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Anhelo que me quieras así como yo lo hago. Ya no creo poder soportar amarte y que tu no sientas lo mismo por mi. Hazlo, quiéreme, ámame como yo lo hago, castaña...

—Spencer Tae-moo.

  SPENCER:

  Emma, así se llama la mujer que tiene mi corazón.

   Después de lo sucedido, ella no ha vuelto a despertar.

   Ha dormido más de 10 horas sin siquiera contarlas. Comenzó a dormir a las 11 del día y son las 9 de la noche y aún sigue dormida.

   ¿Debería preocuparme?

   Lo estoy haciendo.

    Mi puerta es tocada y desde mi escritorio logro ver que es el guardia.

    —Señor, ¿A qué hora se retira para cerrar la editorial? —me pregunta entrando a mi oficina.

   Cuando él entra se queda mirando a Emma quien está dormida en el mueble.

    Suspiro lentamente, echando mi cuerpo hacia atrás, inclinando mi asiento. Me levanto de este y empiezo a caminar hacia donde él está. Cuando llego a estar frente a frente de él, entro mis manos en mis bolsillos y sacando mis llaves, se las entrego.

    —Encienda el auto, iré en seguida. —expreso dándole las llaves.

   En cuanto se las doy, con el fin de dirigirme hacia donde está Emma.

    —¿Quiere ayuda? —me pregunta el guardia lo que hace que me detenga y gire mi rostro para quedarme viéndolo—. Parece que es pesada. No hay problema en ayudarle a llevarla al auto.

    Puede que él tenga buenas intenciones, pero sus palabras las descartan.

   —Tengo la fuerza suficiente para poder cargarla y aunque ella pesara demasiado, para mi no sería problema alguno. No necesito su ayuda, con todo el respeto. —explico queriendo que él no se sienta ofendido por rechazar su ayuda.

   Él me sonríe de vuelta como si fuera su respuesta.

   —Así mismo hombre. Estoy de acuerdo con usted. —responde él dando pasos hacia atrás.

   El guardia sale de la oficina y sin querer lo único que hago es reírme.

   ¿Esos fueron celos?

   Ya van dos veces que siento celos concerniente a Emma.

    Agarro mi frente queriendo que Dios me envíe un poco de paciencia y me ayude también.

    Me acaricio el cabello hacia atrás para entonces acercarme a Emma y moviendo sus piernas hacia fuera del mueble, las agarro y luego coloco mi mano en su espalda para levantarla y colocar su cuerpo correctamente. Con cuidado pongo su cabeza en mi pecho y es allí cuando porfin puedo admirar más de cerca su bello rostro.

    ¡Que perfecta es!

    Miro cada parte de su rostro queriendo grabarmelo. Sus pestañas, cejas, labios, nariz, orejas, todo. Es bella en todos los sentidos.

   Suspiro. Que mala costumbre tengo en suspirar más de 100 veces al día.

   Empiezo a caminar hacia fuera de mi oficina. Lentamente recorro los pasillos de la editorial. Todas las luces de los pasillos están apagadas, pero eso no me dificulta el poder caminar en la oscuridad. Ir al servicio militar Coreano hace que cualquier obstáculo que se interponga en mi camino pueda vencerlo. Las cosas que pasé en ese lugar son hasta inimaginables.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now