Capitulo 20

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Los momentos importantes siempre me agarran cuando peor ando vestida.

-¿Qué haces aquí? -Me pregunta Yoona con la voz ronca, lo que rápidamente me da a entender que su nivel de sobriedad es completamente nulo. -¿Vienes de su apartamento? ¿¡Dormiste con él!? -Pregunta eufórica, pero, aunque su voz me irrite no puedo dejar de pensar en los lentes de sol que lleva puestos.

-¿Qué te importa? -Pregunto sin intención de seguir la conversación.

-Me importa. -Escupe dando un paso hacia mí, pero se tambalea hacia la pared.

¿Cuánto bebió?

-No estoy de humor para lidiar contigo. -Digo halando mi maleta. -Él está ahí, ve llorando a que te atienda, seguramente no le queda de otra al verte así.

Siento tensión en la cabeza y la gravedad me lleva hacia atrás hasta caer al suelo tumbando la maleta. Yoona me tiene agarrada del cabello y yo estoy cayendo en cuenta de que se atrevió a ponerme un dedo encima.

-¡Suéltame, maldita! -Le grito con la voz carrasposa.

Ella hala con más fuerza mi cabello y grito con fuerza sin importarme un carajo si hay huéspedes dormidos o no. Estoy furiosa, pero también sé que si me pongo de pie y me defiendo la mato.

-¡Ni sueñes que te vas a quedar con él, estúpida! -Grita aguantándose de mi cabello y de la pared al mismo tiempo. -Llevo años intentando conseguirlo como para que una arrastrada de pueblo como tú me lo quite.

-Yo podré ser una arrastrada de pueblo, pero me tiene más estima que a ti que solo eres una interesada sin cerebro. -Río enterrándole las uñas en la muñeca para que me suelte.

-Al menos a mí no me tiembla la voz para decir quiénes son mis padres, porque sí, al menos los míos no viven entre el barro y matas de plátano. -Exclama. -Los tuyos seguramente se revuelcan en mierda y ni siquiera saben escribir o leer.

Mis oídos se agudizan, tanto que la mandíbula me tiembla y siento como toda mi cara se enrojece por la calentura de la rabia que estoy sintiendo. No puedo controlarme y tampoco es como que tengo intención de hacerlo, porque puedo soportar cualquier tipo de xenofobia o insulto racista por mi color de piel ¿Pero meterse con mi familia? Me faltarán vidas para explicar el tipo de fiera que me vuelvo si sucede eso.

Con total rigidez endurezco mi cuerpo y presiono su hombro para voltearme y patearla en el estómago. Le agradezco profundamente las clases de Karate en las que papá me inscribió de niña, pero en este momento necesito defenderme de la manera más ilegal posible y que bueno por ella que no cargo un cuchillo encima, porque la mato.

-¿Te atreves a repetir lo que dijiste? -Susurro mientras presiono el codo en su ingle. No estoy jugando, si tuviera un cuchillo ella ya se estaría desangrando y puede sonar algo desquiciado pero lo que muchos no saben es que las mujeres tenemos un jodido punto de molestia en el que podemos imaginar cosas aberrantemente feas porque en el fondo nuestra consciencia es capaz de hacerlas y no lo dudo. -Dilo y te prometo que no seguirás respirando.

-¿Tengo acaso la culpa de que seas negra y de paso pobre? -Lloriquea del dolor.

Mis fosas nasales se expanden sincronizadamente con los latidos de mi corazón. Ay, es que literalmente no puedo explicar lo que siento y estoy a punto de hacerle.

-Te juro que... -Unas pisadas fuertes me distraen, pero no dejo de ejercer presión en ella.

-¡Amelia, basta! -La fuerte voz del Sr. Park me hace voltear la cabeza de inmediato, lo cual, me hace bajar la guardia y me proporciona una cachetada de Yoona.

La mejilla me arde, tanto que incluso siento como mi mandíbula parece gelatina. El Sr. Park camina acercándose a paso firme y yo por alguna razón solo pienso en que debí matarla cuando pude, probablemente él se meterá en medio si intento seguir agrediéndola.

-¿Estás bien? -Le pregunta extendiéndole la mano para levantarla.

Yo río, realmente me río al ver que a la primera que él busca no soy yo. Como puedo me levanto sola del suelo y observo -Aún con la mejilla ardiendo- cómo él se inclina y revisa su rostro. Ella claramente quejumbrosa se hace la victima para él, definitivamente las coreanas son como una rama de árbol seca, pero los coreanos son un noventa por ciento ingenuos.

-¿Estás loca? -Me pregunta el señor Park palidecido. -Te comportas como una ordinaria, la doblas en peso y tamaño. -Me acentúa aún sujetando a Yoona con delicadeza. -Casi la matas.

-Sí, lastimosamente gracias a ti no pude lograr mi propósito. -Escupo tomando mi maleta nuevamente.

-¿Qué sucede? -La voz de Oliver se hace escuchar por el pasillo y lo veo trotar agitado vistiendo un pijama de seda en tonos gris. -¿Estás bien? -Habla en frente de mí.

Quedo atónita al mirarlo preocupado y agitado en frente de mí, ni siquiera tiene idea de que sucedió, pero él está aquí preocupado por mí. -Amelia, dime ¿Estás bien?

Miro al Señor Park, quien me mira detenidamente desde el otro lado del pasillo y respondo con la mentira más estúpida que se me pudo ocurrir:

-Sí, estoy bien. -Me sostengo de su brazo para no colapsar. -Me voy. -Anuncio.

-¿A dónde vas? -Pregunta Oliver. -Tienes un moretón enorme en media cara, no vas a ningún lado hasta que un médico te vea.

-Estoy bien, no es necesario. -Insisto. -Gracias por preocuparte. -Enfatizo levantando la voz. Yoona voltea y me mira con recelo, tiene muchísima suerte de que las cosas se dieran así, pero, en otra oportunidad yo saldré esposada y ella sin signos vitales.

-Ven conmigo. -Pide Oliver lanzándole una mirada amenazante a su hermano y yo intento no concentrarme en el dolor punzante que aún siento en el rostro. Tomo el mango de mi maleta y me adelanto a caminar por el pasillo.

-Ni pienses que esto se va a quedar así. -Habla Yoona en voz alta. -Te visitará mi abogado, te lo prometo.

Me detengo en seco, pero no soy capaz de voltearme para hablar. -Te enviaré la dirección. -Suelto llamando a un silencio ensordecedor entre los presentes.

Mr. Park © #PGP2024Onde histórias criam vida. Descubra agora