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Delante de aquel búho, toda la zona se abría solo para ellos. El silencio había inundado el lugar tras la última frase, la cual resonaba todavía en cada una de las paredes, pasando por las estatuas, las cuatro; recorriendo los agujeros y de vuelta al lugar. Todos habían posado un ojo sobre Lora tras su última afirmación y ella era la que había comenzado aquel silencio que les rodeaba. Fue unos segundos después cuando, mientras bajaba un poco la sonrisa, miró a uno de los lados.
—Primis —empezó, cerrando los ojos —Es primero y así sucesivamente con todos: segundo, tercero y cuarto.
—¿Locus es cuarto...? —preguntó Rope con cara rara.
—¡Pues claro que es cuarto! —se indignó Lora, pero, cuando fue a replicar, vio que no lo había hecho sola.
Sino que, en vez de haberle gritado ella, su voz también se había juntado con la de otra persona; la de una de los chicos. Miró a sus lados, buscando al culpable y no tardó en darse cuenta de que se trataba del albino, el cual parecía haberse molestado hacia la pregunta estúpida de Rope. Miró con los ojos muy abiertos hacia aquel chico con duda.
—Vale... —continuó ella, incluso con algo de miedo seguir —Cada una de las estatuas tiene escrita un elemento de la naturaleza; tierra, fuego, viento y agua —fue señalando cada una de las estatuas mientras lo decía, con los ojos cerrados —No conozco algo que diga que los elementos naturales tengan un orden específico.
Se quedaron callados entonces, mirando cada una de las estatuas como si tuviesen un mensaje secreto dentro de ellas. Tal vez, por la forma, por la cara que tenían, por cómo estaban hechas, por las máscaras que portaban: estas las miraron de nuevo una última vez, siendo así de enfado, miedo, alegría y tristeza; no le recordaba a nada ni pensaban en ningún orden. Le dieron un par de vueltas más, en silencio, alguno cerrando los ojos, hasta que Lora subió los hombros con una sonrisilla tonta.
—Pues probamos hasta que funcione, digo yo —y se rio, ante la mirada de juzgar de todos.
—Pretendes que el rayo ese nos caiga en la cabeza, básicamente —sacó su lengua y entrecerró los ojos Rope, señalando al búho —De verdad, ¿qué tienen las mujeres en la cabeza?
—Lo que los hombres no tienen: cerebro —dijo, a cada palabra haciendo un parón para mirarle la cara de asco que traía —Mejor arriesgarse y morir que no poder salir de aquí, porque, claro, si ahora el búho nos ve pasando para salir, nos destroza —explicó, subiendo los ojos como una tonta.
—Espera, ¿qué? —pareció asustarse Bybe al momento —¿Qué acabas de...?
—Sí —remató para callarle —Por algo este tipo de las cerezas no ha podido salir. ¿No le veis? —giró su cabeza, como si se lo estuviese explicando a niños pequeños.
Todos, en cambio, desviaron una mirada hacia Cheríl, que se cogía las suelas de los zapatos con fuerza y tiraba de ellos hacia adentro, metiendo la cabeza ligeramente entre ambas piernas. Era cierto, pensaron ambos chicos; si Cheríl no había salido, era por algo. Estaba maldito, estaba condenado a quedarse allí ya para siempre a menos que encontrase la salida entre las piedras y las estatuas, lo que parecía tarea imposible a estas alturas. Buscar una combinación, un orden, una semejanza entre números y elementos naturales... ¿Pero cómo?
—¿Sabes, cerecitas? —preguntó con una sonrisa Then, subiendo los hombros mientras Cheríl suspiraba —Mi hermano también es religioso.
—¿Eres religioso? —preguntaron Lora y Rope, analizando su cuerpo con duda en la cara y sin creer lo que decía, pero se miraron con asco en cuanto se dieron cuenta de la pregunta del otro.
