24. Crossdresing

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Había sido tan idiota al confiar en aquel hombre, se había dejado endulzar el oído y ahora tenía que pagar su imprudencia, de rodillas delante de aquel jurado que murmuraba pendencieramente y aquel anciano de cabellos de un verde deslavado mirándole con una suerte de piedad que le revolvía el estómago.

- ¿Por qué?

Su voz grabe y cascada por la edad penetraba en su cabeza como un taladro, sabía que no había interés real en su pregunta ¿Qué podía decir el sobre aquel acto de insurrección? Que lo hizo con el anhelo de terminar con esa guerra larga que le arrebato a sus hermanos, que deseaba desesperadamente volver a casa, estaba harto, todas las noches los fantasmas de los que habían muerto en sus manos le visitaban y lentamente lo estaban llevando a la locura. Nada de eso le importaba a aquel anciano, ni a la princesa o a nadie del jurado: solo era un enemigo más al que acabar.

- Shura de la primera legión del trópico, por lo que queda de tu honor o del amor que le tienes a tu patria te pido que me digas quien más estuvo involucrado

El peliverde alzo la vista la vista busco su rostro entre las tribunas, si decía su nombre aquel embaucador estaría condenado, trago saliva mientras clavaba la vista en sus ojos azules buscando en ellos algo de temor, de culpa o de cualquier otra cosa. Pero aquel traidor estaba tan seguro de que saldría bien librado de aquello que incluso tuvo el descaro de sonreírle.

- ¿estas feliz? Miles de inocentes han muerto por su culpa, se llaman a ustedes mismos protectores de todo lo bueno y desangran a su pueblo, cadáveres se apilan en las calles mientras ustedes se encierran aquí a deliberar, a cubrirse las espaldas los unos a los otros y llenar sus bolsillos de oro... la gente se muere en la periferia, no hay comida y lo único que han traído estos ejércitos es la plaga... hace dos semanas apague una insurrección en el sur... yo- se relamió los labios, la boca le sabia a tierra y sentía que la garganta estaba a punto de cerrársele- yo tuve que matar a nuestros ciudadanos... eran niños, mujeres, ancianos... solo querían comida... me volvieron un traidor incluso antes de levantarme contra ustedes, mis tropas no están para servirles si no al pueblo

Murmullos de indignación flotaron por el aire.

- Lamentamos lo ocurrido en el distrito, fue una desgracia sin duda y tienes razón fue nuestra culpa- un hombre de cabellos castaños se levantó callando con ello los susurros de sus compañeros- y lamentamos que hayas tenido que alzarte contra los civiles... pero tus motivos no te eximen de tus crímenes...

No buscaba su perdón, no quería ninguna clase de paliativo y no lo necesitaba. Era un soldado, peleo durante muchas batallas y era muy consciente de que iba a morir, aunque siempre creyó que sería a manos de los ejércitos enemigos. No fue necesario un extenso debate cuando la sentencia fue dicha él solo pudo sentirse aliviado de que al fin pudiera ponerse de pie y escupir a suelo que aquellos hombres consideraban sagrado antes de que lo llevaran a su diminuta celda.

...

El pequeño agujero olía a mierda y orina, a veces alguna rata corría entre sus piernas mientras que el dormitaba con la cara vuelta hacia los barrotes mirando como las llamas de alguna vela bailaban hipnóticamente a unos metros de distancia, el lugar no era silencioso las otras celdas estaban llenas de vulgares criminales que gritaban, cantaban e incluso víctimas de la locura empezaban reír hasta que sus ojos se llenaban de lágrimas. La puerta se abrió con un rechinido que hizo que los condenados callaran, expectantes de saber si alguien entraba o salía de sus cadalsos, el giro la cabeza en dirección de aquella luz roja que descendía por las escaleras.

Lo primero que pudo divisar fueron los pies calzando las finas sandalias de cuero de borrego que bajaban apenas ocultándose bajo la túnica blanca, ver aquellos pies limpios le hizo pensar en el embaucador, se apartó un poco de los barrotes, seguramente habría ido para cerrarle la boca de un tajo para mantener su posición a salvo, apretó los dientes mientras pensaba en la mejor manera para defenderse y de ser posible matarle. Pasos amortiguados se acercaron a su celda mientras unas risas y silbidos se dejaban escuchar en todo el recinto.

Los secretos de PanΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα