26. Masturbation

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Cada cierto tiempo me despertaba presa del pánico, con un grito atorado en la garganta mientras trataba de apartar aquellas sofocantes mantas con las que me había cubierto horas atrás. El silencio siempre era abrumador, apenas roto por mi respiración agitada y aquel latido doloroso corra mi pecho. Siempre buscaba en la penumbra su silueta no sé si esperando un ataque vengativo, que me merecía, o bien su consuelo en aquellas noches de tormento, realmente no importaba por qué el nunca aparecería y cuando me daba cuenta de aquello tenía que apretar los dientes furioso por lo débil de mi espíritu.

— ya no eres un niño

Mi voz salió rasposa, sentía los ojos picarme por el llanto mientras alzaba la barbilla tratando de verme digno para los fantasmas de aquella habitación.

— párate derecho y siéntete orgulloso

Había hecho lo correcto, cumplí con mi deber al acabar con aquel cobarde que se había atrevido a levantar su mano contra una bebé contra nuestra diosa, un villano de la peor calaña que debía ser exterminado de forma inmediata. Fruncí el entrecejo hacia mi puerta, aún esperaba que él se asomara en el umbral y hablara con esa voz alegre de siempre preguntándome si estaba bien, como lo había hecho durante mi más tierna infancia.

— está muerto

Me levanté de la cama, el piso estaba helado bajo mis pies desnudos, pero sentir la dureza de la piedra bajo la planta de sus pies le hacía sentir más seguro de sí mismo mientras cerraba la puerta de su recamara con un golpe que amenazó con hacer temblar todo el templo de Capricornio.

— le hice un favor al mundo.

Trataba de no pensar en ello durante el día, me mantenía ocupado en los campos de entrenamiento, en las misiones e incluso llegué a acompañar a DM en sus juergas en Rodorio, pero siempre que llegaba la noche el aparecía en mis sueños a veces en modo de un recuerdo fortuito de los días felices, pesadillas dantescas o incluso una imagen detenida de el cayendo al abismo mientras yo le miraba desde arriba, siempre despertaba agitado en la madrugada y corría de un lado a otro desesperado como si aquello me liberara de esa maldición.

Empecé a beber tratando de que el alcohol extinguiera aquel recuerdo, ahora me río de lo idiota que fui, llorando por las noches como un niño después de vomitar mi dignidad, los diversos frascos de somníferos se acumulaban en el tocador medio vacías mientras que yo me revolvía en la cama demasiado acobardado como para dormir parecía su fantasma se había aferrado a mí y no me dejaría en paz hasta que lo siguiera a los infiernos.

Todas las noches me debatía entre el insomnio y soñar con él, escogía la primera opción cada que tenía la oportunidad el café perdió el sabor después de varios días y por mucho que intente impedirlo mi cuerpo necesitaba descanso.

Aquella noche lo vi, como nunca antes lo había hecho en mi vida: su figura esculpida por el ejercicio, la piel tostada y brillando por el sudor mientras que su pecho subía y bajaba por el esfuerzo mientras sus ojos verdes me observaban con un brillo que hacía que me estremeciera.

"Shura"

La alegría de su voz se sentía como un puñetazo en el estómago, sonreía como siempre lo había hecho ante mí de esa forma tan cálida que parecía real y su mano se extendió a modo de invitación.

"Te estaba esperando"

Temblé, sentía como el corazón se me apretaba con fuerza en el pecho, sentía su mano caliente contra aquella bomba de relojería apretándola hasta hacerla estallar.

— lo siento

Murmure mientras el pasaba sus manos callosas por mis mejillas sonriéndome mientras las lágrimas empapaban mis pestañas.

Los secretos de PanWhere stories live. Discover now