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Deseo poder sostener tu cuerpo con mis brazos y besarte con toda la pasión que llevo dentro y que me está consumiendo.

—Spencer Tae-moo.

SPENCER:

    —Eso es lo que pasa cuando uno quiere a las personas, mamá. —le dice Elizabeth a Emma, mientras va abrazarla—. Papá nunca se ha arrodillado para darme una flor y a ti sí, estoy mega super ofendida. —expresa secándose lágrimas que no está botando de sus ojos.

   Ayúdame, Dios.

   No hago nada más que mirarlas a ambas, no sabiendo que hacer ni que decir.

    —¿Preciosa, por qué no estás dormida todavía? —me levanto del suelo y me acerco a ella—. Mañana tienes colegio y es obvio que no vas a faltar por estar hablando con nosotros, además, ya es muy tarde. —expreso queriendo que tome conciencia, aunque sé que tiene 5 años y puede que no sea posible que lo haga.

   Estoy a la espera de su contesta, pero solo se me queda mirando como si me estuviera analizando.

   —Ummmm, bien. —responde dándole un beso a Emma, para luego acercarse a mí, queriendo hacer lo mismo—. Buenas noches, mami y papi. Muah —nos tira un beso y se va corriendo hacia la entrada de la cocina, desapareciendo de mi vista.

   Me acerco hacia la puerta de la cocina y revisando que se haya ido a su habitación, cierro la puerta. Luego me giro y camino hacia el banco en donde está sentada Emma.

   Me siento en él, un poco alejado de Emma porque me he vuelto a poner nervioso.

   Ya doy vergüenza. Parezco un adolescente hormonal deseando que tan solo ella sienta lo que estoy sintiendo por ella ahora mismo.

   Suspiro profundamente con una profunda angustia de que el nerviosismo se vaya.

    —Nunca me han regalado flores... —comenta Emma de repente dejándome turbado.

   ¿Qué?

   ¿De verdad nadie le ha regalado una flor? No me quiero imaginar con el estúpido con quién ella estuvo.

    —A mi novio nunca le interesó salir conmigo al parque o llevarme al cine, lo que normalmente hacen las parejas. A él lo que más le gustaba era tener sexo conmigo y a decir verdad, nunca me ha gustado hacerlo. —expresa dejándome anonadado por esa información personal que me ha revelado—. La primera vez me puso en posición de perrito y... me penetró tan fuerte, que lloré dos horas del dolor que sentía. En ese momento creí que me había desgarrado por lo bruto que fue, así que después de eso, han pasado al menos 3 años de que rompí con él y me vine a vivir a este hermoso país. —Dice por último para girar su rostro y sonreirme.

   Ella no me engaña.

   Lo veo.

   Lo veo en sus ojos.

   Puedo ver que desea llorar y sus ojos me lo dicen aún más al estar cristalizados.

   Sé que no debería sobrepasarme ni decir cosas que no me incumben, pero en el poco tiempo que llevo conociéndola, hablese de cuatro días hasta ahora, he conectado con ella más que con cualquier otra persona y eso me hace estar desconcertado y un poco preocupado.

   Ella tiene su mano derecha libre en su muslo y sabiendo que está mal lo que haré, acerco mi mano y colocándola encima de la de ella, la aprieto suavemente.

    —Sé que apenas te conozco, pero quiero decirte que encontrarás a alguien que te ame y que te haga feliz en todos los aspectos... —acaricio sus nudillos con mis dedos—. Solo espera, esa persona puede estar muy cerca tuyo y tal vez no te has dado cuenta.

MI DULCE REGALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora