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¿Te gusto? Porque tu a mi si y mucho.

—Spencer Tae-moo.

SPENCER:

   Ella sigue comiendo su helado, olvidándose de nosotros.

    —Papá... —llama Elizabeth dejando de comer su helado y acercándose a mí.

   —Sí, preciosa. —respondo para que me diga que pasa.

   —¿Cuando mamá Emma va a venir a vivir con nosotros? Solo falta ella en la casa. —expresa haciendo pucheros, mientras que yo me he quedado tieso, estático y anonadado.

   Frunzo mis labios y miro hacia todos los lados para ver si encuentro un pequeño rincón donde esconderme.

    Intento pararme de la silla, pero Elizabeth mueve su dedo indice para los lados diciéndome que no.

   A quién engaño, mi hija me controla.

   Me siento en la silla y miro hacia donde Emma y le sonrío falsamente.

   —¿Qué tonterías dicen los niños de ahora? —le coloco mi mano en la boca a Elizabeth para que no diga ni una sola palabra, pero eso solo causa que ella se burle de mi acción.

   Emma me mira con ternura, para luego sonreír sinceramente.

   Elizabeth termina de comerse su helado, bota la basura en un safacon cerca de nosotros y luego viene corriendo hacia mi para que la cargue y la siente en sus piernas.

    Por más bullying que me haga mi propia hija, además de las burlas que siempre me hace, aún la sigo amando y es que como no podría amarla si es mi vida.

    —Me gustó pasar este pequeño tiempo con ustedes. —expresa Emma agarrando su bolso y levantándose de la silla.

   Hago lo mismo que ella y recojo mi teléfono guardándolo en mi bolsillo.

    —Fue un placer hablar contigo y también conocerte. —comento queriendo llamar su atención ya que ella le está haciendo muecas a Elizabeth.
  
   No sé ni para qué me emociono. Elizabeth enamora a todos. No hay posibilidad de llamar la atención de Emma con mi hija a mi lado.

    —Dile a tu padre que te lleve después de la escuela. Así podremos jugar. ¿Qué te parece? —le pregunta Emma a Elizabeth.

   Y Elizabeth se pone que no se aguanta.

    Empieza a aplaudir de la felicidad.

    —¡Qué felicidad! ¡Mi mami va a jugar conmigo! —grita Elizabeth colocándose sus dos manos en la boca.

   Las personas del restaurante empiezan a mirarnos por el escándalo de Elizabeth y cuando ella se da cuenta los mira mal.

   —¡Que chismosos son! —grita para que los clientes la escuchen y luego los ignora.

   A ellos les importa menos, porque empiezan a reírse por e comentario de Elizabeth.

   —Elizabeth... —la llamo para que me mire.

   Ella me hace pucheros queriendo escaparse del regaño.

    —Pero es la verdad. Están de chismosos. —murmura ella mirándome con esos ojos tan grande que tiene.

    Lo dejo pasar. No es importante.

    —No te desaparezcas, ya me prometiste jugar. —le dice Elizabeth a Emma.

   Los tres salimos del restaurante y nos detenemos en la puerta de la entrada.

    —Sigue así, preciosa. Tienes una personalidad de envidia. —le susurro Emma a Elizabeth.

MI DULCE REGALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora