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Marylise.

Siento a mi cuerpo contorsionarse, mis piernas tiemblan y mi boca emite un sonido, algo fuerte, cuando sus dedos me hacen llegar al tan esperado y placentero clímax.

Me dejo caer en su pecho para recuperar el aliento y él saca lentamente sus dedos dentro de mí, provocando que un estremecimiento me recorra la espina dorsal y él vientre a la vez.

Noto como lleva su mano hacia arriba y me imaginó lo que hará. Confirmo mi suposición al escuchar un "mmm" de su parte, seguido de un chasquido provocado por su boca al sacar sus dedos. Río ante lo sucedido.

- ¿Por qué haces eso?- La pregunta sale de mi boca antes de que pueda detenerla.

- ¿Qué cosa?- indaga, confundido.

-Eso...- Le miro y señalo sus manos, pero el ver su ceño fruncido me hace entender que no estoy siendo clara-. ¿Por qué después de tocarme lames tus dedos?- Le pregunto con más claridad ésta vez, pero me arrepiento al instante. No creo que deba preguntar esas cosas.

-Sólo te estoy saboreando- Contesta, como si fuese lo más normal del mundo.

Hago una cara de desagrado y digo-: Pero es asqueroso...

-Estás muy buena- dice, contradiciéndome, humedeciendo sus labios. Frunzo mi ceño-. Podrías fácilmente convertirte en mi dieta de todos los días- Admite, en son de broma, o eso creo, depositando un beso corto en mi boca.

Sonrío ante su comentario porque no sé qué otra cosa podría hacer.

Vuelvo a acomodarme en su pecho pero Harry lleva sus manos a mis mejillas y levanta mi rostro para que le mire. Aprieta un poco mi cara y yo río. Él también lo hace, pero más leve, antes de acercar sus labios a los míos y besarme. Deja solo una mano acunando mi mejilla y la otra la lleva a mi cintura, acercándome más a él.

El beso se torna cada segundo más intenso y eso se siente realmente genial.

Él se halla sentado en el sofá de su casa y yo me encuentro a horcajadas sobre su regazo, totalmente desnuda y a su merced.

Después de que llegáramos de la escuela, él hizo que me sentara en sus piernas. Hablamos de cosas sin relevancia y no sé en qué momento él comenzó a acariciar mi cuerpo, luego me besó y se sintió tan bien que le pedí que siguiera. Él aceptó gustoso y continuó. Una cosa llevó a la otra y terminamos así. Fue increíble.

-A ver, bebé...- Habla, sacándome de mis cavilaciones. Le miro-. Ve a vestirte, anda- Me ordena, besando mis labios cortamente. Asiento con la cabeza en respuesta y le devuelvo el gesto antes de levantarme de su regazo e ir por mi ropa.

La mayoría de ésta se encontraba en el asiento de al lado del sillón en dónde estábamos, pero también había ropa regada en el piso. La levanto y comienzo a vestirme.

Me pongo mi ropa interior y percibo su mirada. Le miro y lo confirmo, él me observa detalladamente mientras me visto, como si el acto fuese tan entretenido de ver. Tomo mi camisa blanca de la escuela y me la pongo, comenzando a abotonarla sin siquiera mirar a la prenda o a mis manos. Sus ojos viajan hasta los míos y yo sonrío, haciendo que él también lo haga, pero mucho más leve.

Su mirada vuelve a descender, deteniéndose en mi camisa. Frunce su ceño por unos segundos y después se ríe. Me encanta su risa pero, ésta vez no la comprendo. ¿Qué es tan gracioso?

Su risa era algo contagiosa y me hace reír también. Él niega con la cabeza, pero yo no estoy entendiendo nada, por lo que le pregunto-: ¿Qué?

Él suelta un suspiro, continuando con su movimiento de cabeza, y hace una seña con su mano para que me acerque. Lo hago y es hasta que estoy frente a él que inquiere-: ¿Qué acaso no aprendiste a vestirte bien, Marylise?-. No me pasó desapercibido el tono irónico y burlesco que usó.

Teach me math, baby » H.SWhere stories live. Discover now