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Eres la perdición más hermosa que pude tener en mi vida y no me arrepiento de haberla tenido. Tu recuerdo me lo llevaré a donde sea que vaya, recordándote con una lágrima en mi mejilla, sabiendo que este corazon todavía te ama.

—Spencer Tae-moo.

Spencer:

Horas antes de volver a ver a Emma...

  
   —Señor, este negocio va a ampliar mucho más su dinero. Estoy muy feliz de cerrar este acuerdo con usted. —responde un inversor sentado en la mesa directiva de mi empresa de autos.

   Asiento lentamente, con un rostro neutral, mientras él sonriente, termina de levantarse y junto a su equipo de negocios, sale de mi oficina de juntas.

    Estoy mal.

    Llevo meses mal. Tomando medicamentos como si fuera un adicto a ellos.

   Desde que Emma se fue de mi lado, los dolores de cabeza aparecieron más seguidos y me han acompañado por casi un año, 8 meses y 15 días, desde que vi a Emma por última vez.

   Ya vamos a cumplir dos años sin vernos y cada día es más doloroso de soportar.

   ¿Cómo estará ella?

   Las ganas de viajar a República Dominicana y ver con mis propios ojos que ella estaba bien, me han estado volviendo loco.

   Incluso contraté a dos guardaespaldas, para que vigilaran sus pasos, cuidando de que nadie le hiciera daño y que tuviera todo lo que necesitaba, pero esto solo lo hice un mes, ya que sentí que invadía su privacidad, cuando al final, ella fue la se alejó de mi.

   Por mucho tiempo he pensando en siquiera contratar de nuevo a estas personas para saber si ella está bien, pero no he podido. No puedo hacerlo.

   Acaricio mi cabello y aclaro los ojos.

   Estoy cansado, con mucho sueño. Mis ojos últimamente se cierran solos y es porque no estoy durmiendo. No recuerdo la última vez que dormí.

  Mi madre y Jennie, mi hermana, han intentado hacerme sentir mejor, incluyéndome en fiestas, salidas con personas, entre otras cosas más, las cuales he declinado, porque al final sentía que le era infiel a Emma.

   No me puedo mentir.

   No la puedo olvidar.

   No puedo sacar su rostro de mi cabeza.

   No puedo olvidar sus bellos ojos o su sonrisa.

    No puedo sacarla de mi mente y esto me está volviendo loco.

   Miro mi reloj y observo que ya son más de las ocho. Por ende, decido irme a casa. Cuando paso tiempo con mi hija, al menos olvido por ese momento que Emma existe y mantengo mi mente ocupada, con mi bella hija que me hace feliz.

    Me levanto de la silla y salgo de la oficina de juntas. Al llegar a mi escritorio, agarro mi traje y caminado hacia afuera de mi oficina, justamente entre la puerta y él pasillo, tropiezo con mi secretaría.

   Alexandra.

   No sé si ella piensa que soy idiota, pero desde luego sé que está enamorada de mi. Ha hecho todo lo posible para que me dé cuenta de quiere algo conmigo, pero la ignoro.

   No puedo estar con nadie más.

   Mi corazón le pertenece a una sola mujer.

   —Señor... quería decirle algo antes de que se vaya a su casa. —menciona Alexandra con un movimiento inusual en sus manos, dándome a entender de que va a confesarme sus sentimientos.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now