10. Praise kink

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— el traje te queda muy bien

Shura dejo de pelear con los gemelos para mirar a su novio sentado en una de la cama, tenía una ceja alzada en un gesto de burla y los labios curvados con sorna.

— gracias... ahora ponte la corbata...

Los ojos oliva se giraron con fastidio como si le hubiera dicho algo para fastidiarlo, él nunca aceptaba de buena gana los halagos y siempre le paraba los pies al castaño cuando esté se ponía meloso, eran "amigos" desde hace años y Sigue siempre fue demasiado "formal" con él.

— ¿en serio tengo que ponérmela?— Aioros no disfrutaba demasiado usar aquel adorno en su cuello, de hecho lo odiaba, siempre se sentía estrangulado cuando la final tela le rodeaba el cuello, se levantó con la tela en la mano buscando una excusas para tirarla por algún sitio— además hace calor

— la señorita Kido te invito personalmente, es tu mayor inversora— su voz era mecánica mientras seguía a Aioros con la mirada extendió la mano para que le diera la corbata de color rojo sangre— y el restaurante tendrá aire acondicionado

Un suspiro salió de la boca del griego mientras entregaba su prenda al menor, que se acercó para ponerle sobre su cuello, haciendo nudos con calma delante de él. Aioros no podía quejarse con aquel cuerpo tan cerca, la cercanía le permitía ver aquel hermoso rostro de porcelana, sus rasgos eran viriles, pero delicados: labios en forma de arco de cupido, ojos como los árboles en verano, y esas largas pestañas que tanto le enloquecían.

Acercó su boca para besarlo, pero Shura retrocedió un paso negando con la cabeza.

— ahora no

Sus manos volvieron a su corbata para atarla, quizás con demasiado ímpetu para el gusto del mayor que se quejó por el movimiento brusco, Shura se disculpó en voz baja tragando de alejarse de su lado, pero Aioros puso sus manos en su definido trasero atrayéndole más a él quedando pecho contra pecho.

— Aioros

— no te dejaré ir hasta que me des un beso— con sus manos podía sujetar los dos redondos glúteos del menor que se removió un poco cuando sintió una caricia traviesa en su entrada burlona, el joven se estremeció y sus mejillas se colorearon de rosa ante el descaro del castaño que sonrió sabiendo que ya no le bastaría un beso— dios eres la cosa más hermosa del mundo

— Aioros por favor

— todo tú es una obra de arte— acercó su boca a la del contrario— una escultura hecha por los dioses, pero tu carne es suave y cálida...

Acarició la mejilla del menor con su nariz antes de concentrarse en su oreja, un suave tirón al lóbulo y la boca del peliverde se abrió para dejar salir el sonido más dulce que sus oídos habían tenido el gusto de escuchar.

— por favor... tienes que parar...

— no me pidas eso, solo...— sujeto la corbata del menor tirando de él hacia sí mientras retrocedía hacia la cama— déjame adorarte

— Aioros— su nombre fue pronunciando medio en suspiro por el español cuando sus bocas se unieron en un beso lento, Aioros le conocía demasiado bien, sabía como derribar las barreras que ponía el ibérico, como meterse en su cabeza para que hiciera lo que él quería y Shura era débil— se nos hará tarde

Los hermosos ojos de olivo parecían angustiados, quería continuar, pero tenía un deber con sus inversores, trato de alejarse lentamente de su objeto de deseo, pero las manos fuertes del castaño le retuvieron en su sitio, sonriéndole apenas para calmar su agitado corazón, beso sus labios una vez más ahora con más ternura que antes deslizando una de sus manos por su mejilla.

— diez minutos... lo prometo

Un beso rápido en sus labios y Aioros ya se deshacía del cinturón del peliverde que miro de reojo el reloj sobre la mesa de noche no muy convencido

— amor mío... si no te concentras en mí me sentiré mal, quiero que durante estos minutos solo puedas pensar en mí— levanto el borde de su camisa dejando a la vista un abdomen delgado y blanco— por qué yo pienso en ti todo el tiempo...

