29. Breathplay

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Aquello le parece una locura, un capricho impertinente de aquellos insensatos hombres que parecían ignorar todas las amenazas bajo el paraguas del dinero, entendía que aquellas fiestas temáticas eran una suerte de tradición, pero después de haber recibido aquella amenaza todo el evento le parecía una estupidez, para colmo aquella familia parecía querer facilitarle el asunto al delincuente con estas estúpidas máscaras.

Se miró en uno de los espejos del recibidor, la máscara de metal y plumas blancas que el dueño de aquel lugar le había obligado a usar "para no asustar a los invitados" era el colmo de los males, su presencia ahí era para proteger a las personas, no para ser un adorno en la pared. Se giró con fastidio para volver al salón y se encontró con un invitado recién llegado, aún llevaba el impermeable de color azul oscuro y su paraguas dejaba caer gruesas gotas de agua en el suelo de la entrada.

—Buenas noches. — Saluda con voz áspera, sus ojos relucen bajo la máscara de diablo rojo que lleva y algo dentro de su ser se estremeció bajo su traje, algo en el invitado le ponía nervioso, pero podría decirse que toda aquella situación lo hacía.

— Buenas noches. — Hace un esfuerzo para recomponerse antes de caminar hacia él, tomando su paraguas y abrigo. —Tendrá que disculparme, señor, pero es necesario que me muestre su rostro.

El diablo achicó los ojos detrás de su careta.

—Pensé que parte del atractivo de un baile de máscaras es no saber quién es quién. —Su voz es calmada, otros invitados fueron mil veces más groseros.

—También me gustaría que me diera su nombre.

—Esto pierde su encanto rápidamente. —Sus manos deslizaron las cintas rojas que mantenían el adorno en su lugar y a Sísifo se le volcó el corazón cuando aquel hombre empezó a sacarse el adorno, siendo interrumpido por uno de los dueños que le llamaba.

—¡Has venido! — Clamó una voz ensayádamente aguda mientras unos tacones se adelantaban al recién llegado. —Me hiciste caso, me encanta tu máscara.

—Joven Phantasos, gracias por su invitación. —El hombre misterioso dejó que el recién llegado le colocará de vuelta la careta.

—Mi querido embaucador, cómo no hacerlo. —Rio antes de mirarle con desprecio y marcharse del brazo de aquel extraño que no dejaba de mirarlo.

Realmente, Sísifo pensó que odiaba trabajar para aquellos ricos. Le hizo una seña a sus oficiales para que no dejarán que nadie se quedara sin registrar, debería permanecer con esa ruidosa muchedumbre toda la noche para evitar una tragedia, aunque una parte de él anhelaba dejar a los insensatos a manos del cruel destino, pero la voz de su superior diciéndole lo importante que era para ellos que el senador quedará contento con sus servicios, aún a sabiendas de que estos eran requeridos en otras partes.

Suspiró mientras se apoyaba en una de las paredes del salón, mirando a su alrededor como todas esas personas se abandonan a la fantasía, alguien se acomodó a su lado, aquel diablo de minutos atrás se distraía encendiendo un cigarro mientras miraba a los presentes, parecía estar tan inconforme con la situación como él mismo.

—Phantasos me contó porqué estaba aquí, señor oficial.

—Eso hace que el ir de encubierto sea una estupidez. —Se burló con amargura notando como los labios se aferraban al cilindro, el odiaba el olor a tabaco por lo que cuando el hombre soltó el humo envenenado sus labios se curvaron con malestar.

—Lo siento. —Suspiró, pero no apagó el molesto adictivo, sus ojos se clavaron en el rubio de cara femenina que estaba hablando con algunos hombres mayores, bonita imagen que daba el excéntrico hijo menor del senador. —Esto debe ser una pérdida de tiempo para usted.

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⏰ Letzte Aktualisierung: May 12 ⏰

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