Teach me math, baby » H.S

33

[Aclaración: Siempre que vean un fragmento de cualquier capítulo escrito en letra cursiva (no palabras o frases, sino una parte algo extensa), se trata de un recuerdo, algo que pasó horas, días, semanas o meses antes]

Harry.

¡Maldita sea! ¿Qué demonios le pasa?

Ha cambiado mucho, ¡demasiado! Y no sé si eso me gusta. ¿A quién engaño? Por supuesto que no me gusta. Estoy perdiendo el control sobre ella, ya casi no me queda nada de poder. Hoy me amenazó con llamar a la policía si no dejaba en paz a su amiguito. Como quisiera desaparecerlo del mapa, pero sigue siendo ilegal golpear a un mocoso menor de edad. Ya tengo suficiente con involucrarme sexualmente con una menor, como para ahora meterme en más problemas con la ley por darle un escarmiento al niño ese.

Marylise se está revelando cada vez más contra mí, y eso no es bueno... es terrible. Y toda la culpa la tiene Angie, por meterse en su cabeza y llenarle de mierdas en contra mía. ¿Por qué se tuvo que meter? Todo iba tan bien, Marylise me hacía caso en todo, nunca me decía que no, nunca me contradecía, y ahora todo es un desastre.

Tengo que decirle, exigirle, a Angie que revierta esto, que haga algo para que todo vuelve a ser como antes; cuando yo tenía el control de la situación.

Llamo a la puerta de su apartamento con violencia y, a lo lejos, escucho sus quejas.

— ¡Angie!

— ¿Qué demonios quieres?— Espeta, abriendo la puerta de golpe. Yo la aparto y entro a su casa; ella cierra la puerta detrás de mí—. ¿Qué te pasa idiota? Casi tumbas mi puerta.

— ¿Qué le dijiste a Marylise?— Le pregunto, ignorando completamente cualquier cosa que haya dicho.

— ¿Qué?

— ¿Qué?— La imito y suelta un resuello—. Ella cambió mucho, y todo esto pasó desde que hablaste con ella— Le aclaro—. ¿Qué le dijiste?

—Nada...

—No me vengas con eso— Estoy comenzando a cansarme—. Dime qué le dijiste.

—En primer lugar, no me grites, ¿de acuerdo? Puedo escucharte perfectamente— Ruedo los ojos al cielo y suelto un bufido cansino—. Le dije que dejara de ser tan sumisa contigo, que no fuera tan tonta como para obedecerte en todo.

— ¿Por qué tenías que hablar? ¿Por qué tenías que abrir la puta boca?— Hablo, con clara irritación y frustración en mi voz—. Ahora se me está saliendo de control. Antes ella me obedecía y ahora hace lo que se le da la gana.

Ella suelta una risita carente de humor a la vez que niega con la cabeza, antes de preguntarme—: ¿Sabes por qué te obedecía sin pensarlo?— No contesto—. Porque te tenía miedo.

¿Miedo? ¿De qué demonios habla?

—Eso no es cierto.

—Claro que sí— Contradice rápidamente—. Estaba aterrada, siempre tenía miedo de que le hicieras algo, de que la lastimaras o incluso que llegaras a abusar de ella.

—Yo nunca haría eso, ella no me temía, deja de decir estupideces.

—No son estupideces, Harry, reacciona— Eleva la voz tanto como yo al principio—. Ella estaba contigo y se sometía ante ti porque te tenía miedo— Niego con la cabeza. Eso no es verdad—. ¿Quieres que todo sea como antes? ¿Eso quieres?— Aprieto mis dientes con fuerza para no contestarle—. Entonces sigue haciendo lo que haces, sigue tratándola como la mierda, sigue gritándole, sigue usándola como lo haces y así conseguirás que ella te odie.