Capitulo 34

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El Viaje a casa se hace eterno y si, es muy propio y a la vez estúpido que le diga "Casa" a un lugar donde básicamente no tengo elección de ir, será mi nuevo hogar al menos hasta que renuncie o me despidan de esta empresa y yo sé, sé muy bien que ese arranque que tuve de renunciar por culpa de Park fue la cosa más imbécil que pude hacer, pero no permitiré que problemas personales vuelvan a interferir en mi carrera profesional.

Me condené a ser solo la mujer que mira por la ventanilla del auto deportivo de un millonario mientras él maneja con una sola mano a toda velocidad a altas horas de la noche por las calles de Seúl.

Mi mente no ha parado de volar desde que subí al auto, me culpo y a la vez me sorprendo de todas las sandeces que puedo imaginar mientras ovulo, y si, por supuesto que me aferraré al hecho de que estoy en esa etapa hormonal en la que tomo decisiones sin juicio, al menos mañana podré echarle la culpa a eso.

Mentira.

Siento su mirada sobre escaneándome de arriba a bajo y volteo para encontrarlo sonriendo de oreja a oreja, definitivamente mi corazón se va a salir del pecho.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Entonces ¿Por qué estás tan callada?

Lo miro nuevamente y me encojo de hombros sin saber que contestarle, estoy callada porque me estoy martillando internamente respecto a mis acciones el día de hoy, aunque también intento que no me importen tanto.

¿Integridad? ¿Qué es eso?

—Nunca imaginé ceder a una situación como esta, señor Park. —Consigo decirle. Por norma, cuando voy a casa con un hombre yo...

Sin dejarme terminar la frase me mira con sus penetrantes ojos de azabache.

—¿Visita muchos hombres?

Aquella pregunta me sorprende y la tajo en el aire a salto limpio, definitivamente me ofende. ¿Cree que es el único hombre guapo en el mundo? Así que respiro hondo y procuro sonreír antes de soltarlo.

—Siempre que me apetece —le aclaro. —Cómo la de tu hermano, por ejemplo.

Alzo mi barbilla con altanería y, cuando creo que no voy a decir ni una palabra

más, le suelto:

—Pero nuevamente me estoy replanteando que hago en tu auto, por alguna razón siempre debes hacer o decir algo que me haga enfurecer y caiga en cuenta de que tomo decisiones respecto a ti que van completamente en contra de mi juicio.

Él no responde. Sólo me mira... me mira... me mira y me pone histérica con su

mirada.

—¿Vas a hablar o pretendes estar el resto del viaje mirándome?

—Mirarte es de los placeres más grandes, Amelia... Sobre todo, cuando estás histérica.

Maldigo y resoplo, pero como no puedo callar ni debajo del agua, le pregunto:

—¿Qué me quieres proponer? ¿Por qué aprobaste una licencia de trabajo para mí?

—La impaciencia es un defecto muy grande en tu personalidad, Amelia.

—¿Y a cuenta de qué viene la pregunta de si visito muchos hombres?

—Simple curiosidad.

—¿Curiosidad? —replico rascándome la frente con las uñas—¿No te alcanzó el dinero para averiguar mi pasado?

—No me preocupe en hacerlo.

—Me alegra saberlo, porque de ser así soy capaz de lanzarme del auto.

Mr. Park © #PGP2024Where stories live. Discover now