15

7K 592 37
                                    

No puedo verte sufrir, no puedo soportar verte llorar porque tu sufrimiento se vuelve mío y entonces quiero herir a la persona que te ha herido.

—Spencer Tae-moo.

SPENCER:

    Su respiración se acelera aún más y eso me preocupa. Si se desmaya empeorará la situación.

   Subo mis manos hacia su cabello y empiezo a acariciarlo lentamente.  Espero que esto logre calmarla.

   —¿No me vas a hacer daño verdad? —pregunta de un momento a otro dejándome anonadado por su pregunta—. ¿No vas a abusar de mi, Spencer? Dime que no lo harás —expresa separándose de mi cuerpo, fijando sus ojos en mi, mientras me mata con sus palabras y con su mirada triste.

   ¿Me ha preguntado tal cosa o solo es mi imaginación?
 
    ¿Por qué me pregunta eso? ¿Será que en el pasado su ex pareja sentimental le hizo tal daño?

   No sería capaz de hacerle tal atrocidad y tal vez ella diga esto queriendo escudarse de un posible daño mío, pero eso no va a ser posible. Nunca por mi mente ha pasado en hacerle daño a ella ni a ninguna mujer. Incluso, cuando estábamos en mi jardín y quería besarla, le pedí que me permitiera hacerlo.

   Yo me sé la de respetar a las mujeres, mi madre me crió con valores. Ella es mi madre y padre.

   Suspiro profundamente no sabiendo que decirle. Un nudo se ha creado en mi garganta impidiendo que pueda articular cualquier palabra que mi cabeza me ordene a decir.

    Sus ojos permanecen mirándome, expectante a lo que sea que voy a decirle.

   No puedo hacer esto. No puedo evitar su mirada, ni siquiera que ahora mismo está abrazando mi cintura con sus manos puestas en mi espalda.

   La miro.

   Fijo mis ojos en los de ella.

   —No voy ni nunca te haré daño, Emma... —expreso enojado pensando en lo mal que ella lo ha pasado—. Y aunque tú y yo, no seamos más que amigos, él hombre que se atreva a tocarte de mala manera en mi presencia y fuera de ella, sin pensarlo lo torturare lentamente como me enseñaron en la milicia. —levanto mi mano derecha, colocándola a la altura de su barbilla, para pasar mis manos por su cabello y arreglarlo ya que está despeinado—. Ya no me mires con esos ojos, me estás matando. No puedo ver tus ojos tristes y quedarme parado sin hacer nada.

   Al ella escuchar mis palabras atentamente, quita su mirada de mi, bajando su cabeza y acercándose a mí a tal punto que coloca su cabeza en mi pecho.

   No la abrazo.

   No quiero sobrepasarme.

    —¿Puedes abrazarme hasta que las puertas sean abiertas? —me pide nerviosa mientras mantiene su cabeza en mi pecho. Su voz vibró en mi pecho al decir esas palabras.

    Veo su ceño fruncido y escucho su respiración forzosa, lo que me hace entender que está haciendo todo lo posible por no perder el control y comenzar a gritar por estar encerrada entre las paredes del ascensor.

   No me puedo negar a su petición, ni siquiera pensaba hacerlo. Emma me tiene igual que a mi hija, no le niego nada.

   ¡Qué masoquista soy!

   Lentamente empiezo a mover mis brazos dirigiéndolos hacia su cintura y llegando a abrazar su espalda baja con un brazo y con otro su espalda alta.

   Ella acomoda más su cabeza en mi pecho mientras aprieta más su agarre en mi espalda.

   Se siente bien.

MI DULCE REGALOWhere stories live. Discover now