House of The Dragón 🐲 † ||• One-Shots• || † 🐲

• Lucerys Velaryon

Autor: https://www.tumblr.com/howcouldmuffin/760842906347110400/a-moment-of-peace?source=share

Intentar ser la princesa perfecta nunca fue suficiente para tu madre. Era agotador, esforzarse constantemente por cumplir con sus expectativas, cuando lo único que quería era un momento de paz.

ADVERTENCIA: Incesto de Targaryen, pelusa, escenas tiernas, no hay smut, no +18

AN: Luke es una persona encantadora. Honestamente, es como un cachorro dulce y entrañable (psd; Luke tendrá aquí 16  años )

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Alicent: Has vuelto a arreglar todo mal– Tu madre te advierte, su voz fría pero con una agudeza que corta el aire. –¿Cuántas veces debo repetirte?– Con rápida precisión, se acerca para reordenar los artículos en la mesa del comedor, reajustándolos con el cuidado de alguien que hace tiempo que abandonó la esperanza de enseñar a otros.

Tn: Lo siento, madre– Respondes suavemente, con un toque de cansancio en tu voz. –Supongo que comí muy poco esta mañana.

Alicent: Disparates– Ella descarta tu excusa con un gesto de la mano. – Esto no tiene nada que ver con la comida, eres tú quien debe aprender a prestar mejor atención.

No puedes comprender por qué tu madre es tan implacable en sus exigencias. Helena, tu hermana mayor, nunca está sometida a tal escrutinio. Tu madre siempre te ha dejado claro que debes convertirte en el epítome de una buena esposa, una madre obediente y una hija obediente, como si estos roles por sí solos pudieran definir tu valor.

Ella te indica que practique nuevamente la disposición adecuada de la mesa y que le presente sus esfuerzos al día siguiente. Pero en lugar de retirarse a sus habitaciones, donde las expectativas flotan en el aire, encuentra consuelo en la biblioteca, un santuario que pocos se atreven a perturbar. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse y los susurros de historias olvidadas te ofrecen un escape fugaz de tus deberes prescritos.

Como tercer hijo, eres un año mayor que Aemond, pero apenas se reconoce tu presencia en la casa. Tu padre permanece distante, una figura que parece más preocupada por sus propios asuntos que por los matices de tu educación. En cuanto a tu madre, te mira con una mezcla de expectación y decepción, como si fueras una pieza en el tablero de ajedrez de sus ambiciones, destinada a ser manipulada hacia la prosperidad de la familia. Pero incluso ella no es más que un peón en el gran juego de tu abuelo, y cada uno de sus movimientos está dictado por su inquebrantable voluntad.

No hay mayor consuelo que el suave abrazo de una silla gastada, el susurro del pergamino bajo los dedos y el olor de la tinta mezclándose con el aroma a humedad de los libros viejos. Siempre has encontrado consuelo en los cuentos de tierras lejanas y almas valientes, en historias que se extienden más allá de los confines de tu propia vida.

Pero mientras te pierdes en las páginas de un tomo particularmente fascinante, un ruido al otro lado de la habitación te sobresalta. El sonido es débil pero inconfundible, como el susurro de una tela contra una piedra. Cerrando tu libro con un movimiento deliberado, te levantas para investigar. Tu corazón se acelera a medida que te acercas a la fuente, una sombra que se mueve nerviosamente en la penumbra, su forma demasiado humana para ser cualquier cosa más que un problema. Tu instinto es pedir ayuda, alertar a alguien de la presencia del intruso, pero tus pies permanecen clavados en el suelo.

Por fin, llegas a la imponente estantería que oculta la fuente de tu inquietud. Lentamente, miras a la vuelta de la esquina, solo para encontrar a tu sobrino, Lucerys, parado allí con una expresión de culpa pintada en su rostro juvenil. La sorpresa es fugaz y rápidamente reemplazada por una suave sonrisa. Nunca has sido cercano al chico (las conversaciones entre ambos han sido pocas y espaciadas), pero su presencia aquí es una curiosidad que no puedes descartar fácilmente.