5. Collaring

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La nueva vida no había lavado los pecados de su corrupta alma, estaba en sus manos reparar el daño, pero ¿Cómo restaurar décadas de traición, la vida de una persona o el dolor que esa pérdida había causado? Quiso ofrecer su vida como compensación sabiéndose merecedor de una ejecución, pero el nuevo patriarca denegó la petición diciendo que estaba siendo manipulado y que no había culpa en sus acciones, una mentira que pretendía calmar su herido corazón, pidió un castigo ejemplar, prisión o bien que se le despojara de sus prendas doradas, pero los ojos de los colores del mar le miraron con tanta piedad que su corazón se sintió dolido sabiéndose impropio de tales gestos.

— Shura de capricornio— la voz del castaño era calmada, escuchó como sus telas susurraban mientras se acercaba a él, su mano pesada se colocó sobre su hombro y Sigues sintió el calor de su cosmos aliviando la ansiedad que se apoderaba de él— no es tu culpa y no puedo permitir que hagas algo tan irresponsable como atentar contra la vida que nos ha dado Atena

Shura se mordió el labio mientras cerraba los ojos, él no haría algo tan ridículo como suicidarse solo quería enmendar los males que causó.

"Sangre por sangre"

Quería estar en paz pues desde que había despertado, todas las veces que lo hizo, la culpa le carcomía hasta arrinconarlo a este punto. Cuando Aioros fue puesto como Papa supo que era el quien debía decidir sobre su destino, pero ahora parecía que estaba condenado a vivir con la amargura.

— lo merezco

— no lo mereces, si quieres redención entonces haz las cosas mejor a partir de ahora— su voz le recordaba a su tierna infancia, sonaba a un regaño sin terminar de serlo, tocando las fibras más sensibles del décimo custodio que sintió que las lágrimas se aglomeraban en los bordes de sus ojos— tienes mi perdón, Shura... pero si eso no te basta, si te crees merecedor de represalias entonces... quiero que me sirvas hasta que tu espíritu esté en calma

...

Aioros no había planeado que las cosas resultarán así, el español se había puesto a su absoluta disposición desde entonces era todo: caballero, secretario, asistente y sirviente. Su devoción era tan abrumadora que a veces le hacía sentir agobiado aún que verlo revolotear de aquí para allá en la oficina le daba cierto alivió pues por lo menos centrado en esas pequeñas tareas no parecía pensar en el pasado. Pero aquella actitud sumisa empezaba a abrumar a los demás habitantes del santuario, los santos de oro parecían comprender las motivaciones del peli verde y pasaban de él con pequeñas burlas amistosas, pero el resto de soldados o asistentes le miraban con mayor recelo que antes.

"Perro del Papa" el mote empezó a flotar en los rincones del santuario incluso las doncellas de Atena empezaban a murmurar cuando venían al santo de capricornio en la sala del patriarca esperando cualquier solicitud, claro que le molestaba Aioros veía como apretaba los labios con fuerza hasta que estos se ponían blancos al escuchar los susurros. Pero no dijo nada e incluso si intento callar aquellas ofensas estás no terminaron de extinguirse y no lo harían hasta que el menor dejara de comportarse "como un cachorrito que pretendía agradar" pero si era absolutamente honesto esa parte más noble e infantil del joven le resultaba tan enternecedora como si el niño que había cuidado durante tantos años aún siguiera ahí le gustaba pensar que las cosas no habían cambiado de todo y que no se había perdido de demasiado.

— ¿qué es eso? — pregunto mientras el menor apretaba con fuerza un pequeño paquete entre sus dedos con ira.

— solo es basura lo tiraré— la voz del menor sonaba estrangulada por el coraje. Viéndolo cerca parecía un regalo, se acercó extendiendo la mano para que le dejara ver la caja, hubo duda en la mirada verde antes de que le entregará el objeto, en una etiqueta se leía el nombre del ibérico y era sin duda algo reciente.

Los secretos de PanWhere stories live. Discover now