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La tristeza cuando se aloja en el corazón, es muy dificil de sacarlo. Por eso necesito de ti; tu eres la cura a todos mis problemas.

—Spencer Tae-moo.

EMMA:

   No sé cuanto tiempo llevo debajo de la lluvia, solo sé que estoy empapada hasta más no poder.

   Una Jeepeta se estaciona enfrente de la casa de Spencer, pero no le presto mucha atención. No creo recordar cuanto tiempo llevo llorando debajo de la lluvia. La tristeza y la agonía me están consumiendo.

   Por lo menos el cuerpo de Sebastián ya se lo llevaron como almenos hace 2 horas.

   Estoy preocupada por Spencer.

   ¿Y si va preso por mi culpa? No podría soportarlo.

   Él no lo merece, tampoco merecía que lo lastimara con las palabras que le dije antes de que comenzara todo este problema.

   Soy una estúpida.

   Agarro mi rostro con mis dos manos y empiezo a llorar desconsoladamente.

   —Hey, señorita. ¿Qué hace aquí adentro? —me pregunta una señora por lo que escucho.

  Levanto mi cabeza y veo que es así.

   En frente de mi hay una mujer coreana como de un 165 cm.

   —Soy... amiga de Spencer. —le respondo levantándome como puedo del lodo.

   —¿Eres Emma, verdad? Aw, eres más linda de lo que me describió. Soy su mamá, un gusto... —ella se acerca a mí, colocando su mano detrás de mi espalda, acariciándome suavemente—. Ven, entremos a la casa. —murmura empujándome suavemente.

   Me retengo en el mismo lugar.

   —Spencer no quiere que entre a la casa, disculpe señora. —asiento en modo de respeto y me doy la vuelta para irme caminando por la acera.

  —Niña, ven entra a la casa. Ya debes estar resfriada. Ven deja que pase la lluvia y luego te vas. —me ordena la señora cambiando su semblante a uno más serio.

   Miro mis manos las cuales están arrugadas por estar tanto tiempo en la lluvia, así que termino haciéndole caso a la señora.

   Empiezo caminar detrás de ella, sabiendo en el fondo que cuando Elizabeth me vea, me va a odiar más de lo que ya lo hace.

   La madre de Spencer abre la puerta y me invita con su mano extendida hacia adentro, que entre a la casa.

   Entro y me coloco encima de la alfombra de en frente de la puerta. No han pasado ni siquiera 10 segundos para que Elizabeth aparezca en el pasillo de la entrada.

   —¿Qué hace esta señora en mi casa, abuela? —pregunta Elizabeth acercándose a mí con los brazos cruzados.

   Su abuela termina de cerrar la puerta, entonces se gira hacia Elizabeth.

   —Mi niña, ¿qué te ha pasado en el rostro? Estás roja. —murmura la madre de Spencer tomando en sus manos el rostro de Elizabeth.

   Lo note.

   Desde que se puso en frente mío pude ver que está roja, pero si digo algo sobre eso, me temo que ella me hable mal.

   —Pues tengo dos horas llorando porque por culpa de esta mujer, papá está en la cárcel y aunque sea por poco tiempo, ella alejó a mi padre de mi. —comenta Elizabeth mirándome con rabia y resentimiento—. Todo el amor y el aprecio que sentía por ti, tanto que hasta te veía como mi madre, ha desaparecido y te juro que nunca va a volver. —dice por último para darse la vuelta y empezar a caminar hacia las escaleras.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now