19. uniform

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Aún sentía la sangre en sus manos, no importaba cuántas veces repitiera que fue en defensa propia el hecho es que había matado a alguien y debía pagar las consecuencias por aquel acto.

El juez había dicho que era culpable, y lo era pese a que nunca había sido su intención acabar con la vida de aquel extraño, siendo honestos tenía todas las de perder en aquel juicio: un Omega extranjero, sin familia y que apenas hablaba el idioma era más un sacrificio que un condenado, y luego estaba el hecho de que era indudablemente culpable. El cuerpo estaba en su piso, sus manos y ropa estaban llenas de sangre y su carácter fuerte habían hecho que creyeran que había sido un asesinato a sangre fría pese a los arañazos y moretones en su cuerpo de porcelana.

El oficial beta le entrego el uniforme de los presos y un collar de cuero mientras recitaba algunos números que debía aprenderse aún que al final tuvo que escribirlo en una nota dado que el apenas entendía la mitad de ellos, pese a que si logro traducir el insulto que le dedicó al arrojarle la nota sobre las prendas y hacerle avanzar a la sala de al lado. Fue revisado antes de cambiarse y obligado a firmar sobre las pocas pertenencias que tenía, cuando abandono España no espero que esté fuera su destino pero que más podía hacer más que esperar que los años venideros pasarán rápido.

Aquel pequeño beta que le guio hasta su celda no dudo en empujarle dentro antes de azotar la puerta llamándole "puta" en el proceso.

— Faresti meglio a chiudere la bocca, figlio di puttana

Una voz cascada proveniente del interior de la celda se alzó ante el insulto, aún que su conocimiento en idiomas era limitado entendía que aquellas palabras eran italianas, sus ojos se fijaron en unos orbes azules que centellaban felinos desde el otro lado de la habitación, fijos en la celda antes de que finalmente cayeran sobre el con una sonrisa ladina que le daba a entender que no era fiar.

— Dai a un beta un po' di potere e penserà di essere il re del mondo.

— no hablo italiano

— ¿español? Mi llamo Manigoldo— dijo el hombre con una serie de ademanes que el más alto considero casi grotescos, su rostro tosco le hizo reír mientras se arrojaba en el camastro— ¿Eres...

— El Cid

— Cid...— cerro los ojos balanceando uno de sus pies con una sonrisa tonta— bienvenido al inferno...

Aún que Manigoldo era un tipo grosero y con tendencias a meterse en problemas, las similitudes de sus idiomas hacían más sencillo comunicarse con el que con cualquier otro, dejando que este le enseñará la prisión y le explicará en una mezcla de español e italiano las reglas no escritas de aquel lugar. Cómo omegas estaban custodiados mayormente con betas, pero sobre los betas estaban un grupo de alfas que daban órdenes y que se encargaban de aquello que era demasiado para un simple beta, en el personal solo había un Omega en todo el lugar: el médico, que resultaba más inaccesible que los alfas, limitando su interacción con los presos a un par de minutos en los que revisaba su estado y les daba las medicinas que requerían de ser necesario.

En dos meses se había acostumbrado un poco a aquella vida, de horarios estrictos y caras cada vez más familiares. Manigoldo tiro de su brazo cuándo caminaba por el extenso pateó mirando la hierba que crecía el otro lado de la cerca.

— siempre deambulando por ahí... ven— le guío hasta uno de los lugares más ocultos del pateo para sacar una pequeña cajetilla de cigarros y un encendedor de su traje— cúbreme...

— ¿De dónde sacaste eso?

— no quieres saber— saco uno de los cilindros de la caja a medio vaciar llevándolo hacia sus labios mientras que lo encendía suspirando de alivio cuando la nicotina le lleno la boca— dios extrañaba esto

Los secretos de PanWhere stories live. Discover now