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La palabra amor es tan hermosa, pero muy dolorosa de sentir.

—Emma González.

Emma:

   —¡Hey, tu idiota que me está mirando! —le grito al hombre que acaba de pisar mis zapatos blancos que hoy mismo he limpiado.

   Él se queda mirándome, expectante a lo que le tengo que decir.

   ¿No se va a disculpar?

   ¡Dios mio!

   ¡Qué maleducado! Un simple "lo siento" no lo va a matar.

    —¿Qué me miras? —le señalo—. Usted fue quien me piso, al menos debería disculparse. —le explico queriendo que se disculpe, pero el hombre se queda mirándome no sabiendo que hacer.

   Maldita sea.

   ¿En que mundo vivimos? Me pregunto si los hombres cada día se vuelven más idiotas o es que así son ellos, pero antes no se les notaba tanto.

    —Señorita... —me mira de abajo hacia arriba—. Busque algo que hacer y deje de estar molestando en la calle. —cuando termina de decirme que me busque algo que hacer, antes de darse la vuelta e irse, me saca el dedo corazón.

    ¿Qué?

   Me he quedado tiesa.

   ¿Ese hombre me acaba de sacar el dedo de en medio?

    Pero es que para ver esto nada más hay que estar vivo.

    ¡Qué maleducado!
  
    Irritada por lo que acaba de suceder, me giro en mis pies para cruzar la calle como hace varios minutos iba a hacer, si ese hombre no hubiera pisado mis zapatos.

    Y luego me preguntan porque es tan difícil enamorarse en un mundo donde el noventa por ciento de los hombres son: machistas, misoginos, posesivos y entre otras cosas más. Puedo decir que hasta mi padre es machista, a causa de que mientras mi hermano salía de fiesta cada vez que quería, mi padre me decía que debía quedarme en casa para aprender a cocinar, limpiar y a como ser una mujer para que pudiera casarme pronto.

   Maldito machismo.

   Las calles de Seúl, Corea del sur, es lo más hermoso que cualquier persona pudiera ver. Claramente, además de su cultura, musica y comida que es igual de buena. Lo único malo que puedo recalcar, son los hombres y el estereotipo de belleza en este país.

     Si una mujer en Corea pesa más de 124 libras, las llaman gorda. Y si hablo de mi, entonces soy gorda porque peso 138 libras y no pienso rebajar ni un kilo, prefiero engordar.

    Por amor a Jesús, la gente cada día está más loca.

    Camino por las calles de esta hermosa ciudad, para ir a conseguir trabajo en una agradable editorial. Soy escritora y desde pequeña supe que quería serlo. Solía escribir cuentos en la secundaria y entregárselo a mis profesores, los cuales los calificaban como excelentes.

   Actualmente solo he escrito un libro, pero en el futuro espero escribir aún más.

    —Señorita disculpe... —grita un hombre en frente mío y es allí cuando me doy cuenta que he tropezado con él y que por un momento casi me estrello con el suelo, si no es porque tiene sus manos en mi cintura.

    "OH PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO".

    ¿Ese hombre tiene su mano en mi espalda baja?

    "Me doy golpes mentales". Es obvio que tiene su mano en mi espalda.

    Rápidamente me suelto de su agarre y me echo hacia atrás.

MI DULCE REGALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora