Capitulo 29

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Hay mil maneras de decirle a alguien que lo odias.

Nuestras miradas por enésima vez están debatiéndose entre el odio y algo más, no podría decir con exactitud quien de los dos atacaría más fuerte porque si, aunque Park me tiene indefensa en este instante, también puedo ser letal al momento de defenderme.

Al mirar sus ojos puedo asegurarme que este hombre es capaz de apuñalarme de frente y sin titubear al no conseguir la respuesta que desde hace segundos quiere, pero que definitivamente no quiero darle.

—¡Respóndeme, Amelia! —Ordena nuevamente y es raro escuchar nuevamente mi nombre en su voz, antes me estremecía y ahora me resulta agridulce.

Su mano aun presiona con fuerza mi muñeca y temo por el moretón o en todo caso la magulladura que voy a tener mas tarde si no me suelta ya mismo.

—Suéltame. —Pido simulando una calma que evidentemente no tengo, solo no quiero darle el gusto de que me vea histérica otra vez por su culpa. —¡Suéltame! —Hablo más fuerte mientras forcejeo, pero solo consigo que mi muñeca se lastime más con su agarre.

No hay manera de que me quite los ojos de encima y que suelte mi mano, ni siquiera pestañea, solo me mira con detención y evidente odio, porque sí, no hay que ser un experto en miradas para saber con certeza de que este hombre con todo su ser, me odia.

—No voy a soltarte hasta que me digas de donde carajos sacaste un anillo de compromiso. —Amenaza. —Y no me vengas con el cuento de que te lo compraste porque quisiste, porque eres una mujer empoderada y puedes pagarte los caprichos que quieras.

—¿Y que si fue así? —Las palabras salen instantáneamente de mi boca. —¿Cuál es tu maldito problema si me compré o no un anillo de compromiso carísimo? —Insisto y descubrí desde hace un tiempo que ya no puedo evitar hacerlo, está en mis venas defenderme como si no hubiera un mañana y más de él.

—Ese anillo está mandado a hacer a medida, es un diseño único y lo sé porque es el anillo de mi abuela. —Suelta como si nada y yo dejo caer mi mandíbula. —Por eso quiero saber de dónde lo sacaste.

Dios mío.

Miro el anillo en mi dedo, definitivamente este anillo es carísimo pero no creo que Oliver haya tomado el anillo de su abuela y mucho menos creo que ella le haya dado su anillo para proponerme matrimonio luego de lo que sucedió en su casa, insisto, su familia debe tener la peor idea de mí y no pienso culparlos.

—Yo... —Ni sé que responder a eso.

—¿Lo robaste? —Pregunta sin ningún tipo de emoción en su semblante. —¿Robaste el anillo el día de la fiesta? Dime si lo hiciste. —Ordena y yo empiezo a sentirme abrumada, me pica la nariz y evidentemente es por el simple hecho de no poder creer que me esté preguntando eso.

—¿Me crees capaz de hacer algo así? —Pregunto sin saber si quiero escuchar una respuesta evidente.

—Amelia no es si lo creo, es que no tiene lógica que tengas ese anillo en tu poder cuando es una reliquia familiar. —Pestañea finalmente y suelta mi mano. —Ese diamante fue encontrado por mi abuelo en unas ruinas de África y mandó a fabricar el anillo para pedir la mano de mi abuela.

Miro el anillo nuevamente en mi mano, si es como él dice definitivamente debe ser el anillo familiar. Acaricio mi muñeca y presiono mi mandíbula al sentir la irritación en mi piel, puedo jurar que tengo las huellas dactilares de Park en mi piel.

—No lo robé, —Me defiendo dando un paso firme más cerca de él, no tengo miedo, realmente no he robado nada y no sería capaz de algo así.

—¿Entonces? —Pregunta como con intención de que yo le diga que si lo robé y no otra cosa. —Realmente quiero que me digas que lo robaste. —Asegura.

Mr. Park © #PGP2024Where stories live. Discover now