Aioros no dudo en arrodillarse delante de él, pasando los labios por la carne expuesta, sintiendo cuando su boca producía un espasmo en el joven.

— siéntate por favor

Shura obedeció dudoso, sentándose con las piernas abiertas delante de él, seductor, sin saberlo, con esa cara de dulce granada y esos ojos avergonzados que rehuían de él.

— eres tan bonito, Shura... tienes la cara más hermosa del mundo, pero tus ojos son la mejor parte... son simplemente hermosos, y esas largas pestañas...— sus manos subieron por sus costados, haciendo que la espalda de su amado se arqueara de placer— me encanta que cuando llegas al orgasmo parecían revolotear como hermosas mariposas oscuras... casi tanto como los sonidos deliciosos que haces

Un gemido se atoró en la garganta de Shura cuando los dedos de Aioros alcanzaron sus botones, las caricias se volvían más y más bruscas hasta que Shura empezó a sollozar con los pezones erguidos bajo la camisa de algodón, los pequeños montecillos le daban una apariencia sensual e inocente por partes iguales. Bajo los pantalones del menor por sus pálidas piernas hasta que estos cayeron por sus tobillos mientras él sujetaba las deliciosas piernas del ibérico para llenar sus muslos de besos y una que otra mordida en la blanda carne.

— nos quedamos sin tiempo... no juegues— su voz salía entrecortada, Aioros levanto la vista para ver el ligero ceño del menor que le parecía más un puchero que una amenaza real.

— bonito— dijo mientras pasaba los dedos por la parte interna de sus muslos jugando con el borde de los ajustados boxer de su amante— sabes que es lo que más amo de ti, esas bonitas expresiones que pones cuando estás disfrutando de lo que te hago

Aioros bajo la tela de la prenda del menor, bajo su boca hasta su rosácea cabeza, llenando su eje con besos y lamidas largas que empujaron a Shura en apretar las sábanas entre sus dedos como si con ello pudiera evitar caer en la locura que aquellos labios siempre producían. La forma en que sus labios apresaban su miembro y se movían de enfrente hacia atrás lo empujaba a aún placer innombrable, gimió cuando Aioros le dio especialmente atención a la cabeza dejando un sonido de sorber que subió por su columna haciendo que su cuerpo se inclinará hacia delante mientras empujaba la cabeza del castaño más hacia su erección. Aioros no se quejó por la invasión, de hecho estaba listo, lamió con su cálida lengua el tronco a la par que sus dedos masajeaban los testículos del joven.

Debía moverse, tomo las temblorosas manos del menor entrelazando sus dedos mientras marcaba un ritmo conocido con su cabeza, mientras la delicada voz de su amado se rompía a medida que llegaba al orgasmo, la espesa esencia le lleno el paladar bajando difícilmente por su garganta mientras alejaba sus labios dejando el flácido miembro de su amante posarse entre sus piernas, le mostró la boca al joven que no hizo más que sonrojarse mientras que tragaba el líquido.

— eres delicioso

— No hagas eso

— te gusta— beso sus labios con cuidado— y a mí me gusta hacerte feliz

Paso la mano por su cabello, despeinándolo un poco mientras besaba su boca de nuevo notando el sonrojo del menor.

— ve a enjuagarte la boca, ya vamos tarde

— Shura, eres muy difícil— suspiro mientras se alejaba hacia el pequeño baño— además a Saori no le importara esperar

— claro que le importa... que excusa pondrás a la demora

— le diré que estaba intentando que la criatura más hermosa del mundo me concediera un beso

Las mejillas del joven ardieron mientras se acomoda los pantalones, camino hacia el castaño para besarle la boca.

— no le digas cosas vergonzosas...

— bueno estaba con mi novio

— no traigas a tu novio al trabajo

— es que no me gusta estar sin él... lo amo

— yo también te amo, pero arréglate...— le miro de reojo— y no olvides la corbata

Los secretos de PanWhere stories live. Discover now