6. Chastity/Dudcon

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El Cid había entregado su vida a dios para escapar de la tentación de la carne, para evitarle la deshonra a su familia había decidido renunciar a sí mismo convirtiéndose en un fiel discípulo del señor, creyó que de aquella forma podría escapar de su propia depravación y salvaría su alma inmortal de las llamas del infierno.

...

Se sostuvo del borde de la piedra para no ir directo al suelo, sus piernas temblaban un poco mientras miraba los ojos azules de su atacante, era la mirada más hermosa que había visto pese a la malicia que flotaba en sus pupilas, un fuerte rugido de trueno resonó en todo el lugar y las luces de la estancia se apagaron sumiéndolos a ambos en la oscuridad.

"Quizás es el mismo demonio"

Se aferró a la cruz que colgaba en su cuello sin apartar la vista de la silueta apenas iluminada por las velas en el altar, era tan hermoso y aterrador como un ángel.

— hijo mío... no tienes que hacer... hay comida y refugio aquí— su voz temblaba, El Cid, quien siempre había sido estoico y frío, ahora tenía problemas para abrir la boca.

Aquel intruso parecía divertido por aquellos tartamudeos, soltó una suave risa y el joven párroco sintió como si todo hubiera pasado, se relajó irguiéndose tanto como podía acomodando su túnica.

— te prepararé la ducha y algo de ropa

Se giró para ir a sus aposentos, pero el destello que miro a sus pies le congelo en su sitio, aquel estallido en sus oídos no había sido causado por la tormenta, le miro tan pálido como era con el brazo aún extendido en su dirección con aquella arma brillando en sus manos.

— no se mueva padre— el eco de sus pasos apenas eran registrados por el cerebro turbado del sacerdote, apenas pudo reaccionar cuando sintió el cañón del arma contra su cuello— mmm... ¿Cuántos años tienes?

—...

— responde

— 26...

— muy joven— el arma bajo hasta su vientre y la mano izquierda del "ángel" se posó en su barbilla haciéndole girar el rostro— muy guapo para estar en un convento

— seminario

— seminario— rectifico con una sonrisa, sus ojos se arrugaron ligeramente con aquella sonrisa, la pistola bajo un poco más hasta ponerse en su bajo vientre— y dime... es cierto que en esos lugares... los chicos bonitos como tú... bueno son el aliviado de otros padres

— ¡eso es...— sintió la presión del arma contra sus genitales, la ceja del castaño se alzó— nunca me pasó eso...

Su corazón ya latía demasiado a prisa, la lluvia golpeaba con fuerza los ventanales de la iglesia, la tormenta era tan violenta que le quedaba claro que nadie le escucharía gritar o bien nadie vendría a su rescate. El cañón volvió a presionar su intimidad, moviéndose arriba y abajo con brusquedad.

— he estado huyendo desde hace meses— el extraño le susurro al oído, volviendo a subir el arma al cuello del pálido Padre— casi todas mis necesidades básicas han sido cubiertas hasta este momento, pero... no he podido saciarme del todo... No puedo dejar rastros de ningún tipo

La mano izquierda de su invitado atrapó su entrepierna sin reparo, haciéndole saltar sorprendido.

— nada mal muchacho— El Cid sintió como aquella palma magullaba su creciente erección, sus mejillas ardieron y trato de apartarse, pero la pistola se apretó con tal fuerza en su garganta que no puedo evitar toser— quería solo pasar la noche aquí, pero cuando me abriste la puerta pensé... bueno a ningún Padre le gustaría difundir que fue sodomizado ¿Es así como lo dicen ustedes?

Los secretos de PanOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz