Capítulo 5

521 33 3
                                    


¿Esto podría calificar como secuestro?

Acepté su mano sin una razón en específico. Creo que mi cerebro solo reaccionó a su amabilidad, si me asustó al principio, pero noté algo de preocupación en la mirada que me hizo ceder.

Lo único que podía hacer era caminar detrás de él como un cachorro perdido con la sombrilla en la mano, él caminaba bajo la lluvia sin preocupación alguna y la verdad, no tenía la menor idea de adonde me llevaría. Estaba puerca de los pies a la cabeza, y el olor a basura se había impregnado por completo en mi cabello, llegué a pensar incluso que podría llevarme a un lugar desolado y matarme ahí, supongo que por eso lo sigo, porque si ese es el caso me haría un favor.

—¿Me contarás que fue lo que sucedió ahí dentro? —Pregunta sin mirar atrás, sabe perfectamente que voy pegada a su espalda caminando. —¿O prefieres que lo averigüe por mi cuenta?

—No es gran cosa. —Digo secándome las lagrimas que quedaron acumuladas en mis ojos. —Gajes del oficio. —Intento bromear para disipar la tensión. —Parte de ser inmigrante.

Pienso mucho lo ultimo que dije, suena feo, el hecho de ser inmigrante no quiere decir que pueda aguantar toda esa mierda, sin embargo, también el serlo me dice que no debería quejarme, que podría estar peor en mi país, que debo aguantar todo eso para poder salir adelante.

—También soy inmigrante. —Suelta y yo levanto la cabeza perpleja.

¿Qué fue eso? ¿Está siendo bondadoso? ¿O solo lo dijo para hacerme sentir bien?

El callejón es increíblemente extenso, la lluvia cesa de golpe y llegamos a la esquina del café estando ambos totalmente empapados. Su cabello húmedo gotea por toda su cara, incluso empapado parece salido de una novela coreana y el traje, definitivamente ese costoso traje se lava al seco ¿Me hará pagárselo?

No tengo la menor idea de a donde pretende ir, pero de lo que si estoy segura es de que quiero irme a casa.

—Gracias por el gesto y por preocuparte. —Digo despegando el cabello de mi cara y devolviéndole la sombrilla. —Ya es hora de que vuelva a casa.

Él sonríe a medias y creo que es primera vez que lo veo medio sonreír. No sé si me parece lindo o me aterra, pero algo causa en mí.

—¿Tienes casa? —Pregunta volteándose y mirándome fijamente a los ojos. Este hombre tiene un no se qué, una manera de mirar, de respirar, de existir que me hacen querer admirarlo un buen rato y lo peor de todo o lo más chistoso es que le llego por el pecho con muchísima suerte y porque tengo zapatos de suela alta. Es un troglodita jodidamente guapo y eso me irrita.

Bajo la cabeza con vergüenza cayendo en cuenta nuevamente con su pregunta y también al recordar que tengo una orden de desalojo por incumplimiento de pago esperándome, así que solo me queda desalojar y averiguar donde dormir en pleno invierno en Nueva York, porque esa idea de acampar en el Central Park ya es imposible.

—Por supuesto que tengo casa. —Levanto el mentón. —No soy una indigente.

Esta y las siguientes noches lo seré.

—Ven. —Ordena nuevamente en ese tono tajante y autoritario que le escuché el primer día.

Mis alarmas se encienden puesto que un completo extraño me quiere llevar a quien sabe dónde a hacer quien sabe qué. En otras circunstancias no me molestaría, porque cabe resaltar que cualquier en su sano juicio le entregaría cuerpo y alma a ese hombre, pero a mi no me queda dignidad que entregarle.

—¿A dónde? —Pregunto crédula.

—Solo ven. —Insiste un tanto a regañadientes.

Dudo respecto a lo que ordena, así que a la fuerza toma mi mano llevándome casi a rastras. Intento soltarme enterrando mis uñas en su antebrazo, pero ni así detiene su caminar; forcejeando con el fornido hombre que me arrastra tarde me doy cuenta de que estamos nuevamente entrando al café.

Mr. Park © #PGP2024Where stories live. Discover now