House of The Dragón 🐲 † ||• One-Shots• || † 🐲

• Jacaerys Velaryon

Autor/ Tumblr: https://www.tumblr.com/thebenjiblackwoodexpress/758637640642936833/snow-drop-part-1-jacaerys-velaryon-x?source=share

Descripción: Jacaerys Velaryon se ve cautivado por una bonita doncella a quien descubre mirándolo leer todas las noches en la biblioteca de Dragonstone. Jacaerys supone que la doncella se interesa por los libros, pero ¿y si es el propio príncipe el que la hace volver a la biblioteca?

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Fragmentos de luz de luna entraron por las ventanas arqueadas, proyectando sombras sobre los suelos de losa de la biblioteca de Dragonstone. Linternas sujetas a cortinas con forma de dragón que recubren las paredes arrojan un cálido resplandor sobre las frías paredes de piedra gris, con volutas de humo bailando desde las llamas. Una figura se fundió con las sombras del pasillo oscuro fuera de la biblioteca. La doncella del castillo espiaba desde detrás de la puerta arqueada de roble en el umbral de la biblioteca. Se encontró, no por primera vez, observando al príncipe Jacaerys mientras pasaba las páginas de un antiguo tomo. Un ceño frunció el ceño y bajó el labio, y T/N se encontró deseando poder suavizar su expresión. Anhelaba que él le sonriera, pero inmediatamente se reprendió por su pensamiento presuntuoso. Desde que había huido de Desembarco del Rey a Rocadragón, ansiosa por mostrar su lealtad a la verdadera Reina, se había encontrado hipnotizada por el joven Príncipe. Por mucho que lo intentara, no podía apartar la mirada de él cuando pasaba junto a ella por los pasillos, o lo observaba leyendo en la biblioteca todas las noches, desde la seguridad de las sombras. La conciencia de la estupidez de su fascinación no era suficiente para impedir que sus ojos lo siguieran, o que su corazón tartamudeara al verlo, al oír su voz. Mientras vivía, su madre había reprendido gentilmente a T/N por su preocupación por las historias de príncipes y princesas, de castillos y romances. El príncipe Jacaerys parecía encarnar las cualidades principescas de honor, lealtad y valentía, que ella siempre había creído que otorgaban a la realeza el mandato de gobernar. La gentileza y el respeto que siempre dirigió hacia la Reina y sus primos, así como hacia las sirvientas, era evidencia de una elevación de carácter moral que lo elevaba por encima de todos los demás hombres que había conocido. Una interacción que había tenido con él, en particular, había catalizado su admiración sin sentido por él.

Cuando comenzó sus deberes en Dragonstone, se había sentido asustada y nerviosa por estar en presencia de la realeza, ya que anteriormente había estado confinada a los niveles inferiores de la Fortaleza Roja. Su actitud tímida y nerviosa le había hecho dejar caer una jarra vacía al intentar quitarla de la mesa de la Sala del Consejo. Ante el fuerte ruido que resonó en la habitación, Ser Alfred Broome se levantó de la mesa indignado y comenzó a gritarle con una voz resonante, lo que la dejó haciendo una mueca y encogida.

- Niña estúpida, te atreves a interrumpir los procedimientos de este Consejo con tu torpeza. ¡Quita este desastre!

Asintiendo bruscamente con la cabeza a modo de disculpa, incapaz de mirarlo a los ojos, comenzó a recoger la jarra y las tazas derramadas del suelo, lista para huir de la habitación, cuando escuchó otra voz intervenir.

Hace: ¿Te atreves a levantarle la voz a una dama, Ser? Le aconsejaría que recuerde sus modales y su posición en este Consejo, y que se dirija con respeto a los miembros de la casa de la Reina- Casi escupió la última palabra, en su ira, y los ojos de T/N se elevaron tentativamente para encontrarse con los de su defensor. Observó con horror cómo el Príncipe Jacaerys se alejaba de Ser Broome y comenzaba a caminar con pasos lentos y medidos en su dirección, como si le preocupara que pudiera asustarla. Bajándose a su nivel, ocupada como ella todavía estaba en recoger la evidencia de su torpeza del suelo, la miró a los ojos con sus cálidos ojos marrones. La expresión gentil y el asentimiento tranquilizador con el que la recibió hizo que su corazón tartamudeara, mientras él comenzaba a ayudarla a recoger los restos del suelo, sus dedos rozándose mientras lo hacía. Una vez que todas las tazas y la jarra estuvieron en la bandeja, él, para su sorpresa, se la quitó y llamó a uno de los sirvientes.