describir estas situaciones, no quisiera catalogarlo con un nombre ya que eso me da un poco de ansiedad, porque quizá lo que pienso es algo que no es verdad y solo es producto de mis desvaríos, o quizá sí sea algo totalmente real y lo que llega a mi mente en esos momentos lo estoy interpretando bien; es solo que nunca había pasado por algo así, nunca antes alguien me había mirado de esa forma en la que me mira, nunca me habían sonreído de esa forma en la que él me sonríe cuando actúo nerviosa ante sus provocaciones, es como si quisiese algo de mí, algo más, como si desease algo más.

De tanto pensar en todo lo sucedido, el tiempo se pasó deprisa. Ya era hora de regresar a casa, en aproximadamente veinte minutos llegaría mi mamá del trabajo y si no estoy allí para entonces, sé que me irá muy mal.

—Ya tengo que irme— Le avisé mirando la hora en mi móvil, levantándome de mi asiento.

—Pero si aún es temprano— Dijo marcando su ceño observando cómo me ponía de pie.

—Lo sé, pero si llego tarde a casa mi mamá va a regañarme— Expliqué formando una mueca de disculpa.

—Yo te llevo más tarde, de seguro tu mamá entenderá— Ofreció imitando mi acción previa—. Necesito que esto me quede muy claro— Dijo suplicante.

—Ehmm...— Exhalé—, tú no conoces a mi mamá, y aparte ella no sabe que estoy aquí.

—¿No le contaste?— Inquirió a lo que yo negué—. ¿Estás aquí sin permiso?— Sacudí la cabeza en asentimiento.

Sonrió sagazmente mientras negaba lentamente con la cabeza y me miraba de arriba abajo con detenimiento.

—Eres una chica mala, eh— Más que palabras se asemejaban a susurros roncos y casi inaudibles—. No obedeces a tu mamá, y eso solo lo hacen las chicas malas— Me miró de pies a cabeza una vez más antes de sonreír y decir en un murmuro-: Me gusta.

—N-no, yo no soy eso— El nerviosismo se apoderaba de mi boca haciendo que las palabras se escucharan temblorosas al pronunciarlas.

-Siempre hay una primera vez para todo, ¿no crees?-. Dijo en el mismo tono de antes. Me ceñí de hombros en respuesta.

El silencio sepulcral se apoderó de la habitación. Un silencio insoportable que hacía el momento mucho más incómodo y aumentaba mi ansiedad e inquietud a niveles que soy incapaz de comprender.

Noté como relamió sus labios causando un leve espasmo en todo mi cuerpo. No podía seguir soportando esto mucho más tiempo, tengo que salir de aquí, tengo que por lo menos un momento descansar y liberarme de esta tensión que provoca su sola mirada posada en mí, en mi cuerpo.

Teach me math, baby » H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora