Epílogo

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Tus recuerdos aún siguen plasmados en mi mente y en mi piel, mi amor. Eres imposible de borrar.

—Emma Gonzalez.

1 año después...

    Que puedo decir.

    Todo cambió.

    No hay sonrisas desde que Spencer se fue.

    Él era la razón para sonreír.

    Elizabeth cumplió los 7 años y además de que está más grande, sus ojos están apagados, sin brillo. Luce pálida. Ya no es la misma.

   Nadie es el mismo sin Spencer. Él era tan necesario, parecido al aire, a la comida, al agua. No se puede vivir sin ellas.

    —Vamos, llévame al colegio o juro que me quitaré el uniforme y me regresaré a mi cama a dormir. —espeta tajantemente Elizabeth bajando las escaleras.

   Luce hermosa.

   Su pelo se lo ha dejado crecer, tanto que le llega casi al final de su espalda.

   Está enojada.

   Todos los días se levanta enojada. Menciona que no volverá a ser ella misma si su padre no está con ella. Que no es importante sonreír, ni ser feliz y que ella nunca lo piensa superar.

   He intentado hablar con ella y hacerle entender que esta equivocada, que debe seguir adelante amando a su papá. Que no se estanque, pero no ha hecho caso.

   Yo y su tía hemos tenido que ir al colegio incansables veces a escuchar las quejas de la directora acerca de la agresividad de Elizabeth con sus compañeras.

   Ha peleado más de 10 veces si no cuento mal y en todas ha dejado muy mal golpeada a sus compañeras. Las peleas tan solo han sido porque las niñas las han mirado mal.

   Juro que ya no sé qué hacer con ella.

   Las únicas veces cuando un poco de sentimiento en ella, es cuando se levanta pensando en Spencer. Allí está sensible, por ende aprovecho para darle amor y escuchar lo que dice.

   Ella es mi niña y pienso cuidarla toda la vida.

   Louis, mi hermoso bebé.

   Ya tiene 1 año casi para dos. Esta muy grande y cada vez que me despierto en la mañana me da melancolía ver su rostro muy similar a Spencer. Es como su gemelo.

   Elizabeth lo ama por eso. Porque le recuerda a su papá.

   Ay Spencer, ¿por qué te fuiste mi amor? Hubiera sido mejor que estuviera muerta yo, en vez de ti. Nadie sufriría tanto por mi, ni siquiera yo.

    —Espero que no te vayas a ir a golpes con otra niña solo porque te mira raro. Ya no sé qué hacer contigo, Elizabeth. —le comento caminando detrás de ella.

   La niñera cierra la casa al nosotras salir.

   Elizabeth se gira y me mira.

   —Llego tarde. —rueda los ojos evitando prometerme que será diferente hoy.

   Entro al vehículo Ford 2020 y cierro las puertas con seguro.

   —Ponte el cinturón de seguridad. —le ordeno.

   Ella se lo pone de inmediato con mala cara.

   —Si no quieres estudiar en ese colegio solo dímelo, Elizabeth y trataré de resolverlo. —le explico preocupada por su comportamiento.

MI DULCE REGALODonde viven las historias. Descúbrelo ahora