Capítulo 12

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5 años después

—¡Quiero a todo el mundo en sus puestos! —Grito con fuerza al entrar a la oficina. —Ya saben que hacer, llega en cuarenta segundos. —Hablo en voz alta haciendo sonar mis tacones por todo el piso hasta llegar al pequeño cafetín.

Respiro profundamente y me enfoco en mi rutina. Tomo la taza del señor Park y a su vez colocando una capsula de Nespresso en la cafetera importada que se determinó para su uso en la empresa. Coloco un par de galletas de mantequilla en un plato pequeño y seguidamente la taza con el café encima junto con dos sobres de endulzante.

Muevo mi larga cola de caballo mientras camino con la taza en una mano y el plato en la otra, verifico que todo el mundo esté en su lugar y abro con la espalda la puerta de la oficina de mi jefe. Coloco la taza sobre el plato a un lado en el escritorio y me quedo de pie a un lado esperando mientras miro las grandes puertas de madera maciza frente a mí.

Un par de segundos más tarde el feroz semblante del señor Park se encuentra frente a mí, sus ojos tan negros y penetrantes como siempre escaneándome de arriba a bajo mientras yo me limito a solo sostenerle la mirada sin dejar notar algún tipo de intimidación.

—Mi café. —Ordena tajante mientras se quita el saco y yo estiro las manos para que me lo entregue, no digo nada sobre el café, solo espero que se siente y se de cuenta de que lo tiene ahí puesto. Se da cuenta y toma la taza con delicadeza. —Gracias. —Me dice dándole un sorbo.

—¿Por qué siempre me traes galletas de mantequilla si sabes que no me gustan? —Pregunta elevando una ceja.

—Por la ansiedad. —Me encojo de hombros. —No es que no le gusten, es que se obligó a odiarlas. —Me excuso.

—Si no fueses tan buena en tu trabajo te despediría en este instante por tu contesta. —Sonríe.

—Si me despide la empresa se viene abajo. —Sonrío también.

—Sigue creyendo. —Me dice antes de tomar su celular y revisar su agenda.

—La cita con el inversor... —Me pregunta levantando un dedo.

—A las cuatro de la tarde luego de su almuerzo con el alcalde, agendé una reserva en un pequeño lugar de té y postres en la quinta avenida. —Digo revisando mi celular también con la agenda del señor Park enlazada. —En la noche tiene la cena de cumpleaños con su hermano y luego está libre.

—¿Quieres ir por a ver una película? —Me pregunta despreocupado.

—Sabe perfectamente que eso es imposible debido a mi horario laboral. —Me excuso. —Además, usted...

—No alargues tus excusas, me dan pereza. —Dice poniéndose de pie. —Iré a desayunar algo. —Avisa. —¿Comiste? —Yo niego con la cabeza y el sonríe. —¿Ensalada de frutas? —Asiento y lo veo salir por las mismas puertas por las que entró hace unos instantes.

Las puertas se cierran y me dejo caer en el sofá de la oficina. No siento las piernas, veo borroso, mi cuerpo pide con fuerza un respiro, pero ya solo me quedan dos semanas para que mi contrato se venza. Mi Greencard llegó a casa hace un mes, no puedo olvidar el vacío y la emoción que sentí al ver el sobre en mi puerta.

Finalmente, todo este proceso está por concluir.

Mi celular repica y pego un pequeño salto fuera del asiento porque mi primer pensar es que se trata del señor Park pero pongo los ojos en blanco al leer el nombre de mi hermano en la pantalla.

—¿Qué quieres? —Pregunto mientras camino fuera de la oficina.

—Comer con mi hermana menor al menos una vez al mes. —Me dice con voz de cachorrito.

Mr. Park © #PGP2024Where stories live. Discover now