Amelia Rodríguez, una inmigrante de raíces latinas apasionada por la cocina culinaria, es aceptada en uno de los restaurantes de comidas Asiática más exclusivos y costosos de Nueva York, perteneciente al reconocido Grupo Maeda pero, su vida se pond...
Prometida, ella dijo que era su prometida. Es absurdo.
Camino por la acera rodando como puedo la maleta entre los caminos de nieve espesa y fría, me veo ridícula con el pijama puesto, pero al menos, me cubre completamente del frío.
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¿Cómo va a ser su prometida? Es que no entiendo nada, si está comprometido ¿Por qué me llevó y dejó pasar la noche en su apartamento?
Me siento como una completa zorra, específicamente porque me ofendí de que ella me lo dijera, pero tiene razón, aunque nada haya pasado entre nosotros anoche igual una mujer cualquiera estaba saliendo en pijama de su apartamento.
Realmente está en todo el derecho de insultarme, porque en la posición en la que él me puso yo no puedo defenderme. No sé que pensar.
Miro hacia los lados antes de cruzar la calle y me detengo en una esquina mirando las transversales. ¿Hacia dónde voy? Miro hacia atrás y el edificio del que vengo parece una total monstruosidad.
¿Estará pensando en mí o le estará haciendo el amor a ella?
Me siento estúpida por estar pensando así ¿Por qué me preocupa si le estará o no haciendo el amor? Eso no es mi asunto, y tampoco debería importarme si está o no pensando en mí, él definitivamente no va a pensar en mí.
De repente, casi de forma efímera siento un jalón, un tirón tan fuerte como si me hubieran arrancando el brazo y ni siquiera vi cómo. Me quedo estática mirando fijamente hacia el frente, no puedo pestañear, no respiro, solo estoy mirando fijamente hacia el frente y solo luego de unos segundos puedo mirar hacia al hombre con pasamontaña corriendo con una maleta curiosamente idéntica a la mía.
Es mi maleta, maldición.
Por inercia empiezo a gritar histéricamente con las manos en la cabeza. —¡Ladrón! —Grito señalando hacia el frente mientras mi mente recopila por donde lo vi irse, pero nadie me hace caso, así que decido correr detrás de él.
Inmediatamente pasé de estar asustada a estar jodidamente enojada. Persigo al hombre por la calle y veo como se le dificulta pasar entre la nieve por el peso de la maleta.
Maldito hijo de perra.
Escucho pisadas fuertes detrás de mí y volteo la cara para encontrarme con un chico corriendo detrás de mí, pienso de inmediato que piensa alcanzarme así que me detengo de golpe asustada y para mi sorpresa el sigue de largo persiguiendo al ladrón.
Troto ya con poca fuerza y llego a la fuente principal del Central Park donde un tumulto de personas se encuentra reunida. Localizo mi maleta tirada sobre el concreto del suelo y bajo unas cuentas escaleras para tomarla.
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