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Porque te vi venir y no dude, te vi llegar y te abracé y puse toda mi pasión para que te quedaras.

—Sin bandera.

SPENCER:



   —Ese hombre disparó dos veces mientras estaba en la sala de juntas y alli estaba ella, junto con él. —dice ella con la voz entrecortada.

   No, no puedo creer eso.

   No quiero ni pensarlo.

    Elizabeth se separa de mi pecho y con lagrimas en el rostro, me limpia las mías.

   —¿Papá, tía murió? —pregunta ella matándome al mencionar esa sola frase.

   No.

   Eso no es verdad. Mi hermana debe de estar viva.

   Suelto a mi hija en el suelo, con el fin de levantarme y correr hacia la sala de juntas. Abro la puerta de par en par, no importando que sea de cristal, mi hermana podría estar herida y no puedo malgastar mi tiempo.

   Maldición.

   La he encontrado.

   Su blusa blanca está manchada completamente por su propia sangre. Ese hombre le disparo, pero no logro dar con el sitio del disparo.

   —¡Jennie, Jennie, despierta, estoy aquí! —expreso moviéndole el rostro para que reaccione.

   Espero su reacción con mucho desespero. No voy a creer que ella está muerta.

   Y siendo mis suplicas contestadas, ella mueve sus labios ligeramente, dándome la probabilidad de que ella si está viva.

   Muevo sus piernas y luego su cabeza. En lo que hago esto, las sirenas de la ambulancia y lo que creo que también es la policía, se colocan en frente del edificio.

   La levanto. Coloco mís brazos por debajo de su pierna y su cabeza la posiciono en mi pecho para entonces levantarme del suelo y empezar a caminar con el fin de llevar a mi hermana a la ambulancia.

   Emma se levanta en cuanto me ve pasar por su lado.

   No tengo que decirle que me siga, ella automáticamente agarra a mi hija y empieza a caminar detrás mío.

   Los enfermeros corren hacía mi con una camilla detrás de ellos. En cuanto estoy cerca, la coloco lentamente y es allí cuando ellos me separan de mi hermana para colocarle una botella de gas para que empiece a respirar.

    Dios mio.

    Mi hermana empieza a respirar. Lentamente pero lo hace más que antes.

   —¿Vendrá con nosotros? —me preguntan los enfermeros.

   Ni siquiera sé qué hacer.

   Miro a Emma quien está cargando a Elizabeth.

   —Ve, nosotras te esperamos aquí. —comenta ella acariciándome el hombro.

   Admito que esa acaricia hace que mi corazón se tranquilize.

   —¿Sabes manejar? —Le pregunto queriendo que me responda con un si.

   —Sí, sé manejar. —responde sonriéndome un poco.

   Entro mis manos en mi bolsillo y saco de este las llaves de mi CR-V 2023. Agarro una de sus manos, la desocupada y le coloco en ella la llave.

   —Vivo cerca de la torre de Seúl, en las casas que están a la izquierda, la que es blanca por completo, que dice en el correo Tae-moo, esa es. —le señalo la llave que tiene en la mano—. Ahí también está la llave de mi casa.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now