3. Hate Sex

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Odiaba esa sonrisa bobalicona en su rostro, esos cabellos ensortijados y la tez curtida por pasar horas bajo el sol en el club de equitación, que lo jodan a él y a todos lo de su tipo.

De hecho por qué no joderlo el mismo, aprovecharse del estado de embriaguez del señorito perfección me causaba un cosquilleo de satisfacción mientras tomaba su mano callosa llevándolo escaleras arriba, su habitación estaba en el segundo piso y esperaba que estuviera vacía si no, pues no tendría más que hacerlo con público, si era Angelo siempre podía pedirle que grabara la cara de Aioros para la prosperidad, era vil de mi parte, pero realmente verle en la fiesta me había amargado tanto la velada que no podía evitarlo, aún que los varios shots que había tomado abajo también contribuían a mí poca noción de la moralidad o el recato.

Empuje al mayor hacia el cuarto, vacío, mire como el griego trastabillaba un poco entre risas mientras yo cerraba la puerta.

— ah... los dormitorios de tercero me traen tantos recuerdos— su voz era cantarina, se arrojó a mi cama sin preguntar nada frotando su cara contra la almohada— huele a shampoo...

— solo quítate la ropa

— ¿Sin juego previo?— el moreno parpadeo con lentitud, sus ojos de aguamarina me miraban sorprendidos, extendió una mano hacia mí para llamarme a mi propia cama, pensé con fastidio que tendría que limpiarlo todo o de ser posible quemaría hasta el colchón.

Camine hacia la cama tirando de su hombro para colocarlo boca arriba, me sonrió de forma condescendiente y tuve una necesidad intensa de quitarle la sonrisa de un puñetazo, sin embargo la idea de destrozarlo de otra manera era más tentadora, tome aire deshaciendo los botones de la camisa color salmón del mayor mientras esté tarareaba de forma distraída.

Irritante.

Sintió la mano de Aioros tirando de su cuello hacia su rostro, retrocedí con malestar apoyando las manos en el gran pecho del moreno.

— tampoco sin besos ¿He?

— quédate quieto— ordené mientras abría la camisa y pasaba los labios por el pecho bronceado mordiendo más que besando, una queja de parte de mí "superior" me hizo sonreír

— no te caigo bien— no le respondí, mordí uno de sus pezones, el contrario gimió cuando los dientes dañaron la carne, más deleite sádico para mi vientre. Pase la mano por la entrepierna acariciando de forma brusca el pene vestido del chico del cuadro de honor un murmullo de anhelo salió de la boca de Aioros— Shura ¿Verdad?

Gruño contra su cálida piel, su boca se apoderó del otro pezón mientras con su mano libre apresaba a su igual retorciendo el guijarro entre sus dedos como si quisiera arrancarlo.

— auch— su queja sonó medio a burla a sus oídos, tomo aire apartándose un poco mientras el hombre pasaba los dedos por debajo de su camisa, no se la iba a quitar no se desnudaría para él aún que aquel pusiera esa cara de cachorro que tanto le había servido para ganarse a todo el mundo, él no caería en sus juegos— me gusta tu nombre

— claro que si— escupió con desprecio, bajo la cremallera del hombre para meterse en su ropa interior tocándole directamente, Aioros no dudo en bajar sus pantalones, su miembro erguido parecía estar a punto de tocar su vientre, estremeciéndose cuando lo rodee con mi mano apretando con fuerza la base para arrastrar mi palma hacia la enrojecida punta, el abogado se retorció un poco acomodándose sobre sus antebrazos para mirar lo que él hacía con una mueca de incomodidad.

— ¿no tienes lubricante?

— no

El hombre tomó con fuerza su muñeca llevando su mano hacia su boca pese a sus intentos de apartarlo, debía aceptar que el agarre era demasiado para mí, sentía como su lengua pasaba sobre mi palma deslizándose lascivamente entre mis dedos antes de engullir dos con un sonido obsceno, maldije que Angelo hubiera salido eso quedaría bien en cámara.

Los secretos de PanWhere stories live. Discover now