—Sí, ¿vale? —suspiró, cruzándose de brazos —Soy religioso, ¿y qué...? Espera un momento... —se giró rápido hacia el pelirrojo, el cual seguía con la sonrisa inocente, sin enseñar sus dientes, y agarrando su pistola, como si se tratase de un muñeco de trapo de un niño pequeño; pero Cheríl se había congelado al oír aquello, y por ello abría los ojos mientras le recorría un escalofrío —¿Cómo has sabido que lo soy; que soy religioso...? —preguntó, dudoso.
Y es que era cierto; no lo había dicho, ni siquiera mencionado, ni rezado, ni pedido algo a su supremacía frente a ellos, sino siempre a escondidas. La pista que lo delataba era que ni Lora ni Rope, que ahora se miraban con asco uno a cada lado de Bybe, lo sabían. En cambio, el ciego ni siquiera había intervenido en la conversación, sino que a él le había dado igual; solo había subido y bajado los hombros rápido. Miró entonces a Then, que miraba arriba, mordiendo la pistola.
—Creo que el científico dijo algo de no sé qué religioso y demás... —mencionó, tratando de acordarse de todo lo posible, pero su memoria sólo llegaba hasta ahí.
—Sigo sin entenderlo —se sinceró.
—Nosotros tampoco lo sabemos, Cheríl —se rio Lora, tranquilizando al albino.
—Pues, llora, llora, religioso, que tu dios no nos va a sacar de aquí —se burló Rope, sacando la lengua y haciéndose pasar por él en un intento de burla por mímica.
—¡Cállate...! —se molestó, pero recapacitó rápido —Es decir... Eso no tiene nada que ver ahora, así que te callas —le dijo, clara y concisamnete, señalándole con asco.
Le ignoró, ¿qué más? Miró después al chico de pelo rojo, abriendo y cerrando la pistola como si con él no fuese el tema, que era todo lo contrario, pues él mismo había sido quien había adivinado algo y eso no era muy normal en él. Bybe echó un vistazo rápido, palpando la pared para levantarse. Después, dio de lleno con su ojo azul en el chico.
—¿A qué viene eso que has dicho, Then? —trató de obligarlo a hablar y por fin consiguió su atención de nuevo.
—Ah, nada —soltó él con una sonrisilla —Es que pensé que tal vez por eso debía de saberse que primero va el espíritu antes del fuego —dijo entonces, girando la pistola, como analizándola.
De nuevo entonces, silencio, pero no fue por asco, ni duda, ni forma de juzgar, sino que incluso a Cheríl le brillaron los ojos. Se cogió del pecho, miró abajo y golpeó la cabeza de nuevo contra la piedra ante la mirada de sorpresa de todos. Estaba claro algo: Then debía de haber acertado completamente para que Cheríl se sintiese estúpido en aquel momento. El único que no se enteraba de la conversación ni de dónde se encontraban siquiera era el que más sabía. Irónico, ¿no?
—¡¿Estás diciendo que va primero el fuego?! —saltó Lora, poniéndose de pie de un salto.
—Bueno, primero va el espíritu... Pero sí —ni siquiera se giró para hablar.
—¡Genial entonces! —dio otro salto, alegrando la cara el doble —¡Vamos a mover el de fuego primero y entonces...!
—Entonces nos quedaremos sin escondite, estúpida —explicó rápidamente el chico de pelo beige, levantándose él también de su sitio para mirarla de frente —Cuantas menos figuras haya, más fácil lo tiene el búho para pillarnos.
—Entonces, nos escondemos —sonrió Then, pero ya ahí nadie le respondió siquiera.
La mujer miró abajo, pensando que lo que Rope acababa de decir tenía mucho sentido, pero jamás le daría la razón. Es más, pensando en eso, tal vez y solo tal vez, pensó, sería bueno crear una pequeña distracción para evitar que el búho les mirase mientras operaban con las figuras. El caso sería acercarse y llamar la atención de este, esquivando cualquier cosa que ese bicho pudiese lanzar. Primero de todo pensó en aquello sin preguntar, pero no fue capaz de sacarlo a la luz, ya que no la dejaron hablar.
—¡Eso se supone que tengo que saberlo yo...! —dijo, agobiado y cansado, Cheríl, golpeándose una vez más la cabeza —¡Se supone que soy fiel a mi religión...!
—Pues no sabes —le calló Lora, riéndose, pero giró la mirada para decir su plan.
Aunque, de repente, volvió a pensar. ¿Y si en vez de mover una por una con una persona distrayendo al búho, se ponían todos a empujar las figuras, sabiendo ya el orden de antes? Incluso esa idea le gustó más; se le iluminaron los ojos, sonrió un poco más, voló su pelo a un lado y miró a todos lados. Eran cinco; perfecto para mover cuatro de las figuras que había y una persona distraía... Pero se dio cuenta de algo y su corazón se detuvo un momento con rabia. No, no podían hacer aquello, pues aquel niñato no veía y no vería cuándo el búho atacaba. Chasqueó la lengua, dándole una patada en la espalda.
—¿Por qué ha tenido que venir este y no la minina? —se molestó, sabiendo que tenía la mirada furtiva de Rope pegada como una lapa —Si no ve, es más que imposible que ayude.
—Pero... —quiso decir, pero Rope le puso una mano en la boca, dio un paso al frente y le gritó sin dudar apenas a aquella chica.
—¡¿Tú eres imbécil o solo te lo haces...?! ¡
Has venido a por él, ¿no? Pues claro que ha venido; es mi compañero y va a venir siempre conmigo. ¿Y qué más da que no vea? Él ha sabido que Cheríl y esta cueva se encontraban justo cruzando la... —fue a continuar, pero ahora fue la mujer la que le tapó la boca con algo de asco.
—Cállate —dijo, haciendo pausas —Que haga lo que quiera, mientras no moleste en la misión...
—¡Pero serás...! —apretó los dientes y ella la mano contra su boca.
—Aprecio lo que me fueses a decir, chico —sonrió —Pero en verdad me interesa más lo que tiene que decir ese chico por una vez —señaló a Then, el cual volvía a estar fuera del mundo mientras contaba con los dedos, mirando a la pistola a cada poco tiempo —Oye, pelirrojo; ¿recuerdas el resto del orden?
—¿El orden del ocultista? —preguntó, subiendo la barbilla, y supusieron que se refería a eso; supusieron.
Cheríl no lo podía recordar por más que se golpease la cabeza y le empezase a sangrar incluso un poco la boca después del cuarto golpe. En cambio, este otro asintió, por fin sacando los dientes un poco y, con pistola en mano y de pie, recitó a modo poema los siguientes elementos: después del fuego, dijo; va el aire, y luego el agua, y luego la tierra... Y se calló, girando la cabeza para ver a la estatua que tenía al lado y tocarla con dos dedos y una sonrisita.
—¿Eso vale? —preguntó finalmente.
—Mismo —subió sus hombros esta —Vale, yo tengo la de agua más cercana y esta debe de ser la tercera, según lo que has dicho...
—¿Y si se equivoca? —preguntó Rope entonces, subiendo un poco los hombros con miedo.
Si se equivocaba, pensó... ¿Qué era lo peor? ¿Se abriría el suelo y tendrían que nadar? ¿Era eso lo peor? Entonces, no pasaba nada por intentarlo, ¿no?
—No se equivoca —afirmó Bybe, mirando al frente, es decir, a la nada —Lo siento, siento que es así y que no se equivoca, de verdad —sonrió un poco, casi forzado.
Tal vez en Then no, pero creían en aquel chico ciego, el cual ya había adivinado más de una vez alguna cosa. Lora se encargaría de la de agua, es decir, de la tercera, mientras que Then empujaría la de fuego; le dejaron primero, ya que no sabían qué podría pasar si le dejaban cualquier otro número, sabiendo que aquel chico ni seguía sus conversaciones al pie de la letra; Rope se cambió de lado para mover la de aire, o lo que es lo mismo, la segunda y Cheríl se quedaría con la última, la de tierra. Bybe, en cambio, le mandaron detrás de la primera, es decir, detrás de la misma que el chico albino, pues sería la última que meterían dentro y así evitarían contacto directo de aquel chico tan torpe con el búho. Lora cogió aire, cerrando los ojos. Si así no era y se equivocaban por alguna razón; si debían de echar a correr en cualquier momento, dejando todo y a todos atrás para sobrevivir; si la segunda llave para la salida estaba allí, tras aquella puerta... Abrió los ojos con potencia, como molesta, y pegó un grito.
—¡Vamos...! —fue su salida, mandando directamente a Then a mover su enorme piedra hacia el hueco.
—Las mujeres solo sabeís dar órdenes... —susurró Rope, mientras veía cómo ella ni se movía por si el búho se fijaba en el pobre chico de pelo rojo.
Este, en cambio, seguramente por primera vez y única, hizo caso, dio un paso adelante, posó ligeramente las manos sobre la piedra, la cual no era las más difícil, sino que era la más sencilla por su delgado cuerpo, su falta de grasa en la piel, sus huesos casi sobresalientes por la delgadez extrema, sus caderas pequeñas, para nada anchas, su máscara ajustada contra la pequeña cara que tenía; y, justo después, empujó con todas sus fuerzas hacia el hueco. Viendo lo que pasaba, de repente, una luz amarilla apareció en todo el lugar, como analizándolo. Then tenía fuerza; no tanta como algunos, pero podía con lo que fuese, como aquella estatua. En cambio, parecía estar resistiéndose poco por poco, pues el chico empujaba con lo que podía mientras esta se movía lo más mínimo. De repente, y como un rayo, la luz se posó en el cuerpo, el cuello, la cara y los ojos de Then, aunque el chico no se diese ni cuenta por estar centrado en su misión. Iluminó tanto aquel reflejo de luz saliendo de su piel que incluso parecía estar dándole a ellos. En cambio, antes incluso de golpearle, Rope fue corriendo, viendo que ninguno más lo haría, y se lanzó de un salto sobre este, justo a tiempo para que cayesen detrás de la estatua y el rayo volase en un momento todo el suelo. Se dio la vuelta rápidamente tras el golpe, solo para comprobar que a nadie le había llegado a dar aquel rayo amarillento. Giró rápidamente la mirada hacia el chico, rabioso, como si le estuviese culpando por algo.
—¡¿Serás...?! —dijo, pero fue lo único que hizo, puesto que, justo en ese momento, como si de una puerta se tratase, una entrada secreta o un simple pozo, el suelo se abrió de tal manera que incluso Rope se aguantó la sorpresa.
Y es que esta vez el rayo amarillento se había expandido tanto, que ellos estaban dentro de él incluso. Acto seguido, el suelo se abrió a la mitad bajo sus pies y espaldas, haciendo que los dos se cayesen justo hacia abajo. Cheríl abrió los ojos, también Lora, pero, cuando parecía que debía de preocuparse por ellos, esta directamente se lanzó contra la estatua y la empujó con todas sus fuerzas; casi ni podía. El albino entendió lo que ocurría, pero no la culpó por no ayudar, es más, fue corriendo para ayudarla a empujar él también. La piedra se movió un poco al principio, algo más después y finalmente encajó en el hueco que ponía "primero" en lenguaje extraño para cuatro de los de allí, pero lo consiguieron, sonando un pequeño crujido una vez dentro. Tanto Lora como Cheríl se miraron, miraron al espacio, miraron al suelo abierto, miraron a Bybe, miraron al techo y volvieron la vista con duda. Algo debía de haber pasado, ¿no?
—¡Espera, vamos a ocultarnos! —gritó el chico al darse cuenta y echó a correr hacia el lado donde estaba Bybe junto con Lora detrás.
—¿Y Rope? —preguntó este cuando notó a aquellos dos a su lado, pegados como lapas a la piedra —¿Y Then?
—Ellos... —empezó Cheríl, sabiendo que ambos habían atravesado el suelo, por lo que debían de estar donde los cocodrilos; aquella zona infestada de agua de la que solo se podía escapar subiendo las escaleras, las cuales se encontraban justo tras ellos.
No continuó, es más, se detuvo completamente. Miró detrás antes incluso de dejar preguntar de nuevo a Bybe, sino que parecía estar buscando algo allí. Exacto, aquello era, sonrió y miró a Lora con aquellos ojos rojos tan grandes, los cuales daban de lleno con su preciosa sonrisa de pinchos.
—Lora —subió sus hombros y ella lo miró, también Bybe —Ya entiendo qué ha ocurrido.
—Espero que no tenga que rezar a alguien para saberlo —se burló, aunque ninguno de los tres se rio, y menos Cheríl que bajó su sonrisa y sus ojos.
En cambio, no hizo ni siquiera falta que lo explicase, puesto que, de repente, unos pasos les interrumpieron. Estos venían... De atrás, haciendo que Lora se estremeciese y se girase tras dar un salto. Sin embargo, suspiró al ver a dos rostros conocidos. Exacto, pensó de nuevo Cheríl; aquellos dos habían vuelto por las escaleras, empapados de nuevo; Then sacando la lengua para ver si conseguía que alguna gota de agua entrase en su boca y Rope con cara de asco, subiendo mínimamente su labio superior hacia su nariz, suspirando y tiritando a la vez. Lora no aguantó una sonrisilla mientras Cheríl se alegraba de verlos y Bybe tocaba el brazo de su compañero para devolverle el calor.
—¿Cocodrilos decías...? —empezó con molestia Rope, pero sin echar la mano de Bybe de encima, sino que se la agarró, porque sino iba a explotar —¡No había nada...!
—Ya, es que se han ido —subió sus hombros el albino, haciendo que Rope no entendiese nada.
En cambio, sólo miró a un lado y suspiró; Then estornudó y les dio a los cuatro con él, haciendo que le criticasen y gritasen de todo al pobre chico. Aunque aquellos dos hubiesen sufrido el frío y el congelamiento tras la zambullida al agua obligatoria, la estatua estaba movida y en su lado, y todo gracias a que habían podido distraer al búho mientras Lora y Cheríl movían la estatua. Sin duda, pensó Lora; la primera opción siempre es la mejor, y suspiró, mirando a todos y a cada uno de ellos antes justo de girarse, diciendo algo.
—Cambiemos de técnica; ya me he cansado de esta —y volvió a su posición.
—De verdad que nunca entenderé a las mujeres... —suspiró Rope, criticando lo más alto posible y de la mano de Bybe, al cual miró —Tú quédate aquí, ¿vale? No puedes saber nunca de dónde viene el rayo.
Bybe asintió y Rope fue caminando con sigilo de nuevo a su lugar, agarrando por la sudadera a Then y llevándole con él. El albino solo sonrió, conteniendo la verdadera energía que había conseguido gracias a que habían movido la primera figura.
—La siguiente —empezó Bybe, mirando por encima casi de la figura de tierra de Cheríl —Era la de aire, creo recordar. La tuya, Rope.
—Entendido —dijo este, asintiendo con la cabeza —Vamos...
—¡Pero...! —interrumpió Lora entonces —Me gustaría que te cambiases por Then, ya sabes.
—No, no sé —subió sus hombros —¿Qué quieres o pretendes?
—¿No es obvio? —se rio esta, cerrando los ojos, pero los abrió rápidamente paea dejar ver su brillo, antes de hablar —Quiero que seas el cebo, Rope.

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